Capítulo 34. "Las vacaciones"

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Ibiza no era para nada como me esperaba. Y no estoy hablando del lugar en sí, sino del viaje. Nada estaba saliendo como imaginé. Nada.

Mis padres parecían volver a tener quince años y disfrutar un amor absurdo y empalagoso del que yo no quería formar parte. Y Dave... Dave ya casi ni me miraba. Habiamos vuelto a esas vacaciones en Miami donde yo sólo era una niñata que pedía su atención a gritos mientras él se iba de fiesta y volvía al hotel con una tía distinta, si volvía. Era como tener un hermano que no quisiera formar parte de la familia durante las vacaciones. Y yo sinceramente prefería que no viniera, antes que tener que verle con otra que no fuera yo.

Un día, mientras estaba tomando el sol en la playa con mis padres, Dave apareció solo, por primera vez desde que habíamos llegado.

— Buenos días — dijo sonriente y poniendo la toalla entre mi madre y yo.

— ¿Y tu acompañante? — Preguntó mamá. Dave rió y negó con la cabeza.

— Hoy vengo yo solo, ya he cubierto la necesidad de sexo que tenía desde hace tiempo.

Será gilipollas.

Mamá soltó una carcajada y volvió a tomar el sol. Yo decidí ignorarle y me puse los auriculares. Lo mejor que podía hacer era negarme a creer que estaba allí, o le patearía el trasero.

De pronto sentí cómo me tocaban y masajeaban la espalda. Dave me estaba dando crema.

— ¿Qué coño haces? — Me quejé molesta.

— Evitar que te quemes. Deberías agradecérmelo.

Maldije entre dientes. No me dirige la palabra en el mes que llevamos aquí, ¿y ahora resulta que tengo que darle las gracias porque me dé crema?

— ¿Y qué, mito, le has echado el ojo a algún chico de por aquí? — Preguntó lo suficientemente alto para que lo oyeran papá y mamá, que estaban haciendo oreja.

— Pues no, esto está lleno de imbéciles que no saben lo que quieren.

— Birdy, esa boca... — gruñó mamá.

— Demasiada tortilla para tan pocos huevos.

Dave sonrió y me guiñó un ojo.

¿De verdad había sido capaz de perder a mi mejor amigo por un tío que me cambiaba por cualquier guarra que le caliente la entrepierna? Alex tenía razón, sólo era un entretenimiento para él.

¿Cómo he podido ser tan estúpida?

Cuando empecé a notar el amargo sabor de las lágrimas al fondo de mi garganta, decidí que había llegado el momento de dejar de hacerse la fuerte y encerrarme en la habitación del hotel hasta la hora de la comida. Me despedí, cogí la llave de la habitación que habían resevado para mí y me dirigí al hotel a gran velocidad.

Rompí a llorar a mitad de camino. Echaba de menos a Alex. En este tiempo intenté hacer que me perdonara de mi formas distintas. Le mandé mensajes, le llamé, pero, como prometió, él ya no estaba allí cuando yo fui a llorarle. Sin embargo, no le lloraba por Dave, ni le echaba de menos porque este ya no me hiciera caso, sino porque cada cosa que venía me recordaba a él.

— Mira, Birdy, compráselo a Alex, seguro que le encanta — Sugirió mamá señalando un colgante que vimos hace unos días. Tenía razón, seguro que le encantaba... Pero aun así no lo compré.

— Mamá, Alex ya no me habla.

— Eso son peleillas tontas.

Sinceramente, lo dudaba, y cada vez más. Poco a poco me iba convenciendo de que Alex no iba a volver a dirigirme la palabra en su vida y, si lo hacía, no sería de manera agradable.

— Lo dudo...

— Yo también me peleé con Dave cuando tenía más o menos tu edad, y mira.

Conclusión: Dave siempre tenía la culpa.

— No es lo mismo...

— ¿Qué pasó?

— Mamá, no creo que...

— Birdy, necesitas hablarlo con alguien, se te nota en la cara. Déjame ser tu amiga por una vez.

Suspiré. Tenía razón, necesitaba hablarlo con alguien. Y mi madre era mejor que nada.

— Me enrollé con él, para darle celos al chico que me gusta.

Mi madre abrió mucho los ojos, pero para mi sorpresa no dijo nada.

— Antes de que me eches la bronca, sé que estuvo mal, y me arrepiento cada día más, pero en el momento creí que...

— Creíste que era lo correcto — Terminó la frase por mí —. No hace falta que me lo digas a mí... — Negó con la cabeza — ¿Al menos funcionó? ¿Conseguiste darle celos a ese chico?

Asentí. 

— Sí se puso celoso, pero me he dado cuenta de que no me salió rentable. Además cada vez está más distante ese chico...

— Pero es normal, Birdy. Estás de vacaciones, hace casi un mes que no te ve.

— Ya, bueno... — No exactamente... — Pero le conozco, sé que no me estará echando de menos, y seguro que ahora mismo está con otra.

— ¿Por qué dices eso? 

— Porque él es así, mamá, confié en que hubiera cambiado después de todo..., pero no lo ha hecho. 

Llegué a la habitación y, tras cerrar la puerta, lloré como hacía tiempo que no lloraba. ¿Por qué todo tenía que salirme mal? El maldito karma no me daba tregua. Vale sí, me porté mal con Alex, y quizá elegir a Dave no fue la mejor opción, pero tampoco era tan mala persona como para quedarme sola de repente. ¿O sí?

Oí unos golpes en la puerta, pero los ignoré. Sería algún empleado del hotel, y ahora no tenía ganas de que me molestaran. Sin embargo, los golpes no cesaron. Me levanté de la cama, me quité las lágrimas de la cara y suspiré antes de abrir la puerta.

Dave entró y cerró la puerta a una velocidad increíble, Me atrajo hacia él y me besó de forma violenta. 

— No puedo seguir fingiendo que me he olvidado de ti — Susurró contra mis labios y volvió a besarme de nuevo. 

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¡Último capítulo del año! Espero que os guste tanto como siempre.

Feliz año, gente, y que se cumplan todos vuestros sueños.

Ari.

Love (Lies #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora