46

11 2 0
                                    

Una llamada anónima describiendo al Monstruo de Luisiana.

Esa noticia seguía rondando en mi cabeza y en el aire a mi alrededor, haciendo eco en cada esquina de la habitación.

Traté de enfocarme en el libro que tenía frente a mí, uno de los que Alastor me había dado. Pasé las páginas, intentando leer los símbolos y palabras que alguna vez habían captado mi interés. La idea de que alguien hubiese dado pistas a la policía era aterradora. Si él caía, si lo descubrían, todo se vendría abajo. Intentaba no pensar en ello, pero los pensamientos se filtraban como agua en una grieta. ¿Quién habría hecho esa llamada? ¿Quién podría conocer los detalles suficientes para poner en riesgo a Alastor?

Respiré hondo, esforzándome por concentrarme. La suave luz de la lámpara iluminaba las páginas amarillentas del libro, pero las palabras se desdibujaban ante mis ojos, y las letras parecían convertirse en garabatos sin sentido. Todo esto solo complicaba las cosas. El sudor frío corría por mi espalda al pensar en la posibilidad de que fuera capturado. Los negocios, yo... todo podría irse al carajo en un abrir y cerrar de ojos.

Mientras me sumergía en un mar de interrogantes sin respuesta, el teléfono sonó abruptamente rompiendo el silencio de la habitación. Salté del sofá, sobresaltada por el ruido. El libro cayó de mis manos y se estrelló contra la mesa con un golpe sordo, mientras me dirigía hacia el teléfono que colgaba de la pared.

—¿Hola?.

—Hola... soy Marco — La voz que menos esperaba escuchar estaba a través del teléfono. Con ese tono, casi demasiado seguro para su propia naturaleza—. Víctor quiere saber por qué te estás demorando tanto con el secuestro... Lo necesita para ya.

Sentí una punzada de irritación al escuchar su mensaje. Sabía que no era Marco el que realmente estaba hablando, sino Víctor a través de él. Usarlo como intermediario era un truco barato, pero eso no significaba que no me molestara. Estaba claro que Víctor no quería perder el tiempo en dar explicaciones y había mandado a Marco para hacerlo en su lugar.

Rodé los ojos, ya sintiendo la irritación burbujeando bajo la superficie. Víctor y su maldita impaciencia.

—Ponme en altavoz — ordené, sin disimular mi fastidio. Sabía que Víctor estaba cerca, escuchando. Esto no era más que un truco para intimidarme.

Hubo una pausa al otro lado de la línea, un pequeño sonido de exhalación como si estuviera cuestionando mis palabras. Finalmente, el clic me indicó que estaba en altavoz.

—Ya estás en altavoz... —respondió Marco, y podía imaginar su rostro, tratando de mantener esa fachada de seguridad que tan mal le quedaba.

—Jean está vigilando la zona y los horarios —comencé, manteniendo mi tono calmado pero firme—. Elegiste a una familia peligrosa, tienen seguridad y...

—¡Me importa una mierda lo que Jean esté o no haciendo! —interrumpió Víctor, su voz sonó fuerte y clara a través del altavoz. Pude sentir la furia en su tono, la impaciencia desenfrenada que siempre lo caracterizaba—. ¡Lo quiero para ahora!

Apreté los dientes, intentando no dejarme llevar por la ira. Esto era una locura, un riesgo innecesario, y Víctor no veía más allá de su deseo inmediato.

—¡Es peligroso arriesgarse tan rápido! —repliqué, mi voz subiendo un tono sin poder evitarlo.

—¡No me importa! ¡Quiero al pequeño mocoso de Peyster cueste lo que cueste! ¡Lo quiero para mañana! — la furia emanaba de él como un vapor oscuro. Hubo un sonido de pasos apresurados, y antes de que pudiera decir nada más, la línea se cortó de golpe.

Sinfonía de la muerte (Alastor x Tn)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora