Capítulo 55: Aires de libertad

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Tino D.

Este periodo en la cárcel junto a mi padre, nos acercará más de lo que hemos convivido en los últimos 20 años de nuestras vidas.

- Lo único que quiero es que no te hagas falsas esperanzas – dice al revelarle lo que mi alborotada mente ha llegado a imaginar.

- Max por favor, estoy casi seguro de que puede ser posible. Tú mismo estás viéndolo con tus propios ojos, el cuerpo de Lucille no apareció, ni parecerá, porque ella está viva.

Me cree un completo demente por creer en esa posibilidad, mas yo no lo descarto.

- La viste muerta en la morgue, deje que entraras para que te cercioras por ti mismo de que así fue. Sé que no lo creías porque tu dolor era más fuerte en aquel entonces.

- Algo le hicieron, ¡yo lo sé! – exclamo impaciente al intentar buscar una respuesta.

- Valentino, nadie se muere y resucita días después.

- ¿Ah no?, que hay entonces de...

- No intentes pasarte de listo – me detiene antes de que comience a decir más disparates – acepta que Victoria está muerta, que tal vez su cuerpo desapareció misteriosamente, sí, hasta yo lo acepto y prometo que te ayudare a buscarla, pero por favor, ya no te ilusiones, ella no volverá.

La pequeña llama de esperanza que aun alberga mi pobre alma, se niega a apagarse. No puedo dejar que se extinga, pues, es lo único que me mantiene vivo, lo que me alimenta cada día y si eso sucediera volvería a perder el propósito de mi existencia.

Escucho sus consejos para con el nuevo delito que ahora se me imputa.

- Lo que has hecho es algo sumamente grave. Hablare con uno de mis abogados para ver que pueden hacer por ti. Espero que no sea muy larga tu estadía en este lugar, tal vez una multa y algo de trabajo social sean suficientes como castigo para tu delito.

- Ya tomaron mi declaración y les explique lo que llegue a descubrir. Max, la policía me cree un loco en potencia y después de esto estoy seguro que recomendaran encerrarme en un manicomio.

- Eso no va a suceder, ¿tienes las pruebas que incriminan a Cadwell?

- Por supuesto, las tengo en casa.

- Perfecto, esos papeles demostraran que tu tenías razón y que él planeo todo con premeditación.

Aun cuando se culpe y señale a Frank Cadwell, no había manera de que nos brindara su declaración y me diga que hizo con el cuerpo de Lucille. Aunque, ahora que iba a ser responsable de ese delito, lo buscaran vivo o muerto, pues ambas familias necesitamos respuestas y ese medicucho nos las debe y también lo hundiremos hasta que se pudra en la cárcel.

En cuanto a Cesar y a Claudio, también tengo algo planeado contra ellos. En mi declaración los menciono y estoy seguro que pronto recibirán una notificación.

- No debiste hacer eso – comenta Max con suma preocupación.

- ¡¿Cómo qué no?!, ellos también son culpables. No me digas que aún guardas algo de aprecio por el maldito de Claudio, que solo daño ha ocasionado a esta familia.

- No me refiero a eso – Max me calma al ver mi reacción - Si ya los mencionaste entonces los van a alertar. Si lo que buscas es respuestas, no las vas a encontrar, porque corremos el riesgo de que se fuguen al sentirse acorralados.

Evidentemente Max es todo un estratega. Cómo rayos no se me ocurrió antes, ¡maldición!, tenía mucha razón y sin quererlo acelere las cosas por no medir bien mis emociones. Se supone que lo mejor era sorprenderlos, y no que estén al tanto de que sabíamos lo que habían hecho.

Mi Luna de Plata - Pasiones ProhibidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora