Una parte de mí se esfumó.
Cuando vi ese ataúd en medio de todos, corrí hacia el, lo abrace y trate de abrirlo y lo logré, cargué el cuerpo de mi bebé, como me lo dijo Alma era tan parecido a mi de su carita, no me aguante las ganas y comencé a llorar, mi hermano se puso a mi lado y me dijo—
—Tranquila solecito, ven vamos a dejarlo a que descanse a su ataúd—. Dibujando una sonrisa.
—No Rene yo no lo voy a dejar... quiero tenerlo conmigo al menos un ratito—. Mire el cuerpo y le tome su manita helada.—Mi ángel no pude defenderte soy la peor madre—. Lo apreté contra mi pecho y sollose.
—Vamos hermana no hagas las cosas más difíciles tenemos que asimilar todo esto todos—. Se limpió una lagrima que caía de su rostro.
—Te amare siempre mi bebe—. Lo volví abrazar y le di un beso en su frente fría mientras lo llevaba de nuevo a su ataúd.
Ver tanta gente me hizo sentirme con más desesperación, algunos eran amigos y compañeros míos, otros conocidos de mis padres y hermano.
Todos se arrimaban a darme "El famoso pésame", cada vez que me abrazaban sentía que me desmoronaba, odiaba todo esto, una parte de mi quería que todo esto acabara y otra no porque sabría que ya no vería a mi hijo ni una vez más que en fotografías.
Salí a la terraza que estaba ahí, pero antes de eso tomé un vaso de whisky; mientras estaba ahí me daba paz ver hacia la Ciudad, yo sabía que no debía tomar alcohol pero como dicen "Las penas con alcohol son menos" algo así, aparte también porque estaba tomando medicamento.
Voltee hacia un lado y sentí una mano sobre mi espalda baja y no dude y di un golpe Justo en la nariz—
—Hey calmada, auch ya me quebraste la nariz—. Dijo esa voz tan conocida para mi.
—Fernando ¿Qué mierda haces aquí?—. Mientras me sobaba mis nudillos.
—Pues vine al sepelio de nuestro hijo—. Respiro profundo.—Antes que te lo preguntes tenía que venir soy su padre—. Me dijo mientras intento abrazarme.
—Sabes que te busca la policía por lo que hiciste si, te pido de favor que te vayas de aquí, déjame vivir mi duelo en paz solo eso te pido, el departamento y lo que se encuentre dentro es tuyo, ya fue Alma a sacar mis cosas, ahora si te pido que te vayas de aquí—. Me di la vuelta y traté de alejarme cuando sentí que me agarro de la coleta que traía en mi cabello.
—Mi muñeca linda no te vas a librar tan facil de mi, tú eres mía, mi mujer—. Dijo con un tono muy molesto.
—Suéltame Fernando por favor, deja de hacerme daño ya no quiero saber de ti, me estás lastimando F...—. Escuché un grito y no pude decir más.
—¡Alejate de ella imbecil!—. Esa voz era conocida pero como yo tenía dolor cerré mis ojos y no pude verlo.
—¿Y tú quien eres para darme órdenes? Ella es mi mujer y yo sabré que haré con ella—. Me jalo con más fuerza haciendo que yo produciría un grito de dolor.
—Suéltame por favor Fernando me estás lastimando—. Le supliqué.
—Ya la escuchaste cabron ya déjala en paz entiende de una buena vez—. Se acercó y escuché que le metió un golpe y me soltó.
Yo me puse atrás de él sujeto, aun no le veía la cara pero sabía que lo conocía.
—Ya sacaste boleto cabron, para la próxima que te vea me las vas a pagar—. Mientras se alejaba.
Yo cubrí mi rostro con mis manos mientras me sentaba en el suelo y me hacía bolita, sentí unas manos que me tomaban por los brazos y me ponían de pie.
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El destino
Lãng mạnSilvia una joven de tan solo 20 años pasó la desgracia de su vida, después de sufrir un abuso de parte de tu pareja Fernando y que el pasado no la dejara en paz. Decidió irse a estudiar a Roma, Italia para librarse de su pasado y sus tormentas. Lo q...