Capítulo 4: Corazón de Hierro

1 0 0
                                    

Tino D.

No he dejado de pensar en ella cada día y cada noche, su reflejo sigue apareciendo frente a mí a cada instante, cómo olvidarla, como hacerlo si cada rincón de este maldito lugar no dejaba de recordármela, han pasado ya casi 4 meses desde la última vez que nos vimos y desde aquel momento no hemos vuelto a saber ni del uno ni del otro, no volvió a buscarme ni yo a ella y tal vez fue lo mejor, pues no hubiese resistido las ganas de correr a su lado para decirle que aun la amo y pedirle perdón por lo estúpido que he sido, pero definitivamente eso ya quedo atrás, quizá también decidió no querer saber nada mas de mí.

Aun con la tragedia que rodea mi vida, no todo estaba perdido, pues he disfrutado de una nueva compañía que ha aliviado en algo mi angustiante soledad. Él es Adrien, suena extraño decirlo así pero somos una especie de roommates, su llegada no fue muy grata para todos y las razones ni que decir. Debido a su naturaleza no fue muy bien recibido ya que al ser un convertido no había más opciones que la eliminación, he aquí parte de la historia.

- ¡Quién diablos eres! – pregunta Will mientras lo sosteníamos en unas de las vigas de la cabaña.

En uno de nuestros recorridos nocturnos pudimos darnos cuenta de que alguien rondaba el lugar que solemos frecuentar, marcas en los árboles, pisadas y retazos de ropa que no pertenecían a ninguno de nosotros termino por ser el detonante para organizar una emboscada.

- ¡¿Quién lo hizo, quien te convirtió?! – el hombre permanece en absoluto silencio.

Austin baja la cuerda y vuelve a sumergirlo en el barril de agua, nuestros métodos sí que eran de temer, necesitábamos algo de adrenalina ya que nos encontrábamos algo aburridos sin causa alguna que perseguir. Sin embargo al desconocer su procedencia no teníamos más opción que torturar al intruso hasta que este confesara.

- No tengo ni una maldita idea, hace ya casi 15 años que soy así, desperté una mañana con una profunda mordida en el brazo y no recuerdo más.

Al parecer no obtendríamos ningún dato por parte del sujeto, con los ánimos más calmados lo desatamos y lo acorralamos hacia la pared para intimidarlo y que este confiese al fin, si alguien lo había enviado con segundas intenciones lo sabríamos hoy mismo.

Estaba completamente seguro que se trata del mismo tipo de criatura que ataco a Renzo y también en el cual Niccolo se convirtió, hay alguien detrás de ellos, no lo dudo. Le clavo un fuerte puñetazo en el estómago al sentir como una profunda rabia se apodera de mí ser al recordar todos los eventos pasados.

- Si no nos dices quien te convirtió te va a ir mal, muy mal – lo sujeto de los hombros y lo estampo contra la pared, levanta la vista hacia mí y de inmediato sus ojos se centran en el dije que cuelga de mi cuello.

- Era para ti – dijo con una expresión de disgusto dejando ver a la vez una especie de sonrisa burlona – si lo hubiese sabido jamás se lo hubiera vendido a ella, ¿es tu novia?

La manada habla en secreto, pues saben perfectamente que ese nombre no debía pronunciarse jamás en este lugar.

- No, y no debe importarte un carajo de donde lo saque, ¡atenlo de nuevo! – ordeno saliendo de la habitación.

Ese definitivamente había sido un golpe bajo, ¿había sido precisamente él la persona quien se la vendió a Lucille?, reviso entre sus cosas y en una especie de manta traía muchas artesanías, pulseras, dijes, entre otras de esas chucherías abundaban entre sus pertenencias, él era una especie de hippie el cual vivía en una casa rodante.

- ¿Qué haremos con él? – pregunta Will a mi lado después de dejar a Adrien atado con cadenas.

- Dejémoslo unos días más, debemos acorralarlo hasta que piense que no tiene escapatoria.

Mi Luna de Plata - Pasiones ProhibidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora