Vanessa.
Si estar sin Dave durante aquellos días fue duro, no quería imaginarme cómo podía ser estar sin él el resto de mi vida.
Me levanté indignada de la silla en la que me habían obligado a sentarme y empecé a despotricar por la boca, como era propio en mí.
- ¿Matarle? - Pregunté Alterada -. ¿De verdad ha llegado a darme la opción de matarle? - Nate me cogió de la muñeca para que me tranquilizara, pero me deshice de su agarre. No podía pretender que me tranquilizara después de aquello. Desconectar a Dave era la última opción y que alguien, por muy doctor que fuera, llegara siquiera a planteármelo, me cabreó -. Escúcheme bien, mientras quede la más mínima probabilidad de que Dave despierte en un futuro, aunque tarde dos, tres o diez años, pienso mantenerle con vida.
- ¿Aunque eso signifique esperar eternamente?
- Aunque me muera esperando a que despierte -dije segura-, pero Dave va a seguir vivo hasta que él mismo lo decida.
El doctor gruñó entre dientes algo así como que esperar sin saber era una perdida de tiempo, pero era mi tiempo y yo decidía lo que quería hacer con él. Y lo más importante, no era sólo mi tiempo, era el de Dave y mientras tuviera la mínima posibilidad de alargarlo, lo haría. Era Dave, joder, la mera idea de poder perderle me hundía, como para que encima fuese yo la que tuviera que decidir si dejar de hacerlo. No podría vivir con eso sobre mi consciencia.
Nate y yo salimos de la consulta en cuanto aquella conversación se terminó. Me puso una mano en el hombro y me guió por los pasillos del hospital. No dijo una sola palabra desde que había aparecido el doctor porque me conocía, sabía que era cabezota y que esta era una de las decisiones que defendería con uñas y dientes. Y estoy segura de que la madre de Dave también. Un coma era mejor que nada y desde luego no estaba dispuesta a rendirme para nada.
Le pedí a mi marido si podíamos acercarnos a verle antes de irnos, si es que nos dejaban entrar, y este aceptó sin dudar un sólo segundo. Había quedado demostrado en incontables ocasiones anteriormente, pero Nate haría todo lo que le pidiera si eso me hacía sentir mejor y sabía que eso era exactamente lo que necesitaba en ese momento. Se acercó nuestras manos entrelazadas a los labios y depositó un suave beso como muestra de apoyo.
Cuando entramos en la habitación de Dave nos dimos cuenta de que no estaba sólo, una chica joven, una enfermera, cuya melena cobriza le llegaba por encima de los hombros, le acompañaba y parecía no darse cuenta de que habíamos entrado. Pero no me molestó, al menos no en el momento en el que me di cuenta de lo que le estaba diciendo, más bien pidiendo.
- Dave, no te vayas - Susurró la enfermera -. Despertarás el día que tú quieras despertar. Lo sabes. No te vayas todavía, hay mucha gente que te espera...
Ella seguía adecentando a Dave sin percatarse de que estábamos allí hasta que Nate carraspeó para hacerse notar. La joven nos miró por debajo de sus pestañas y esbozó una tímida sonrisa.
- ¿Se puede? - Pregunté tímida. En parte me sabía mal interrumpirla, pues lo que estaba haciendo era darle fuerzas a Dave. Quizá ayudarle a desperar, quién sabe.
- Por supuesto... Yo vendré dentro de un rato a ver si está todo bien - Cogió una bandeja con gasas y botellas de agua oxigenada, pero antes de salir de la habitación se puso frente a mí y me miró indecisa -. Puedo decirte algo? - Asentí. Era la primera persona que no me trataba de usted en ese hospital y sinceramente se lo agradecí -. Háblale. Estoy convencida de que, esté dónde esté, nos oye y también de que no quiere irse. Recuérdale quién está aquí, quién está esperando que despierte, pero no le abandonéis ahora, porque os necesita.
Y dicho esto, salió por la puerta de la habitación, dejándome con cierto desconcierto. ¿Qué acababa de decir? ¿Era posible Dave pudiera oírnos? Creía que eso sólo sucedía en las películas. Pero lo cierto era que nadie había negado nunca que pudiera pasar.
- ¿Y si tiene razón? - Pregunté en voz baja mirando hacia la camilla -. ¿Y si puede oírnos?
Nate me abrazó desde atrás y puso su barbilla en mi cabeza.
- Entonces háblale - Su voz resonó por todo mi cuerpo. No era la primera vez que pensaba en hablarle, la verdad, pero parte de mí se sentía estúpida hablando sola -. Dile todo lo que necesites; ¿qué quieres decirle?
- Muchas cosas -Murmuré con un sollozo que me desgarró la voz. Ni yo sabía porqué estaba llorando en ese momento. Es que verle así... Verle en esas condiciones me hacía pensar que la vida cambia tan de repente, que da igual qué y cómo lo tengas planeado. Llega un momento en el que tu meta puede estar a escasos metros y un segundo después pasa algo que te impide alcanzarla.
- ¿Quieres que os deje a solas? - Preguntó Nate. Yo simplemente asentí sin saber bien qué decir. Supuse que Nate habría llegado a la conclusión de que por mucho que él fuera mi marido, con Dave siempre había tenido otro tipo de confianza.
Me acerqué aún más a la camilla y observé atentamente a mi amigo. Parecía haber envejecido varios años en escasos días. Eso era lo que te hacían los hospitales.
- Dave... - Le busqué la mano y, aunque era difícil entre tanto cable, la entrelacé con la mía -. Mi pequeño Dave... ¿Qué te han hecho? - ¿Qué se había hecho él mismo?, más bien -. Acaban de sugerirme que te desconecte, pero no pienso hacerlo, porque pase lo que pase sé que estás aquí y necesito que despiertes. Necesito que me expliques qué te ha pasado, qué ha pasado con Birdy... Yo... sólo necesito que despiertes, hermanito. Por favor... - Sollocé. En ese instante, incluso Birdy era lo de menos -. No puedes dejarme sola... No lo hiciste hace diecisiete años cuando me sacaron del orfanato, no puedes hacerlo ahora. Siempre has sido más fuerte que todo lo que se te ha puesto por delante; esta vez no debe ser menos. No te mueras, Dave. Te lo suplico.
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Love (Lies #2)
RandomContinuación de Lies. Historia y portada originales. Registrada en Safe Creative, por lo que no se permite la copia total o parcial de la obra.