Capítulo 65. "¿Tú qué crees?"

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Birdy.

- ¿Embarazada? - Gruñí bajandome de la moto y quitándome el casco.

Después de la cena de Navidad había quedado con Aidan, pero ni siquiera terminé de cenar para irme corriendo a pesar de las súplicas de mi madre porque no me fuese, y pedirle a Aidan que viniera a buscarme antes de tiempo.

Estaba claro que mis padres no esperaban que reaccionase así, pero, después de todo lo que había pasado últimamente, lo que menos necesitaba era un mocoso más del que preocuparme.

Gruñí entredientes cuando llegamos a nuestro mirador y me senté sobre el banco de piedra, bajando la cabeza y escondiendo la cara entre mis manos.

- Vamos, Birdy, no es tan grave... - Aidan se acercó a mí cuando le puso el pie a la moto y se sentó a mi lado. Alcé la cabeza y le miré mal -. Sólo es un bebé, quizá sea incluso lo que necesitéis en casa - Le miré alzando una ceja. No podría estar hablando en serio. Los niños eran sacos de caca, lágrimas y mocos. No le veía nada positivo a eso -. Traerá la alegría que os ha faltado últimamente, pulguita - Dijo seguro -. Ya sé que no me crees, pero tener un hermano pequeño es lo mejor del mundo.

- Odio a los niños, Aidan - Suspiré cansada apoyando la cabeza en su hombro.

- Das clases a niñas... - Me recordó.

- Lo sé, y sólo me cae bien una - Admití -. Y porque Miah es demasiado adorable - Sonreí pensando en ella y miré hacia la cuidad con la cabeza todavía apoyada en su hombro -. Aunque nunca se relaciona con sus compañeras; parece muy tímida y callada, como si le diera miedo el mundo real... Pero yo sé que no es así - Sonreí de lado y arrugué la nariz -. ¿Y sabes lo peor? Que me recuerda a alguien, pero no sé a quién...

Aidan no dijo nada y me abrazó por la cintura con un brazo, acercándome más a él; cosa que agradecí, porque hacía mucho frío allí arriba.

- Tengo la necesidad de protegerla... - Susurré muy bajo.

- La describes con mucho amor - Dijo con la voz ligeramente monótona -, y muy adorable.

- Lo es - Le miré sonriendo -, es un encanto de niña.

Aidan me miró y sonrió de lado, llevando una mano a mi mejilla y acariciándola.

- Y todavía tienes el valor de decirme que no te gustan los niños... - Murmuró divertido -. Te brillan los ojos al hablar de ella, imagínate como sería si fuera tu hermana.

Me sonrojé un poco y bajé la cabeza. No lo había pensado así, la verdad, pero todavía había muchas cosas que me echaban para atrás. Como por ejemplo la diferencia de edad, que aunque comprensible, era bestial.

- Lo sé, pero a estas alturas... - Hice una mueca. Vale que mi madre estuviera en la edad de tener hijos y que la que no debería estar todavía era yo, pero seguía sin convencerme.

- Podrás cuidarle mejor... Sé que a priori es un coñazo ser muy mayor cuando te enteras de que vas a ser hermano mayor; yo también me molesté cuando... Mi madre se quedó embarazada - Suspiró y noté cómo cambió de humor -, pero ne di cuenta de que fue lo mejor que me ha pasado en la vida - A él también le brillaron los ojos y yo sonreí acariciando su cara con ambas manos.

- N-nunca me has hablado mucho de tu familia - Pregunté dudosa mirándole a los ojos, que se oscurecieron en ese mismo momento.

- Lo sé - Esbozó media sonrisa falsa y buscó mi boca con la suya. En ese momento supe que nunca lo iba a hacer y sentí como parte de mí se fragmentaba levemente.

Aidan no confiaba en mí y yo no sabía qué más hacer para demostrarle que podía hablar conmigo de lo que quisiera. Siempre era yo la que iba a contarle mis penas y, sin embargo, yo seguía sin saber nada de él, más allá de que adoraba bailar y que trabajaba en una empresa de catering. No era sufienciente.

Me separé de él un poco y bajé la mirada a mis manos mientras jugueteaba con las mangas. Aidan en realidad era un extraño y si él no se abría ni siquiera un poco, esto no iba a llegar muy lejos.

Él me miró en silencio durante un segundo y se levantó a buscar algo a la moto. Yo le miré de reojo, frunciendo el ceño. Sabía que tenía secretos, él mismo había admitido, pero yo ya no sabía por dónde tirar para que no se crearan estos silencios incómodos, y eso que apenas llevábamos unas semanas.

Aidan volvió a mi lado y dejó un paquetito envuelto en papel de regalo a mi lado, sobre el banco de piedra. La miré extrañada y arrugué la frente.

- ¿Qué es? - Le miré a él, cogiéndola con cuidado.

- Santa Claus se ha pasado un poco antes de tiempo por mi casa y ha dejado eso para ti - Sonrió un poco y sonreí yo con él.

- No tendrías que haberte molestado, Aidan - Entre otras cosas porque yo no le había comprado nada a él.

- Yo no he sido, ha sido Santa Claus - Me recordó -. Y se va a poner muy triste si no lo abres... - Susurró mirándome desde arriba ya que no había vuelto a sentarse a mi lado.

Rodé los ojos divertida y empecé a desenvolverlo con dedos temblorosos. Debajo del papel había una cajita negra.

- ¿Esto es algún tipo de broma? - Sonreí de lado -. ¿Dentro de la cajita habrá otro paquete y así sucesivamente? - Entrecerré los ojos y le miré mal en broma.

El río y se encogió de hombros.

- Ábrela y lo sabrás - Sonrió de su manera característica así que no tuve otro remedio que hacerle caso.

Abrí la cajita negra y saqué la pulsera de las cuencas azules, las zapatillas y el pájaro de plata que había visto la noche que empezamos lo que fuera que tuviéramos. La miré alucinada, no me salían las palabras y ni siquiera podía mirar a Aidan a los ojos o me echaría a llorar. Era demasiado bonita.

- ¿Pensabas que no me había fijado en como la miraste cuando te dejé sola? - Preguntó rompiendo el silencio y yo tragué saliva alzando la mirada despacio -. Llevo dos semanas ahorrando... - Susurró y noté cómo se le sonrojaban las mejillas.

Le miré y me mordí el labio sonriendo.

- No tenías porqué... - Susurré muy bajito devolviendo mi mirada a la pulsera -. Es preciosa.

- Quería tener un detalle con mi novia - Noté la sonrisa impresa en cada palabra y le miré de golpe.

- ¿Qué has dicho? - Nunca antes me había llamado así.

- No soy un tío muy de etiquetas - Admitió -, pero me gustaría poder considerarte mi novia. Si tú quieres, claro... - Se rascó la nuca inseguro. Yo dejé la pulsera y la cajita en el banco de piedra y me tiré a sus labios, rodeándole el cuello con los brazos.

- ¿Tú qué crees? - Le besé con ganas y le pegué más a mí cuando me abrazó por la cintura -. Pero prométeme que me contarás cosas de ti... - Pedí en voz baja contra sus labios.

- Poco a poco, pequeña, pero te lo prometo.

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¡¡¡Mirad quién está aquí!!!

Exacto, yo.

¿Me habéis echado de menos? Yo sé que sí. Tanto como yo a vosotros y a escribir.

Empieza septiembre (aunque voy con retraso like always) y eso quiere decir volver a la rutina y como buena rutina volver a escribir, espero.

El verano me ha afectado aún más que los exámenes y no conseguía encontrar nada que me motivase a escribir, pero voy a intentar volver con ganas, con fuerza y con varios capítulos semanales para terminarla cuanto antes (lo siento, pero de verdad lo necesito).

Esto empieza a tomar fooooorma aunque parezca que aún haya muchos frentes abiertos y me gusta, tbh. Espero que a vosotros también os haya gustado, (aunque me ha salido un poco moñas, pero necesito mimos).

Bueno, me despido, que como siempre me enrollo con tonterías.

Espero volver a leeros a todos por los comentarios, que me tenéis tan abandonada como yo a vosotros, (supongo que es lo justo).

Aún así, os quiero mucho. ❤

Ari.

Love (Lies #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora