Capitulo 36

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Trabajo duro

Silvia

Yo odio los payasos, bueno no los odio me dan demasiado miedo por la culpa de René.

Y esto fue porque una vez junto con sus amigos se pusieron una máscara de payaso diabólico, con una sonrisa fea y con sangre, entraron a mi cuarto mientras dormía y me asustaron, a una niña de 7 años eso al trauma de por vida, porque hasta la fecha me dan miedo.

Me acuerdo perfectamente que lo castigaron durante dos meses y lo pusieron a ayudarle a mi Nana en sus quehaceres de toda la casa.

"Pero tengo que enfrentar este miedo" pensé, y sin más entre, lo que no me esperaba era que iba a estar todo oscuro con temática de circo de terror, mis reflejos hicieron que me abrazar el brazo de Jorge, uno nos empezó a perseguir, Jorge me jalo del brazo y empezamos a correr, yo no sabía si gritar o llorar, estaba paralizada.

Me agache para sentarme en el suelo se escuchaba una motosierra y él me cargo en sus brazos

Corrí hasta la salida, juro que en mi vida vuelvo a meterme a una casa de terror, no sentía mis piernas y eso que había corrido, ya estando afuera Jorge volteo a verme, creo que yo estaba pálida por la cara que él puso—

—Pecas, ¿Estas bien?—. Pregunto.

—Si, solo que m asuste de más porque le tengo horror a los payasos—. Me escondí más en su pecho abrazándolo

—Mírame—. Lo mire. —Yo te protejo—. Me dio un beso en la frente y me bajo de sus brazos.

Me compro un algodón de azúcar para el susto, yo aún no procesaba lo que había pasado en la casa de terror ni lo qué pasó saliendo, me prometí borrar todo sentimiento por Jorge, pero mi corazón junto con mi cerebro estaban en desacuerdo, uno me decía "corre bésalo" y el otro me decía "si ándale ve para que quedes como ridicula nuevamente", quería decirle que aún lo quiero pero mi orgullo es más grande que eso aun.

Jorge llamó a Ricardo para ver dónde estaba el niño, nos dijo que estaba en el área de comida, intento agarrarme de la mano, pero la quite, volteo a verme pero evité su mirada.

Definitivamente tengo que cortar lazos con el, pero como le hacía si el niño me buscaba, el se había ganado una parte de mi corazón, pero ni modo todo sea por mi estabilidad emocional.

Llegamos al área de comida, ahí están el niño devorando un helado, nos acercamos—

—Hola papi, Silvi—. Saludo el niño.

—Hola dulzura—. Le dije yo, Jorge solo movió su mano para saludarlo.

—¿No van a comer?—. Pregunto Ricardo.

—No la verdad, prefiero irme a mi casa ya, estoy que me muero del cansancio—. Dije.

Tiraron la basura de lo que estaban comiendo y nos encaminamos al estacionamiento para agarrar la camioneta. Yo no me sentía bien para manejar aún, pero tenía que hacer este pequeño esfuerzo, juro que llegando al departamento me voy a dormir, espero que a Sebastian no se le ocurra ningún plan de salir porque ahora si que estoy muerta.

Subimos a la camioneta y el ambiente se sentía tenso, a lo poco de avance mis acompañantes de atrás ya estaban roncando.

Sentía la mirada de Jorge penetrante volteándome a ver cada 10 segundos, yo lo veía de reojo, busqué en la pantalla de la camioneta el GPS un café cerca, el Starbucks más cerca estaba 5 min así que maneje hacia allá.

Llegamos al autoservicio de el sitio, por fin me animé a verlo, ojo solo es para preguntarle qué si él quiere café—

—¿Quieres un café?—. Pregunté.

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