Victoria D.
No sé cuáles sean las intenciones de Valentino, no entiendo como de un momento a otro puede hacerme creer que en verdad me detesta y en otras sus besos me demuestren todo lo contrario. Continúo aferrada a su cuerpo como si ese fuese mi único soporte, mis sentimientos por él me llevan a corresponderle de una forma que ni siquiera me deja pensar en el peligro que corremos en este lugar. Siento una extraña sensación de felicidad al estar de nuevo entre sus brazos, una que me hace sentir completa y que tanta falta me ha hecho estos meses en los cuales decidió alejarme de su vida. Sin embargo ya nada puede ser como antes, ni él, ni yo somos los mismos de hace casi un año atrás, y aunque nuestra relación fue lo más hermoso que algún día tuvimos, no puedo llevar esto más allá, aunque me cueste es momento de decir adiós.
- ¡Suéltame! – susurro apartando su rostro del mío.
Sus manos aún mantienen su firmeza sobre mi piel, ambas son las causantes de ser mi prisión.
- Confírmame primero lo de mañana – repite insistiendo en su intención.
Alguien se aproxima hacia la biblioteca y me siento nerviosa al saber que pueden descubrirnos.
- ¡Es tu madre! – escucho la voz de Minerva hacer eco por los pasillos.
- Mucho mejor, así descubrirá quien eres en realidad – no me deja escapatoria, al parecer sus planes son exponerme frente a ella.
En un descuido le doy un fuerte rodillazo en la entrepierna para así librarme de él, de todas formas me debía esto desde que nos conocimos, siempre quise hacerlo y es ahora cuando puedo concretar mi venganza más aun sumándole todos los eventos anteriores en los cuales me ridiculizo.
Lo veo retorcerse de dolor sobre el suelo, quizá suene un tanto maquiavélica pero ver eso me causa una gran satisfacción.
- ¿Te sientes bien? – pregunto de manera hipócrita frente a Minerva quien aparece de repente.
Al verlo así ella se pregunta qué había sucedido.
- Lo encontré desmayado de un momento a otro cuando pasaba por aquí, tía creo que el pobre tiene un fuerte calambre en el estómago, ¿verdad? – pregunto dirigiéndome hacia él.
Su fulminante mirada dice que me las va a cobrar después, se reincorpora lentamente mientras sujeta su abdomen, junta sus rodillas y apoya su cabeza sobre estas, Minerva planea ir en busca de un botiquín por una pastilla para calmar su dolor, no sin antes agradecerme por haberlo auxiliado y al final de todo soy yo quien ha quedado como la heroína de la historia.
- ¿Por qué la puerta estaba cerrada? – se extraña al notar ese detalle.
- El aire, la puerta se cerró con fuerza al entrar – no discute más y va a buscar lo que necesita.
- Ya veo que eres muy hábil en esto – critica al levantarse y enfrentarme cuando ella desaparece.
- Tuve al mejor maestro – respondo con una chispa de sarcasmo – si vuelves a molestarme seré yo la que le contara la verdad, así que no intentes amenazarme.
Regreso a la fiesta abrumada por todo lo sucedido, casi había olvidado que invite a Tyler, y es que después de que Valentino declarara mi muerte ya nada me importo, así que al venir para intentar arreglar las cosas acepte retomar nuestra relación.
Fue él quien no quiso escucharme y eso me dolió, prefirió imponer su orgullo antes que a mí así que ahora no tenía derecho a reclamo alguno. Ahora soy yo quien se siente mal por tener que mentirle a Tyler, no lo merecía después de mis tantos arranques de inseguridad.
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Mi Luna de Plata - Pasiones Prohibidas
Roman pour AdolescentsLa vida no ha sido facil para Vasco, alejado de su propia familia ha crecido con los ideales de destruir a esta a toda costa. Las cosas no saldran como él lo esperaba y sin querer terminara enredado en la polemica familia Dalmazzi de quien ya hemos...