Seremos uno mismo.
Silvia
Me acerqué a él, tomó mi mano besándola al instante.
—Como algunos ya lo saben, ella es el amor de mi vida, hemos pasado tanto para estar ya enamorados como lo estamos en estos momentos—. Fácil hacemos una novela. —Como cada uno de ustedes, bueno algunos, a tenido la oportunidad de portar algo de ustedes a nuestra relación, por eso es que quiero que sean testigos de esto—. Dios que ya suelte lo que tenga que decir.
—Silvia, amor lo supe desde el momento que te vi, que llegaría contigo hasta el final, ¿Quieres ser mi esposa?—. Que digo, yo aun no me quería casar, pero una parte de mi si, porque lo amo como a ningún otro.
—Jorge yo...—. Estaba demasiado nerviosa.
—Dile que si—. Gritaba todo el público.
—Si aceptó Jorge—. Saco de su saco una cajita sacando de ahí un hermoso anillo. Un anillo con 3 diamantes.
—Te amo—. Se abalanzó a besarme.
Todos aplaudieron, me sentía tan llena de felicidad, aun que lo único que me preocupaba era que Fernando ahora estaría mas cerca de mi e hiciera algo para separarnos.
No se cuantas copas de vino con champán me tome, pero creo que fueron muchas porque ya me sentía media mareada.
Jorge
Ya había pasadola propuesta, espero el día con ansias para casarme con esta bella dama mi mujer.
Empecé ver cómo Silvia tomaba demasiadas copas de vino, ella platicaba con sus compañeros risa tras risa.
La dejé platicando y yo me fui a charlar con los demás invitados.
Un grupo de personas se formó sobre la pista de baile para bailar al son de la música.
Se empezaron a dispersar y vi a Silvia bailaba como nunca, creo que el alcohol ya había hecho estragos en ella, "Meza que más aplauda, le mando le mando a la niña Sa s asa yakusa" se escuchaba en el lugar, Silvia estaba bailando tan jodidamente sexy, movía sus caderas de un lado para otro, los hombres la rodeaban junto con mujeres.
Acepto estoy celoso, pero ver cómo mueve las caderas me hipnotiza.
No se quien seria pero un hombre puso una mano en la cadera de Silvia, eso sí que no, me levante furioso y caminé hacia la dirección de Silvia.
—Permiso, permiso, voy a bailar con mi mujer—. Empuje a el tipo ese y voltee a Silvia hacia mi.
—Jorge, no que no te gusta bailar—. Ósea no me gusta bailar mucho, pero cuando un hombre quiere estar con mi dama hago hasta lo imposible.
—Hago hasta lo imposible para satisfacer a mi mujer—. Le susurré a su oído.
Bailamos no sé cuantas canciones pero ya me dolían los pies, Silvia no paraba de bailar.
Después de tanto ella hizo una pausa, caminamos hacia las copas, yo solo agarre una de vino tinto y ella de vino blanco, la cual se tomó rápido y se sirvió otra igual.
Otra vez ella camino hacia la pista de baile dejándome solo.
—Jorge—. Voltee a ver quien era, Sebastian estaba a mi lado.
—Dime—. Contesté.
—Te llaman los patrocinadores para ver las cifras y cuando te llegarán los nuevos aparatos—. Asentí. —Ve yo cuido a Silvia—. Le hice un gesto de gracias y me fui con los administradores.
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El destino
RomantizmSilvia una joven de tan solo 20 años pasó la desgracia de su vida, después de sufrir un abuso de parte de tu pareja Fernando y que el pasado no la dejara en paz. Decidió irse a estudiar a Roma, Italia para librarse de su pasado y sus tormentas. Lo q...