Capítulo 15. "Ballet"

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Birdy. 

Obviamente estaba castigada de por vida. No debí haber reaccionado así, pero estaba enfadada con mi madre. Tanto que incluso oír su voz hizo que quisiera gritarle. Ella tenía a Dave a sus pies y le había rechazado. ¿Cómo pudo hacerlo? O sea, papá no estaba mal, pero Dave..., él era un dios griego. Y cada vez más parecía estar fuera de mi alcance, pero no pensaba rendirme tan pronto. 

A mitad de tarde cogí mi móvil y llamé a Noa. Necesitaba desahogarme con alguien y, además, quería saber si había pasado algo entre ella y Mike.

— ¿Dónde has pasado la noche? — Preguntó nada más responder el teléfono.

— Vaya, yo también me alegro de oirte.

— Estaba preocupada. Lo último que recuerdo es verte borrachísima. 

— He pasado la noche con Alex, ¿contenta? — Rodé los ojos.

— ¿¡Qué!? — Gritó.

— ¡Dios, no! — Me estremecí. 

— No será porque el no quisiera... 

— Cállate — Gruñí — Además si me fui con él es porque tú estabas demasiado ocupada — Dije redirigiendo la conversación hacia donde yo quería llegar —. ¿Qué pasó ayer contigo y con Mike? 

A pesar de que no la veía, sabía que se había sonrojado porque tardó en reaccionar.

— ¡Oye, no me hagas sentir culpable! — Me carcajeé.

— Te perdono si me lo cuentas. 

— No pasó nada... Sólo bailamos. 

— Ya..., ¿y por qué será que no te creo? 

— Tú sabrás. Por cierto, — se notaba que quería cambiar de tema — ¿qué es eso de que estás castigada? 

— Esta mañana me he puesto a hablarle mal a mi madre cuando he llegado a casa.

— ¿Por qué? 

— Estaba resentida... ¿Cómo pudo rechazar a Dave cuando tuvo la oportunidad? No lo entiendo.

— Birdy... ¿Cuándo te darás cuenta de que sólo es un capricho?

— ¡No lo es, Noa! ¿Por qué no me crees? 

— Pues debería — Dijo seria — Hazme caso, como amiga te digo que todo esto de Dave no va a traerte nada bueno.

Después de colgar el teléfono me fui directa a la academia de baile. Quería desaparecer, quería dejar de pensar y el baile era lo único que conseguía que me sintiera así. 

La música fluía en mi cuerpo a base de movimientos prácticamente involuntarios. Muchas veces sentía que no era yo la que bailaba, sino que la música bailaba en mí. Vivía en mí. Salía de mi cuerpo como si fuese más natural que respirar, y creo que eso es lo que lo hacía especial. Formaba parte de mí y a veces sentía que era lo único a lo que podía aferrarme.

No recuerdo cuánto tiempo estuve bailando hasta que me vi interrumpida por uno de los amigos de Alex, que normalmente también venía a la academia. 

— Vaya, vaya, una pulguita bailando ballet — Dijo bajándole el volumen al equipo de música.

— Déjame en paz, Aidan — Le ignoré y seguí bailando, a pesar de que ya casi no oía la música. 

— ¿Qué haces aquí?

— Lo mismo que tú, supongo. 

— No, yo tenía ensayo de hip-hop; los de ballet lo tenéis mañana. 

— Simplemente quería bailar — Me empezaba a mosquear —. ¿Desde cuándo tengo que darte explicaciones de lo que hago? Ni siquiera somos amigos. 

—  Bueno, sólo quería saber... Ayer llevabas varias copas de más y hoy te encuentro aquí cuando no deberías estarlo... ¿Estás bien? 

Dejé de bailar y suspiré. ¿Por qué le importaba tanto? Como había dicho antes, nunca hemos sido especialmente amigos, sólo salíamos juntos de fiesta de vez en cuando. Decidí evadir un poco su pregunta.

— ¿Nunca has sentido como si el baile fuera tu única vía de escape, la única forma que tienes para expresarte? 

— Supongo... — Dudó.

— Últimamente siento que así es como voy a lograr conocerme realmente. 

— ¿Sabes que también puedes ayudarte de la gente de tu alrededor para ello? Dudo que alguna vez lo hayas hecho de verdad — Me encongí de hombros y seguí bailando. Aidan no sabía nada de mí porque no se había molestado en conocerme, y tampoco le culpo. Supongo que si en algo me parezco de verdad a mi madre es que siempre encontraré otra forma de expresarme que no era abrirme a los demás — Puedes bailar hasta que te sangren los pies si crees que eso te hará sentir mejor, pero, ¿sabes? a veces ayuda hablar con alguien.

Y dicho esto se fue. 

Me quedé mirando la puerta por dónde había salido casi sin aliento. No me había dado cuenta que se había hecho de noche. Debía llevar al menos tres horas bailando y ni siquiera sabía cómo me tenía en pie. 

Aidan no sabía hasta qué punto tenía razón. No era la primera vez que me sangraban los pies por pasarme horas bailando descalza, y aunque los días posteriores sufriera las heridas, en el momento me sentía de maravilla sacando de mi interior todo lo que no podía salir solo. 

Negué con la cabeza y volví a subir la música. Bailé concentrándome en los espejos que rodeaban la sala. Aidan no sabía que ya había intentado hablar con alguien, ¿pero de qué sirve hacerlo si nadie te entiende? 

La puerta volvió a abrirse, pero esta vez no era Aidan.

— No recordaba que bailaras.

— ¿Qué haces aquí? — Le pregunté a la persona reflejada en el espejo. 

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En la multimedia os dejo un vídeo que os ayudará a imaginaros a Birdy bailando :)

Espero que os guste,

Ari. 

Love (Lies #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora