Capítulo 74. "3000 miles"

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El tiempo parecía ir cada vez más deprisa, y es que no pasaba nada nuevo ni sorprendente. Todo era muy rutinario; iba de la academia a casa y de casa a la academia y veía a Kyle cada día más grande y más achuchable. Tenía unos ojazos increíbles y era un niño muy despierto para tener poco más de un mes; más que nada porque se pasaba día y noche llorando. ¡Qué pulmones!

Por otro lado, Aidan seguía teniendo pesadillas, pero no entendía por qué, es decir, estábamos bien, todo iba bien. A veces incluso quedábamos con Noa y Mike, que hacía tiempo que se había disculpado conmigo por decir aquellos inadecuados comentarios sobre mí. Sabía que seguía siendo amigo de Alex y todo eso, pero lo cierto era que no me importaba lo más mínimo.

Kyle me vomitó el biberón que le estaba dando, encima y yo maldije en voz alta mientras mi padre soltaba una risita.

- Algún día voy a matar a este niño... - Dije enfadada.

- Ha sido un accidente, Birdy - Dijo mi madre limpiandome a ambos con toallitas de bebé -. No quería hacerlo, ¿verdad, chiquitín?

- ¡Pero acababa de cambiarme! - Me quejé y dejé al crío en la cuna antes de ir a mi cuarto a por ropa limpia. Me metí en el baño, me quité la ropa sucia haciendo una mueca por el mal olor y abrí el grifo para que se fuera calentando el agua.

Cogí mi móvil y en ese momento vibró ya que Aidan acababa de mandarme un mensaje.

«Tengo que poner en orden una serie de papeleo en la academia. ¿Te parece bien que quedemos en el parquecillo que hay al lado en una hora y media?».

Fruncí el ceño extrañada. Eso era raro, porque Aidan y yo últimamente solo quedábamos para ir a su casa y siempre venía a buscarme el.

«Vale. ¿Todo bien?».

«Luego hablamos. Te quiero».

Eso me extrañó aún más; Aidan estaba especialmente raro desde hacía unos días. Era como si volviera a tener secretos y aquello me ponía de los nervios. Creía que ya habíamos superado eso, pero se ve que no.

Suspiré y puse música, que era para lo que había cogido el móvil, antes de meterme en la ducha.

Salí al rato, me vestí y me sequé el pelo. Decidí ir dando un paseo tranquilamente, ya que iba bien de tiempo, y empecé a pensar en qué podría ser lo que tenía a Aidan tan extraño, pero no se me ocurría nada en concreto.

Llegué al parque y le vi sentado en el respaldo de un banco con el casco a los pies y estos apoyados en el asiento. Sonreí de manera inconsciente y me acerqué a besarle.

- Hola, guapo - Él me respondió con una casto beso en los labios y una sonrisa escueta -. ¿Estás bien?

- Sí... - Yo suspiré ya cansada de que siempre me lo negara y resoplé -. ¿Por qué lo preguntas?

- Porque llevas varios días raro... - Me quejé -. ¿Me vas a decir ya lo que te pasa?

- En realidad para eso te he hecho venir...

- ¿Y por qué aquí y no en tu casa?

- Porque tengo que contarte una cosa y prefiero que sea dando un paseo - Dijo levantándose del banco y cogiendo el casco.

Asentí y empezamos a caminar, pero Aidan no decía nada y yo me estaba poniendo de los nervios. Algo le preocupaba, y mucho, si todavía no había sido capaz de mirarme a los ojos y decir una palabra.

- Me han ofrecido un contrato... Como bailarín...

- ¡Pero eso es genial! - Exclamé de lo más feliz, pero mi felicidad se esfumó en cuanto continuó hablando y comprendí el por qué de su cara de vinagre:

- En Nueva York.

- ¿Qué? - En este instante se me cayó el mundo a los pies. ¿Tenía que irse? - Pero esto está...

- En la otra punta del país, lo sé.

- ¿Y qué va a pasar ahora, Aidan? - Le miré, pero el rehuía de mi mirada.

- No lo sé...

- Me iré contigo - Dije decidida. Si Aidan había conseguido trabajo allí significaba que yo también podría tener más oportunidades en Nueva York que en Los Angeles.

- Ni de coña - Y así fue como bajé de las nubes de una hostia -. Tu vida está aquí, Birdy.

- Y la tuya...

- No del mismo modo y los sabes. Yo aquí no tengo familia, no tengo nada.

- ¿Y allí sí? - Pregunté con ironía. No tenía nada... ¿Acaso yo no era nada?

- Allí tengo la oportunidad de triunfar en lo que me gusta. Tú mejor que nadie deberías entenderme.

- Y lo hago. Pero, ¿y qué pasa conmigo? ¿Yo no soy nadie en tu vida?

- Birdy, no hay nada en el mundo que me encantaría más que el hecho de que pudieses venir conmigo y lo sabes. Pero tú tienes a tus padres, a Noa, a Kyle. Birdy, Kyle te necesita...

- Y Miah te necesita a ti.

- No - Hizo una mueca. Lo sabía, sabía que distanciarse de su hermana le dolería - Ella ya tiene a su familia y yo no formo parte de ella. Tarde o temprano terminará olvidándose de mí y será lo mejor.

- ¿De verdad quieres eso?

- No, pero no puedo hacer nada más que seguir avanzando por mi propio camino. Y, Birdy, tampoco quiero seguir discutiendo esto. Yo no puedo permitir que renuncies por mí a aquello que a mí me arrebataron sin que yo lo quisiera: una familia.

- ¿Y cuándo te irías...? - Pregunté con miedo. Sinceramente, no quería saber la respuesta.

- El miércoles...

- ¿Qué? - El miércoles era dentro de dos días -. ¿Ni siquiera vas a estar aquí por mi cumpleaños?

- Lo siento, pulguita...

Entonces entendí por qué decidió que quedásemos allí, porque sabía que necesitaría huir. Sabía que me agobiaría y saldría corriendo.

- Tengo que irme...

- Birdy - Me alejé de allí a toda prisa y me puse a llorar. Se iba, después de todo lo que habíamos pasado, a la mínima oportunidad que tenía de irse se iba. Y eso me rompió el corazón - ¡Birdy!

Sabía que seguiría gritando mi nombre mientras me viera alejarme, pero no pensaba parar. No podía parar.

Había llegado el día que llevaba tiempo temiendo que llegase. De una forma u otra, Aidan acababa de dejarme.

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Hola, hola.

¡Aquí estoy otra vez! Y no, no tengo fiebre. Creo.

El caso es que aquí os dejo el capítulo de hoy. No me odiéis mucho ❤

Ari.

Love (Lies #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora