Capítulo 9. "Bienvenida al mundo, pequeña"

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De camino al hospital mi mente vagó de un lado para otro a demasiada velocidad. Dicen que antes de morir ves tu vida pasar por delante de tus ojos, pero, si yo no me estaba muriendo, ¿por qué parecía que sí?

Es curioso como en ningún momento me puse a pensar en lo que vendría después, sino en todo lo que dejaba atrás. Mi juventud se acabó aquella fatídica madrugada del 5 de noviembre. 

Y lo peor no era eso; lo peor era lo mucho que dolía la condenada. Nate me apretó la mano y me quitó el pelo húmedo de la cara. 

— Tranquila, pajarito, llegamos enseguida.

Suspiré intentado controlar las contracciones que cada vez se volvían más intensas.

La ambulancia se paró y me bajaron con cuidado y rapidez. Antes de que quisiera darme cuenta ya estaba en planta esperando a que llegara en anestesista.

— ¡Sacadla de mí ya, por favor! — Grité —. ¿Viene el puto anestesista o qué?

— Vanessa, tranquilízate.

— ¡Tú cállate, gilipollas! — Nate frunció el ceño al oír reírse a una de las enfermeras que estaba por allí.

— No se lo tenga en cuenta, es normal... Aquí se ha oído cada cosa...

— ¿Y tú en vez de cotillear por qué no llamas al jodido anestesista?

— ¡Vanessa!

— Todavía no has dilatado lo suficiente, querida — Me respondió con una sonrisa.

Solté un gruñido. Sabía que mi comportamiento no estaba siendo el adecuado y que debía disculparme, pero aquello dolía muchísimo, y necesitaba que la sacaran de mí de una maldita vez.

Veinte minutos después ya me habían puesto la epidural y podía volver a respirar.

— Siento haberte faltado al respeto antes, pero es que estoy atacada... — Me disculpé con la enfermera cuando entramos al quirófano.

— No te preocupes, yo también me puse muy nerviosa cuando nació mi hijo. Recuerdo que incluso le pegué una bofetada a un cirujano; aunque bueno, era mi marido — Soltó una risita.

— ¿Cómo estás, Vanessa? — Me preguntó el cirujano. La enfermera me guiñó un ojo y no pude evitar esbozar una sonrisa — Veo que ya estás más tranquila — Asentí sonrojada.

— ¿Dónde está Nate?

— Tu marido está preparándose para entrar — Me incomodó que se refiriera a Nate como tal, pero no dije nada al respecto —. Ahora vas a tener que ayudarme. Cuando yo te lo diga, empuja.

En ese momento, Nate entró vestido de verde, con gorro y una mascarilla. Solté una risita cuando se puso a mi lado y me besó la cabeza a través de la mascarilla.

— Hola — Susurró — ¿Estás más tranquila?

— Sí, perdóname por lo de antes... — Él simplemente asintió.

— Ahora, ¡empuja!

Miré a "mi marido". ¿Cómo iba a empujar si yo no sentía nada? Nate me miraba con sus profundos ojos azules, dándome a entender que estaba aquí, conmigo.

— Empuja... — Dijo, o al menos eso creo.

— Todavía no está lista — Oí decir a alguien.

— Vanessa, céntrate, tú puedes hacerlo.

Suspiré. Era imposible que un bebé saliera por un agujero tan pequeño.

— ¿Qué va a hacer con eso? —Pregunto Nate. ¿Qué era eso?

— Un pequeño corte en la vagina — ¿¡Un qué!? Se me nubló la vista y sentí que estaba a punto de desmayarme — La niña necesita ayuda, y Vanessa no está ayudando.

¿Pero qué más quería que hiciera? Inspiré grandes bocanadas de aire. Al menos no sentía dolor, pero ¿y si la niña con conseguía nacer? ¿Y si le pasaba algo por mi culpa?

No estoy segura de cuánto tiempo pasó, pero recuerdo haber escuchado un llanto antes de desmayarme.

* * *

— Vanessa... — Alguien susurró mi nombre — Mira quién ha venido a verte, pequeña — Nate tenía en brazos una toalla donde suspuse que estaría nuestra hija—. Mi amor, dile hola a mamá.

Cuando la tuve en brazos, unos grandes ojos azules me observaron. Tenían un brillo especial. Estudié su rostro. Era una pequeña versión de mí misma, pero tenía los ojos de su padre.

Entonces me di cuenta de que el nombre que había elegido para mi pequeña le iba a la perfección.

— Bienvenida al mundo, Birdy.

Love (Lies #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora