Capítulo 36. "Bipolar no, gilipollas"

1K 101 6
                                    

Dos días después, Dave no había vuelto a dirigirme la palabra, ni siquiera una simple mirada. Y dolía, por supuesto que dolía. Al parecer se había tomado en serio lo que le había dicho y yo no sabía cómo tomármelo.

Birdy, eres bipolar.

Bipolar no sé; gilipollas un rato largo.

Dave me ignoraba porque esta vez fui yo la que se lo pedí, y sabía que hacía bien, pero no lo sentía así. ¿Por qué tenía que ser todo tan difícil? Parte de mí sabía que tenía que dejar las cosas como estaban en esos instantes, pero otra parte, cada vez más grande, me pedía a gritos que no me desprendiera de lo que fuera que tenía con Dave. 

¿Pero qué tenía que hacer? ¿Seguir sufriendo por miedo a que de verdad termine dándome la patada, o seguir ilusionándome con sus detalles? Porque si no, qué significaba el dibujo que me había hecho. Tenía que significar algo...

Había olvidado que cuando hizo el dibujo fue el mismo día en el que todo se torció. 

Definitivamente tenía que significar algo.

— ¿Estás bien, Birdy? — Preguntó mi padre durante la comida — Llevas dos días sin comer nada a penas.

— No tengo hambre... — Se me cerró el estómago al ver, que una vez más, Dave no comería con nosotros — ¿Y el tío?

— Ha dicho que tenía que hacer unos recados y que se reuniría con nosotros mañana por la mañana,

— ¿Recados? — Alcé una ceja —. ¿Desde cuándo tirarse a la primera guarra que se encuentre es un recado?

— Birdy — Me advirtió mi padre sin levantar la voz.

Yo puse los ojos en blanco y dejé el tema.

Estaba claro que no iba a perder el tiempo intentando hacerme cambiar de opinión sobre lo nuestro y no lograba comprender porqué yo había pensado siquiera que iba a dolerle lo más mínimo que lo terminara. Esas cosas sólo ocurrían en las películas, y mi vida no lo era. Aunque parecía más un culebrón que otra cosa.

Esas tarde mis padres se había propuesto hacer una pequeña excursión por la isla, porque después de un mes allí aun no habíamos visto casi nada, pero a mí no me apetecía. Además parecían querer algo de intimidad; por lo visto las dos semanas en Las Vegas no les fueron suficientes. 

Me disculpé y me dirigí a mi habitación. Me pasaría la tarde durmiendo o escuchando música, como hacía cuando estaba deprimida. No había quien me entendiera últimamente, además de que a penas podía hablar con Noa debido a la diferencia horaria, y sinceramente lo necesitaba.

Estaba sola, en un país extranjero y ni siquiera tenía ganas de moverme del hotel. 

Fui a sacar la llave de la habitación del bolsillo de mi pantalón cuando algo me llamó la atención. Por debajo de la puerta asomaba un pequeño pico blanco, como si alguien hubiera metido algo por debajo. Me agaché y me las ingenié para sacarlo. Era un folio doblado donde podía leer mi nombre. 

Conocía la letra. Era de Dave. Arrugué el papel con el puño y abrí la puerta de la habitación. Ni siquiera iba a molestarme en leerla. Si quería algo, que me lo dijera a la cara.

Tiré la bolita de papel al suelo y me tumbé en la cama a contemplar el techo. Había humedades, y lo peor es que ya me sabía las formas de memoria. Suspiré y cerré los ojos.

¿Y si lo que pone es importante?

Si lo fuera, me lo habría dicho él.

Me froté los ojos y intenté dejar de darle vueltas al tema, pero no pude. La curiosidad me estaba matando y no podría dejar de pensar en otra cosa hasta que descubriera lo que ponía en ese maldito papel.

Abrí los ojos y lo vi al lado de la puerta; parecía llamarme para que lo leyera y finalmente terminé haciéndolo.

"Te espero en la azotea. No faltes, por favor. — Dave"

Ahora que lo había leído tenía dos opciones; ir o no ir. ¿Pero qué iba a hacer? A saber cuándo la había dejado ahí; seguro que ya no estaba.

No, no iría. Tenía que mantenerme alejada de Dave como me prometí. 

"No faltes, por favor" Esas palabras parecían arder en el papel cada vez que las miraba. 

Eres una blanda. Musitó mi subconciente cuando cogí el ascensor hasta la última planta. Efectivamente, era un blanda, pero también era curiosa, y quería saber qué iba a hacer Dave y si había sido capaz de esperarme. Cosa que, por otro lado, dudaba.

Eso era lo que necesitaba para terminar de darme cuenta de que Dave no era bueno para mí, descubrir que no era capaz de esperarme. Por eso fui.

Cuando salí del ascensor fui corriendo hasta puerta que, como supuse, daba a la azotea. Nunca había subido allí arriba y, sin embargo, parecía que conocía esa parte del hotel a la perfección. 

Salí y el aire me dio en la cara. No hacía un mal día, de hecho hacía mucho calor, pero ahí arriba parecía haber un aire que no se notaba desde abajo. Recorrí la azotea con la mirada y no vi a nadie. No me había esperado.

Sonreí, tenía claro que iba a ser así.

— Ya pensaba que no ibas a venir.

Esa voz.... La misma voz que hacía que me temblaran las rodillas, ahora sonaba como si se le hubiera rasgado algo por dentro.

Cerré los puños y me obligué a permanecer quieta. Dave estaba a mi espalda y no quería verle. Si lo hacía, toda la fuerza de voluntad de la que había tirado estos días se desharía.

— No iba a hacerlo — Mi voz se extranguló a mitad de frase.

— Me he arriesgado a que fueran tus padres los que atravesaran esa puerta porque ya me da igual todo. 

No había caído en eso. Igual que fui yo la que leí la nota, lo podría haber hecho mi madre, y entonces toda esta historia tendría otro final.

— ¿No vas a decir nada? — Preguntó con voz grave.

— ¿Q-qué quieres que diga?

— Mírame al menos.

Respiré hondo antes de volverme y ver a un Dave que no había conocido. Tenía el pelo revuelto, ojeras y no se había afeitado. Y había bebido, puede que no demasiado, pero había bebido de más.  Tragué saliva. Todo lo que podía haber pensando en decirle se había esfumado en cuanto salí por esa puerta. Y lo peor era que no podía huir, Dave se interponía entre ella y yo. 

Tenía los ojos rojos, y no del alcohol. Sabía que había llorado, pero me parecía imposible. 

— Birdy... — Se acercó a mí despacio, como si le diera miedo que pudiera irme corriendo si me asustaba. Pero no me moví ni un sólo milímetro, estaba completamente bloqueada — ¿Vas a huir de mí? — Negué con la cabeza —. Nunca vuelvas a huir de mí. 

Eso último me recordó a aquella mañana frente la academia de baile después de lo que pasó con Alex, cuando después de salir corriendo y que Dave me alcanzara, sus ojos me pidieron que no volviera a huirle. Dave puso las manos en mi mejillas y observó mis labios durante unos segundo que a mí me parecieron eternos. Si estaba pidiéndome permiso, lo tenía desde que había decidido leer la maldita nota. Acercó poco a poco su boca a la mía e hice una mueca cuando probé el sabor del tabaco en su lengua. Odiaba que fumara antes de besarme, pero no me iba a quejar en esos momentos. Me besaba con la misma necesidad que un hambriento siente hacia su comida. 

— Te quiero — Susurró contra mis labios — Sé que no lo demuestro, y que esto no esta bien, pero te quiero y no me importa una mierda el resto.

________________________________________

¡Sorpresa! Hoy hay capítulo doble porque estoy generosa y porque he empezado el año feliz.

Os dejo amarme

Ari.

Love (Lies #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora