Sin rastro
Silvia
María me llevo de compras, todo lo que me estaba enseñando me gustaba.
Anhelaba volver a sentir esto nuevamente y mi suegra era la más feliz, bueno no suegra porque se enoja si le digo así, así que es María.
No me dejo pagar nada de lo que llevábamos para mi, también me llevo a comprar ropa para mis bebés, bueno según ella para el bebé, porque aún ella no sabía que eran dos, pero tengo que decirle, porque no para de comprar ropa azul y colores neutros pensando en que es niño.
Tengo que decirle, no quiero que gaste de más, porque los bebés crecen y algunas veces no les queda la ropa más que por una vez.
—María—. Llame su atención.
—Dime muñeca—. Me miro.
—Te tengo que decir algo—.
—¿Te sientes mal? Vamos al hospital—. Aventó las cosas la carrito.
—No no es eso, te tengo que decir algo sobre tus nietos—. Señalé mi panza
—Mis nietos que—. Me miró extrañada. —Espera acabas de decir nietos—. Asentí. —Son dos—.
—Así es María, tienes una nieta y un nieto aquí—. Me acaricie la panza.
—Pues con más razón hay que comprar cosas rositas para mi niña, me acabas de hacer la abuela más culeca del mundo—. Me reí.
—Ojo no sabe nadie, ten cuidado con decirlo, eres la primera en saber—. Asintió.
Dejamos alguna ropa de niño porque pues como le iba a poner mucha a mi niño.
Pago en la tienda que estábamos y nos fuimos a comer, yo le dije que invitaba la comida y ella aceptó.
Nos fuimos a comer pizza, porque eso quisieron los cuates que comiéramos el día de hoy, aún que siento que después de este embarazo voy a subir más de 10 kilos, pero no importa para eso existen las cirugías y las dietas para bajar de peso.
En camino al departamento, íbamos cantando canciones como señoras dejadas a todo pulmón.
Los cuates se movían, señal que van hacer iguales de desmadrosos que su madre.Una camioneta negra se nos venía emparejando, yo lo vi como normal porque pues íbamos por periférico, aquí están locos por lo que siempre eh visto en mi tiempo estando viviendo aquí.
Pero ya era mucho, porque hacia donde nos hacíamos la camioneta se hacía.
Creo que María se dio cuenta de eso y me dijo que me agarrara fuerte que íbamos a perderlo.
Aumento la velocidad y empezó a escabullirse entre los autos para perderlo.
Yo ya iba demasiado mareada, quien no con tanto arrancon que se daba la María.
Después de un rato pudimos perder la camioneta, hasta nos salimos de periférico para meternos entre calles para poder llegar al departamento.
Justo dando vuelta para llegar al departamento, apareció de nuevo la camioneta negra cerrando nuestro camino, María quiso dar marcha para atrás, se nos puso otra camioneta atrás.
Porque mierda me pasa esto a mi, lo único que me alegraba era que la camioneta era blindada y nos protegería un poco.
También tenía un botón de pánico que llegaba la señal hasta donde estaban sus guardaespaldas.Un tipo encapuchado bajo de la camioneta de enfrente con un arma.
Me asuste demasiado que sentí que la respiración se me iba.
Puse mi mano en mi vientre para proteger a mis bebés.
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El destino
Любовные романыSilvia una joven de tan solo 20 años pasó la desgracia de su vida, después de sufrir un abuso de parte de tu pareja Fernando y que el pasado no la dejara en paz. Decidió irse a estudiar a Roma, Italia para librarse de su pasado y sus tormentas. Lo q...