Capitulo 42

60 4 8
                                        

Somos uno

Silvia

Así pasó durante un mes, iba y venía cada tercer día al departamento de Jorge, ya había hablado con Sebastian de que había vuelto con Jorge, me confesó igual que sentía algo por mi, pero le dije que ese sentimiento se lo guardara como una bonita amistad y así pasó.

De Fernando ya no había vuelto a saber más, se lo había comido la tierra y que bueno que no había aparecido nuevamente, yo estaba demasiado feliz.

Jorge por su parte siempre me llevaba una rosa a la oficina, los arreglos que él me llevo se empezaron a marchitar, todavía había una que otra flor viviente en mi oficina, pero gracias a eso siempre olía a flores. Yo ya estaba tomando tratamiento anticonceptivo por si se nos olvidaba el condon, porque más de una vez casi se nos olvidaba, no le dije a Jorge que estaba tomando medicamento si no ya saben a pelo el sexo.

Aun que me gustaba más sin nada para sentir mejor a su amigo, era mejor cuidarse de cualquier cosa.

Para celebrar nuestro primer aniversario de mes, Jorge me preparo una sorpresa en una cabaña en Cuernavaca.

El lugar estaba decorado con velas y pétalos de rosa, por el techo colgaban estrellas.

—¿Te gusta?—. Preguntó el.

—Me encanta amor, está todo decorado tan romántico—.

—Lo mande a decorar especialmente para nuestra velada mágica—.

—Gracias—. Su mano me tomó de la cintura y me atrajo hacia el. —¿Qué haces salinas?—.

—Lo que todas las parejas hacen amor—.

—Primero cenamos no—.

—Acuérdate que después de lo que vamos hacer me da hambre, mejor hacemos eso y luego cenamos—. Sus labios tomaron a los míos.



Sus labios me besaban con una intensidad como si no hubiese mañana, empezó a bajar el tirante de mi vestido, despegó su boca de la mía y empezó a besarme el hombro, bajando poco a poco el vestido.

Ya que estuvo este en el suelo siguió con mis pechos, los tomaba cada uno con desesperación, succionando cada uno.

Le levante la camisa haciendo que él levantara las manos para poder quitársela.

Volvimos a besarnos, terminé con un beso tierno para poder bajar a su pecho, él jadeaba era señal que lo estaba disfrutando.

Baje hacia su entrepierna, desabroche su pantalón, su ereccion era bastante notable, metí su polla a mi boca y empecé a chuparla.

Succionaba y soltaba constantemente, su mirada parecía de no aguantar más, pero me veía con sus ojos totalmente negros.

"Me voy a correr" lo escuché decir y sentí como se corrió en mi boca dejando el líquido caliente.

—Ahora me toca a mi—. Dijo el, me levanto de el suelo y me recostó sobre la cama. —Abre las piernas Silvia—. Negué. —Es una orden si no te lo juro que te voy a partir en dos—. Seguí negando. —Vamos hacerla por las malas entonces—. Sonreí.

Abrió mis piernas con fuerza y en mi vagina metió dos de sus dedos, se sentía tan rico, me arqueaba de placer.

—Jorge para...—. Dije pero él dio más deprisa. —Mi amor no pares no me hagas caso tú sigue, ¡Dame más papi!—. Estaba perdida en el placer.

Sentí como saco sus dedos y vi como los lamió a los dedos, su cara era de maldad y deseo, se inclinó hacia mí y empezó a chupar mi vagina, ¡Dios! Grite alzando una mano a su nuca para tomarle el pelo, me masajeaba con su lengua mi clitoris.

El destino Donde viven las historias. Descúbrelo ahora