Capitulo 39

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Una noche para amar

Jorge

Solo estaba esperando el momento para ir a la oficina de mi Silvia para ver su reacción ante todos los arreglos que habían llegado.

Salí a sentarme a la sala que tenemos los doctores para descanso, ahí teníamos todas las comodidades como una pantalla, área de café, zona de alimentos, sillones reclinables, un telón para proyectar películas. Hay personas que dicen que los doctores vivimos mal, pero eso cambia dependiendo el hospital en el que trabajabas, en esta cadena de hospitales se preocupaban por la comodidad de doctores y pacientes, la verdad agradezco esto.

Ya eran las 6 de la tarde, me levante para ir a la oficina de Silvia, camine hacia allá, no estaba lejos estaba casi alado de mi oficina la sala de descanso.

Camine hacia la puerta, verdad de Dios que iba súper nervioso, como le haría para ocultar que no fui yo quien le regale todos esos arreglos.

La puerta estaba cerrada, así que toque y me dijeron pase, entre.

—Hola Silvi—. Salude.

—Hola Salinas, pasa, siéntate donde puedas—. La verdad casi no había lugar, pero me senté encima del escritorio.

—Wow, ¿Quién te mando todas estas flores?—. Pregunté con algo de nerviosismo.

—No se la verdad, pero ame todas, ahora no se donde las voy a meter—. Escondió las notas.

—¿Te gusto lo que decían las notas?—. ¡Puta madre Salinas, ya la cagaste!, me grite internamente porque si la cage otra vez.

—¿Fuiste tú verdad?—. Me pregunto mirándome, me puse nervioso.

—No como crees, yo no gastaría más de diez mil pesos mexicanos por tanto arreglo—. Ya mejor no digo nada cada vez la riego más.

—Con eso me dijiste todo salinas—. Pase saliva. —Gracias por este detalle, estuvo hermoso, todo hasta lo de las cartas, yo pensé que no tenías lado cursi—. Sentí mi rostro caliente de vergüenza .

—Pues no tengo lado cursi, pero por ti lo descubri muy a fondo—. Ella sacaba mi lado cursi que ni yo conocía.

—Bueno pues, que sea la última vez que me mandas algo así tan extravagante, gracias estuvo lindo el detalle pero tú y yo ya no somos nada más que compañeros de trabajo—. Un putazo dolía menos .

—Pero Silv, yo sé que la cague por no creerte, pero te lo prometo yo ya cambien—. Yo sé que nadie puede cambiar de la noche a la mañana, pero por ella si lo haría. —Dame una última, quiero todo contigo—. Rezo para que me la dé porque no soporto verla a lado de Sebastian.

—Déjame pensarlo si, te pido tiempo, no sé cuánto la verdad, pero tú notarás cuando esté lista—. Cuánto tiempo necesitan las mujeres para pensarlo ni yo lo se.

—Está bien peca... Silvia—. Ya la iba a llamar como su apodo que le puse, pero tenía que tranquilizarme.

—No te quiero correr, pero como vez tengo muchos papeles que revisar, aparte tengo que analizar qué acaba de pasar con esto de las flores—. Casi casi me agarraba de la mano y me echaba.

—Oh, si que imbecil, bueno me voy si ocupas ayuda llámame es la línea 2–. Se levante y camine hacia ella, le di un beso en la frente y acaricie su mejilla, le dije..—Me llamas si ocupas algo es enserio—. Me separé de ella y salí.

Ya estando en mi oficina, me avisaron que tenía una cirugía de un tumor en el cerebro, odiaba estas cirugías porque tardábamos horas extirpando el tumor, con sumo cuidado para no dañar ninguna parte del cerebro.

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