Sinfonía de la muerte (Alastor x Tn)

4

La mañana siguiente me recibió con la brisa fría que se colaba por la ventana entreabierta del hotel. Me desperecé, sintiendo el ambiente gélido y la aún latente tensión de la noche anterior. Pero no había tiempo para malos humores. Luisiana esperaba.

Kevin, siempre puntual, ya estaba en la puerta de mi habitación esperando a entrar. Al pasar, enseguida se sentó en una pequeña mesa frente al gran ventanal revisando vagamente algunos documentos mientras esperábamos el desayuno. Me uní a él, y pronto nos encontramos discutiendo los detalles del día. La primera parada sería la tienda de ropa para seleccionar los atuendos de las próximas presentaciones. Estaba ansiosa por ver qué maravillas encontraría allí.

— Estómago lleno, show feliz— Comentaba Kevin mientras se estiraba en la silla acariciando su delgado abdomen. — ¿Lista para un día productivo?

—Más que lista. Vamos a elegir algunos trajes impresionantes.

Luego de bajarnos del taxi, llegamos a Rosie's Couture House. Era incluso mejor de lo que esperaba. La tienda irradia elegancia, con maniquíes exhibiendo vestidos deslumbrantes y trajes impecables. Rosie, la propietaria, nos recibió con una cálida sonrisa y nos guió a través de su impresionante colección.

—Bienvenida, Tn. Es un placer tenerte aquí. —dijo Rosie mientras me conducía a una sección de la tienda especialmente reservada para mí—. He seleccionado algunas piezas que creo que te encantarán.

Pasé la mañana probándome vestidos y trajes, cada uno más impresionante que el anterior. Rosie tenía un ojo para los detalles, y cada prenda parecía hecha a medida para mí. Kevin observaba con atención, haciendo sugerencias y asegurándose de que todo estuviera perfecto.

—Este es perfecto para el primer show en Nueva Orleans. —dije, admirando mi reflejo en el espejo mientras me probaba un vestido de satén rojo con detalles dorados—. Captura la esencia de la ciudad y del bar, vamos a ir al Dorado Jazz Lounge. —. Comenté dirigiéndome a la esbelta encargada.

— ¡Oh el Dorado Jazz! — Dijo emocionada mientras soltaba mi vestido para juntarse las manos de la emoción.— Buena elección para primer show querida. Todo un deleite, sus shows jamás decepcionan, y este vestido va perfecto con la estética de allí.

—Sin duda. —asintió Kevin—. Será un gran éxito.

Con los atuendos seleccionados y las compras finalizadas, decidimos aprovechar el resto del día para explorar otro rincón emblemático de la ciudad: el Barrio Francés.

Las calles de allí estaban llenas de vida, con músicos callejeros, artistas y una multitud de turistas disfrutando de la atmósfera. Kevin y yo caminamos por las estrechas calles empedradas, admirando los edificios históricos con sus balcones de hierro forjado y las coloridas tiendas y cafés que invitaban a detenerse.

—Este lugar tiene un encanto especial, ¿verdad? —dijo Kevin, mirando a su alrededor con una sonrisa de satisfacción—. No es de extrañar que Nueva Orleans sea conocida por su espíritu único.

—Sí, definitivamente —respondí, disfrutando del bullicio y la música que parecía emanar de cada rincón—. Es imposible no sentirse inspirado aquí.

Decidimos entrar a una tienda que vendía comida local. Nos decidimos por unos deliciosos Beignets. Mientras disfrutábamos de la comida y del ambiente, conversamos sobre los preparativos para los próximos días y sobre la actuación que se avecinaba.

—Mañana será un día ocupado con la entrevista en la emisora —recordó Kevin—. Pero hoy, aprovechemos para relajarnos un poco.

—Suena perfecto —dije, sintiéndome agradecida por la pausa y la oportunidad de sumergirme en la cultura local.