Capítulo 38. "Septiembre"

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Vanessa.

Birdy estaba muy rara últimamente, suspuse que serían las hormonas lo que la estaban volviendo loca. Sería lo normal, yo también lo había sufrido. Pero aun así me preocupó que pudera hacer una tontería por aquel chico que le gustaba y supuestamente ya no le hacía caso. 

Cuando me contó lo que hizo con Alex por dale celos a aquel chico, pensé en Dave.

Hacía ya diecisiete años que pasó, pero no pude evitar acordarme. Yo también intenté enrollarme con Dave después de enfadarme con Nate, pero no por darle celos, sino más bien por olvidarme de él, así que en cierto modo entendía porqué hizo Birdy lo que hizo. Aunque supiera que estaba mal y no estuviera de acuerdo.

Cuando decidió que pasaría la tarde durmiendo en el hotel, Nate sonrió; no porque no se preocupara por el bienestar su hija, sino porque parcía que volver a estar más pendiente de mí que de Birdy. Había vuelto a prestarme la atención que  sentí que me había negado cuando nuestra hija nació.

Después del pequeño bache que sufrimos en Las Vegas, Nate estaba más antento y cariñoso que nunca, pero sin llegar a ser empalagoso.

Birdy iba a pasar la tarde en el hotel y Dave, como bien había dicho mi hija, estaría con alguna de sus putas. Estaba mal que yo lo dijera, porque era como un hermano para mí, pero me había decepcionado bastante últimamente como persona. No entendía cómo alguien podía tener ese estilo de vida. Sin amor. La veía vacía y era irónico que yo lo dijera, soy consciente de ello, pero eso no quitaba que lo viera así. Dave era buena persona, por mal que actuaba, y merecía que alguien le quisiera de verdad. 

— ¿Qué piensas, pequeña? — Nate me dio un dulce beso en la cabeza. 

— En nada en especial — Mentí —. Esto es muy bonito.

Estábamos en el Mirador de Dalt Vila y pude comprobar que el atardecer en Ibiza era increíble. El Sol parecía bañarse en oro fundido, debido al color anaranjado que le proporcionaba al agua y el cielo adquirió unas tonalidades rosas, naranjas y violetas que me encantaban. Hacia mucho que no veía un atardecer así.

— ¿Sabes que adoro tenerte sólo para mí? — Me rodeó con los brazos y pegó mi espalda a su pecho.

Esbocé una ligera sonrisa, pero no contesté. Lo sabía. Y aunque no se lo dijera, yo también adoraba tenerle para mía sola. Y él también lo sabía.

Birdy.

Septiembre. De nuevo de vuelta a la rutina. Alejada de Ibiza y de todo lo que pasó después de aquella noche. Lo cierto era que adoraba estar con Dave, fuese cómo fuese, pero me aburría tener que mantenerlo en secreto. Por mucho que él dijera que había cierto morbo en evitar que alguien nos descubriera, yo hacía días que no le veía la gracia. En Ibiza no hacía más que ver parejitas que iban de la mano y se comían a besos en mitad de la calle sin que nadie les dijera nada. Era eso lo que yo quería. Alguien que no quisiera esconderme y con quien poder dar envidia a aquellos que "renunciaban" al amor, pero que morían de ganas por tener algo así. ¿Acaso era tanto pedir?

Estaba hecha un mar de dudas. Por no decir, que desde que había vuelto, no había hablado con ninguno de mis "amigos". En realidad nunca llegué a considerarles como tal, pero se ve que ellos a mí tampoco. Al parecer Alex no tardó mucho en irles con el cuento. Bueno, me lo esperaba. Ahora sólo tenía a Noa, pero desde que estaba con Mike, volvía a ser feliz y me parecía injusto amargarla con mis mierdas... 

Sabía que no debería porque tenía a Dave, tenía a Noa y tenía a mis padres... Pero me sentía más sola que nunca.

Volver a Los Ángeles significaba volver a la realidad, pero mi realidad, tal y como la conocía hasta ahora, se había esfumado. Ya no tenía grupito de amigos con los que salir a emborracharme y tampoco tenía intención de ir a la universidad porque no le veía sentido. 

Love (Lies #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora