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Alastor

Antes de llegar a la casa de Husk, la figura familiar de Tn llamó mi atención. La vi salir del callejón con una prisa inusitada, y al observarla más de cerca, no pude evitar notar el rastro de cansancio que opacaba su habitual belleza. Algo en su postura, en la forma brusca en que se acomodaba la bufanda, revelaba que algo no estaba bien. Una chispa de curiosidad se encendió en mi interior mientras la veía partir a pie, probablemente hacia su casa.

Doblándome finalmente hacia la casa de Husk, estacioné el auto y salí, permitiéndome una sonrisa que contrastaba con el amargado rostro que me recibió en la puerta.

—¿Qué te trae por aquí? —preguntó Husk, con el ceño fruncido, como siempre.

Sin responder de inmediato, dejé que la atmósfera incómoda se asentara. Husk me miraba con evidente fastidio, lo que no hizo más que alimentar mi buen humor.

—¿Era Tn la que estaba aquí? —pregunté finalmente, como si fuera un comentario casual.

—Sí —respondió Husk, con una leve sospecha en su tono—. ¿Qué diablos estás haciendo en mi casa, Alastor?

La pregunta directa de Husk me hizo sonreír aún más. A veces, su falta de tacto era refrescante.

—Vengo a pedirte un número, querido Husk —dije, con la dulzura venenosa que sabía que le irritaba—. Específicamente, el contacto de Víctor Castellano.

La mención de ese nombre hizo que levantara una ceja, su interés ahora había despertado.

—¿Para qué lo necesitas?

—No te preocupes, Husk. No te meteré en problemas que no te comprometan —respondí, con un toque de sinceridad que rara vez mostraba—. Solo es un pequeño asunto que necesito arreglar.

Me miró durante un largo segundo antes de asentir y buscar el número. Me lo pasó sin más preguntas, aunque su expresión dejó claro que no estaba del todo convencido.

—No me metas en nada raro, Alastor —murmuró, mientras me entregaba el papel.

—Jamás, mi estimado amigo. —Le dediqué una sonrisa amplia y brillante, antes de guardar el papel en mi bolsillo—. Te lo prometo.

Con eso, me giré y salí de la casa, sintiendo una satisfacción creciente. Mientras volvía al auto, la imagen de Tn cruzó nuevamente por mi mente, su rostro cansado y sus pasos apresurados. Era evidente que algo la estaba afectando, y aunque podría haber sido prudente dejarlo pasar, la tentación de averiguar qué era me resultaba demasiado atractiva. Después de todo, ¿Qué sería de la vida sin un poco de entretenimiento?


Tn

Finalmente, llegué a casa, sintiendo el peso del día acumulado en mis hombros. Cerré la puerta detrás de mí, y el silencio que llenó el espacio fue un alivio bienvenido. El constante ir y venir de reuniones, las caras, las conversaciones... todo se disolvía en la quietud de mi hogar.

Me quité los zapatos y me dirigí al dormitorio para cambiarme. Los jeans y el cardigan que llevaba se sentían como una segunda piel pegajosa después de tantas horas. Me deslicé en una camiseta suave y unos pantalones holgados, dejando que la tela ligera rozara mi piel. Con cada pieza de ropa que caía al suelo, sentí cómo el cansancio físico se suavizaba, aunque la tensión interna seguía presente, agazapada en algún rincón de mi mente.

Me dirigí a la cocina, buscando algo que pudiera calmarme. Mientras mis ojos recorrían el gabinete, buscando una simple infusión para relajarme, un destello me llamó la atención. La luz reflejaba en una botella de whisky que había estado ahí quién sabe cuánto tiempo. Sonreí sin humor. "Bingo", pensé. Algo más fuerte que un simple té era justo lo que necesitaba.

Sinfonía de la muerte (Alastor x Tn)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora