Capítulo 59. "Cansada de tener miedo"

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Birdy.

Salí de la academia con un nudo de angustia en el pecho. Todavía no podía creer que hubiera gente capaz de hacer sufrir a otros sólo por no ser como ellos. Miah no tenía la culpa de ser adoptada y eso no la hacía peor que las demás. ¿Por qué la trataban así? Era un amor de niña y no se lo merecía. ¿Qué tenía de malo ser diferente? Nada. ¿Por qué todos se empeñaban en hacer ver lo contrario?

Aquello me hacía perder un poco más la fe en la humanidad y odiar a todo el que me rodeaba. Y me cabreaba aún más pensar que de algún modo todos, en algún momento de nuestra vida, nos esforzábamos por ser como los demás querían que fuéramos. En mi caso, lo hice con Dave, ocultando algo que no quería ocultar, fingiendo sonrisas que no quería esbozar sólo para que él estuviera conforme con la Birdy que él creía feliz; pero ya no sólo eso. Durante los años de instituto había fingido simpatía hacia gente que me importaba más bien poco. Y total, ¿para qué? Había fingido congeniar en un grupo que no dudó un segundo en darme de lado cuando Alex lo pidió.

Pues me había cansado de no ser quién era realmente por no hacer sentir mal a los demás. Había tomado una decisión desde hacía más tiempo del que realmente creía e iba a empezar a hacer cosas al respecto. Mi vida era sólo mía y estaba cansada de tener miedo.

Como me prometí esa mañana, acabé en el hospital viendo cómo iba avanzando Dave. Puede que no quisiera seguir resignada a lo que hacía cuando estaba con él, y eso ya se lo había dejado claro, pero seguía preocupada por él. Era mi tío y le querría pasara lo que pasara. Pensar que podía faltarme de un momento a otro me hacía querer hacerme una bolita y ponerme a llorar.

El tic de mi pierna izquierda me ponía nerviosa hasta a mí conforme las demás personas que estaban en la sala de espera me miraban con reprobación. Pero no podía controlarlo, por eso era un tic.

Y que no me dejaran pasar todavía no ayudaba.

Resoplé mirando el reloj. Aún faltaban tres interminables minutos para que empezara el horario de visitas. ¿En serio tanto les costaba dejarnos pasar ya?

- Ya pueden pasar - Nos informó una enfermera.

- ¡Aleluya! - Exclamé levantándome prácticamente de un salto.

- Viene a ver a Dave Sanders, ¿verdad?

- Ajá...

- ¿Es usted familia directa? - Venga, ahora es cuando no me dejan pasar y a mí me da un infarto. Mirándolo por el lado positivo, estaba en un buen sitio para que eso pasara. Pero no, no era una buena opción.

- Soy su sobrina - Dije con la boca pequeña. La enfermera frunció el ceño y me miró de arriba abajo -. Por favor, necesito pasar.

- Deberías haber venido acompañada de un adulto - Ahora ya no me trataba de usted, ¿no? Entrecerré los ojos. No era una niña, sabía perfectamente qué me iba a encontrar cuando entrara a ver a Dave.

- Mis padres están trabajando - Mentí -, y no podía venir con nadie más. Sólo será un rato, por favor.

La enfermera cascarrabias torció los labios, pero finalmente me dejó pasar. Por fin. Aunque en cierto modo tenía razón, casi hubiera sido más preferible que me quedara fuera.

La imagen que tenía acerca del estado de Dave era aún peor de lo que realmente se parecía en ese instante, pero apesar de todo, verlo así, me quitó el aire de los pulmones.

Los arañazos de la cara se le habían secado y los moratones estaban desapareciendo de su cuerpo, pero aún así no parecía haber mejorado. Tenía un tubo en la boca, sin el cual supuse que no podría respirar y seguía conectado a decenas de máquinas de las cuales no entendía la finalidad finalidad. Era una imagen horrible. Tenía una pinza en el dedo corazón de la mano izquierda que le controlaba los latidos y a mí me impedía cogerle la mano.

Me senté en una silla que había al lado de la camilla y me dediqué a observarle, porque no podía hacer otra cosa, básicamente.

Mentiría si os dijera que parecía que estaba durmiendo, porque de hecho no lo parecía. Pensaría que estaba muerto si no fuera porque las máquinas pitaban muy de vez en cuando indicando que estaba todo en orden.

Me mordí el labio, intentando no llorar. Jamás pensé que vería a Dave así alguna vez.

- ¿Dave? - Pregunté probando mi voz. Juraría que la había perdido tras verle en tales condiciones -. Dave, estoy aquí. Soy mito. Estoy aquí.

Me sentía estúpida, pero tenía la necesidad de decírselo, de hacerle saber que estaba ahí, que no me olvidaba de él.

- Despierta - Pedí -. No sé si me oyes o no. Lo dudo. Pero en las películas funciona... - Intenté sonreír -. ¿Cómo has llegado hasta aquí, Dave? ¿Por qué? - Los pitidos de las máquinas empezaban a taladrarme los oídos -. Parte de mí sigue convencida de que estabas allí - Susurré -, Dave, ¿estabas allí cuando Aidan me besó?

Todo siguió como hasta el momento. ¿Qué esperaba, que se despertara y me contestara?

- Me siento culpable por esto - Admití -, pero no debería, porque nada puede probar que estuvieras allí. Y aunque lo estuvieras... Nosotros ya no estábamos juntos, no deberías haber reaccionado mal - Bajé la voz. Sabía que estábamos solos, pero aún así, este no era un tema del que hablar en un hospital -. Y te aseguro que no te dejé por Aidan, pero... - Suspiré, me mordí el labio y bajé la mirada hasta mis manos, que estaban apoyadas en la camilla -. Pero le gusto; no sé porqué pero le gusto, Dave. Y creo... Creo que él también me gusta...

Cerré los ojos, esperando una reacción que obviamente no iba a llegar.

Acababa de admitir en voz alta algo que llevaba tiempo negándome a mí misma: Aidan me gustaba, muchísimo. Con él me sentía bien y me hacía olvidar todo lo malo que había en mi vida.

- Aidan es lo que necesito, Dave. Y siento decirte esto así y en estas condiciones, pero quiero ser feliz, merezco ser feliz - Le miré. Su cuerpo seguía subiendo y bajando más lentamente de lo que debería -. Voy a intentar ser feliz con Aidan.

Suspiré descansada, como si me hubiera quitado un peso de encima. Y es que en cierto modo lo había hecho. Había aceptado que me gustaba Aidan, ahora sólo me hacía falta decírselo a él directamente, pero creo que eso iba a ser un poco más complejo que decírselo a mi ex en coma.

Dios mío, era la descripción gráfica de cobardía.

Me levanté de la silla y me acerqué a darle un beso en la frente con cuidado.

- Despiértate pronto, por favor.

Cuando empecé a coger mis cosas para salir, una de las muchas máquinas de la habitación empezó a pitar descontrolada. De la nada salieron unas cuantas enfermeras que a empujones me alejaron de la cama y me dejaron fuera con una muy mala corazonada.

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Hola, hola.

¿Cómo están hoy mis queridísimos lectores? Seguro que nos esperabais capítulo hoy y mucho menos que Birdy admitiera por fin que ella también es partidaria del #TeamAidan, pero sorpresa.

¿Qué pasará a partir de ahora? ¿Y qué le pasará sobre todo a Dave? ¿Habrá escuchado a Birdy realmente? Pero lo más importante, ¿despertará del coma?

Esto y mucho más en los siguientes capítulos.

Pero qué os guste y sigáis dándome vuestra opinión por los comentarios (porque la necesito!!!!)

Os quiere,

Ari.

Love (Lies #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora