Capítulo 50: Sígueme la pista

2 0 0
                                    

Vasco D.

Decido no volver a preguntarle a Tino sobre aquel asunto. Lo importante aquí es que gracias a Irina tenemos los pasos de Ivette y ahora vamos tras estos.

- Si vamos a enfrentar a esa mujer, necesitamos prepararnos con sus mismas armas, no va a ser fácil acorralarla y deshacer su hechizo.

- Por supuesto, ¿Qué esperabas? ¿Qué iríamos y se lo pediríamos por favor? – dice Tino en tono sarcástico.

Ruedo los ojos impaciente por su actitud.

- Entonces dime, ¿Qué coños tienes tú en mente? – digo pensando seriamente en lo que va a suceder cuando la encontremos.

- Eso depende de lo que mi arma secreta diga, Caroline, nos orientara para cazar a esa bruja del demonio y devolverla al infierno donde pertenece.

- Bien, ¿en dónde empezaremos? – brindo con él y tras un trago define nuestro próximo destino.

- Espero que ahora que estas tan enamorado, no se te haga difícil separarte un tiempo de Giselle para ir a España.

- ¿Cómo?, ¡maldita sea! ¡no puede ser! – bramo muy fuerte tras escucharlo – iba a mudarme mañana mismo con ella.

Se ríe de mí al ver que mis planes se han ido a la basura.

- Es a donde tenemos que ir, estoy casi seguro que Ivette debe estar en Madrid – dice fijando la mirada en mis ojos.

Creo que es hora de quitarle el alcohol antes de que se le revuelvan todas las ideas y echemos a perder todo.

- ¡Oye! – dice un tanto molesto por mi acción – aun no estoy ebrio.

Llama al camarero y pide otra botella.

- La cuenta por favor – solicito yo para que ya deje el trago.

Me abuchea y me tacha de aburrido.

- Quizá esto no sea importante para ti, pero para mí sí y por eso te necesito sobrio – digo con seriedad.

- Ah pues, no sabía que solo tu tenías problemas – finge una sonrisa – te parece poco todo lo que sucede conmigo, ¡bien!, te lo enumerare: primero, mi novia está muerta; segundo, condene a mi manada al mando de un imbécil que la está llevando a pique; tercero, mi padre se encuentra en la cárcel; cuarto, embarazaron a mi hermana; y así puedo continuar toda la noche si quieres, tengo motivos de sobra.

- ¡Esa no es la solución!, ¿crees que con embriagarte desparecerá mágicamente toda tu vida?

- No, pero te hace olvidar un momento quien eres – toma el ultimo shot y deja el vaso sobre la mesa con fuerza - ¡Mierda!, si Lucille lo supiera me odiaría por siempre.

- Y con razón, a ella no le gustaría ver que has terminado como un alcohólico.

- ¡No me refiero a eso! – expresa con evidente enfado.

- Deja la bebida y vámonos ¡ya!, tenemos mucho por hacer – me levanto de la mesa, pero al parecer él, no tiene intenciones de irse.

- Solo por hoy, te juro que esta será la última vez, quiero olvidarme de este maldito día – dice con tono deprimido.

Regreso y me vuelvo a sentar frente a él. Me da lástima dejarlo solo, cualquiera en su lugar estaría así de desesperado, además, le debo mucho por lo que está haciendo por mí y Giselle.

- ¿Qué cojones piensas hacer con tu vida eh? – no entiendo cómo puede echarse al olvido y al abandono en este maldito vicio.

- Yo tenía planes Vasco, era muy feliz pensando que mis proyectos se realizarían, que pronto no lo sé... sería un gran empresario y que todo marcharía bien mi vida. Iba a tener una linda esposa, tendría hijos. Recuerdo hablar con Lucille unos días antes de la boda sobre eso, le dije que nuestro primer bebé sería una niña, entonces se formó una pequeña discusión. Ella quería un niño e insistía en ello, así que apostamos. Si llegara a ser niña yo le pondría el nombre y si en caso contrario, niño, ella elegiría a su libertad. Aun pienso en ese día, me veía en un futuro donde cargaba a mi hija, una niña de ojos tiernos y dulces, blanca piel y cabello chocolate con ondas que se movieran al compás del viento. Ahora solo me queda refugiar aquel recuerdo en mis sueños, porque soy consciente de que jamás ocurrirá.

Mi Luna de Plata - Pasiones ProhibidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora