Entre la vida y la muerte
Silvia
La enfermera me vio, vi su cara estaba por decirme algo feo por su expresión, bajo su cubrebocas para hablarme—
—Jorge salió muy bien, el problema aquí es—. Se quedo callada.
—Dígame ¿Qué problema hay?—. Trate de mantenerme fuerte.
—El señor perdió mucha sangre, durante la operación le suministramos dos bolsas de sangre, él es hipertenso no sé si le comento, la presión la tiene baja, es poco probable que sobreviva la noche—. Odiaba a los doctores y eso que yo era una, siempre decían todo de una manera muy fría.
—Pero ¿no hay nada más que se pueda hacer?—. Le dije mientras sentía mis lágrimas salir.
—Créame que hicimos todo lo posible que estuviera en nuestras manos, si sobrevive es de milagro porque fue una herida muy profunda que perforó un vaso, para que vea que no soy mala, le dire cuando esté en piso y yo misma mandaré para que vengan por usted para que lo vea—. Me sonrió
—Gracias—. Trate de sonreírle pero fue en vano.
Se fue y yo me acerqué a la capilla que estaba hay, me dejé caer de rodillas, ahora si me solté en llanto, había perdido al ser que más amaba a este mundo y ahora Jorge que se gano un espacio muy especial en mi vida, ese beso que me dio antes de cerrar los ojos me hizo sentir algo, esas famosas mariposas nuevamente, y ahora saber que él se iría me mi lado me dolía demasiado, yo sabía que era demasiado tiempo para sentir cosas por él pero díganle eso al corazón.
Pasaron a hablarme para ir a verlo a terapia intensiva, me tuve que poner un uniforme quirúrgico para poder entrar, mi corazón latía a mil por hora, al entrar lo vi, tenía conectadas máquinas a su cuerpo no me esperaba verlo tanto así, sentí como si mis piernas no me respondían pero con los esfuerzos llegué a su lado y me inque, su cara mostraba tranquilidad, volteé a ver el monitor para checar sus latidos y la presión, que en realidad si estaban bajos 80/90.
Tome su mano y la apreté, empeze hablarle—
—Mi Jorge mira cómo estás, abre tus ojos por favor, no quiero que te vayas tú también, sin ti mi vida ya no sería igual, ese beso que nos dimos removió algo de mi y tienes que despertar para hablar de eso de nosotros Salinas, no me puedes dejar sola escuchaste, si tú te vas me voy yo, así podemos estar juntos en el infierno como dijiste, pero anda sal de esta, recuerda que tenemos una cita pendiente eh, no te puedes ir sin cumplir eso—. Le dije mientras me salían unas lágrimas.
En eso entro una enfermera—
—Señorita la hora de visita ya se acabó, no puede estar aquí—. Me dijo
—Solo déjeme un ratito más aquí, él es el director de este hospital y yo soy su esposa tengo que cuidarlo—. Voltee a verla.
—El no tiene esposa yo lo sé porque tiene fama de mujeriego por todo el hospital, pero ahorita no hablemos de esto si, no haga las cosas difíciles y vayamos a fuera—. Me señaló la puerta y me levante.
Wow porque no habia escuchado eso, yo sabía que Jorge era mujeriego pero a lo que veo todo el hospital sabía, me llenaba de celos y no sabía porque.
Me quite la pijama quirúrgica y salí a la sala nuevamente, había un sillón y fui hacía a él, recargue mi cabeza en el respaldo y me puse a ver el celular, solo así me distraía un poco.
No se cuento tiempo paso pero me imagino que mucho, porque escuché desde el pasillo que me gritaban por mi nombre ¡Silvia!, ¡Silvia!, esa voz yo la conocía era más que menos Alma hasta que escuché que la callaron, me vio y me levante, corrió y se aventó hacia a mí para darme un abrazo, atrás venía Rene con una maleta pequeña—

ESTÁS LEYENDO
El destino
RomansaSilvia una joven de tan solo 20 años pasó la desgracia de su vida, después de sufrir un abuso de parte de tu pareja Fernando y que el pasado no la dejara en paz. Decidió irse a estudiar a Roma, Italia para librarse de su pasado y sus tormentas. Lo q...