Capítulo 8: Muerte prematura

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Victoria D.

Unos ruidos en los arbustos me distraen, regreso para verificar que no haya nadie espiándonos alrededor, al sentir una fuerte presión en el pecho me alejo de los brazos de Tyler, es una sensación inexplicable como si una gran pena se apoderara de mí en este momento. Cada vez que estoy con Tyler intento buscar en él los besos que alguna vez tanto añore y esta situación lo demostraba, esto se convertía en una peligrosa trampa para ambos, estaba cometiendo un grave error al querer olvidarlo con otra persona y peor aun engañándome cuando sabía perfectamente que amaba a otro y siempre lo haría.

- Tyler necesitamos hablar – digo con determinación después de haberlo besado - no puedo seguir contigo, esto está mal – me mira confundido negándose a creer lo que digo.

- No te entiendo, todo va bien entre nosotros, Victoria dime que hice mal – no había nada que reprocharle la del problema soy yo.

Mis pensamientos y mi corazón se debatían entre si ya era hora de dejar a Valentino atrás con o sin Tyler de por medio, todos estos meses no he tenido noticias de él, y aunque al principio se me hizo difícil comprender el lazo que nos unía esperaba al menos el soporte emocional que tanto necesite de su parte, ahora que la tormenta ya había pasado empezaba a comprender muchas cosas, no fue fácil ni justo para ninguno de los dos, aun así mi corazón no ha dejado de latir por él, lo único que quería y pensaba era en verlo otra vez a pesar de que ya no seamos nada más que solo familia.

- No puedo, perdón – respondo marchándome a toda prisa de ahí, él grita mi nombre con fuerza, pero no volteo atrás.

Una tenue garua de verano cae refrescando todo a su paso, cruzo rápidamente la parte trasera de los jardines hasta entrar por la puerta que conectaba hacia la cocina, Merry está en ella junto a otras personas del servicio atendiendo a los invitados.

- Señorita Victoria, ¿Dónde estuvo? – me alcanza una toalla para secar las pequeñas gotas de lluvia que surcan mi piel.

- Solo andaba por ahí... ¿sabe si alguien noto mi ausencia? ¿preguntaron por mí?

- No, todos están en la fiesta, pero llego el hijo del señor Massimo a saludar a su hermana, después de tanto tiempo creí que ya no lo volveríamos a ver.

Mi pulso se acelera al saber que está aquí, no puedo contener la felicidad que abarca en mi interior y me doy prisa para salir a su encuentro.

- Merry, ¿está segura de lo que dice? – pregunto con toda la emoción a flor de piel.

- Claro, yo misma lo vi cuando llego.

Salgo corriendo hacia el exterior de la casa, aun a pesar de las miradas extrañas de las personas del servicio, correr en tacones es lo más horrible del mundo me digo a mí misma durante el trayecto.

Busco a Tino con la mirada y no lo encuentro, me acerco disimuladamente a Liz y pregunto por él.

- Si, estuvo aquí, lo vi irse a la parte de atrás hace ya varios minutos, pero creo que todavía no ha regresado – comenta observando en todas las direcciones para ver si es que se lo había hecho.

Mi alma abandona mi cuerpo cuando me entero de que estaba buscándome, ahora me encontraba completamente segura de que fue él quien estaba entre los arbustos.

Dejo a Liz con la palabra en la boca y comienzo a buscar rastro de Tino por todo el lugar voy hasta la entrada de la mansión y veo su camioneta a punto de salir, me apresuro para seguirlo pero es en vano, no detiene su marcha aun cuando sabe perfectamente que voy tras él.

- Deja ya de arrastrarte, no vino por ti – comentan tras de mi – aún no entiendes que no es para ti, es tu primo, maldita enferma asquerosa – su risa burlona hace que me hierva la sangre.

Mi Luna de Plata - Pasiones ProhibidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora