Capítulo 11: La Verdad Oculta

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La operación de Nicolle continuaba, y cada segundo en la sala de espera parecía estirarse interminablemente. Los jugadores del Barça, junto a algunos del Real Madrid y Atlético, permanecían en silencio, intercambiando miradas de preocupación. El ambiente era pesado, cargado de ansiedad e incertidumbre. Nadie se atrevía a pronunciar palabra, hasta que la puerta de la sala se abrió inesperadamente.

Un médico apareció, pero no estaba solo. A su lado, un policía de aspecto serio, con una libreta en la mano, entró en la habitación. Los murmullos de desconcierto llenaron el aire cuando los presentes se percataron de su presencia. ¿Por qué un policía estaba allí? ¿Qué estaba ocurriendo?

El policía, de mediana edad y semblante imperturbable, echó un vistazo a la sala antes de hablar.

—Buenas noches. Soy el oficial García —dijo con voz firme—. Me informaron que alguien firmó el permiso para la operación de la señorita Nicolle. ¿Quién fue?

El entrenador del Barça, que había estado sentado con los jugadores, se levantó, con el ceño fruncido por la confusión.

—Fui yo —respondió con seguridad—. Era necesario para salvarle la vida.

El policía asintió, pero no mostró expresión alguna que pudiera tranquilizar a los presentes. Se acercó unos pasos, sacando una libreta y un bolígrafo de su bolsillo.

—Entiendo —comenzó—. Lo que me preocupa es que la señorita Nicolle tiene varias lesiones en su cuerpo que no corresponden al accidente de tráfico. De hecho, algunas de esas heridas parecen mucho más antiguas y no han sido tratadas correctamente. ¿Alguno de ustedes sabe algo sobre esto?

Las miradas de los jugadores se cruzaron, llenas de sorpresa. Nadie dijo una palabra al principio. Gavi, Ferran y Pedri, que estaban más cerca de Nicolle, intercambiaron gestos de incredulidad.

—No... no sabíamos nada de eso —dijo Ferran con voz baja, incapaz de procesar lo que estaba escuchando.

El entrenador dio un paso adelante, intentando entender la gravedad de la situación.

—¿Qué está diciendo? —preguntó—. ¿Cómo es posible que Nicolle tenga heridas de antes del accidente? Ella nunca nos ha dicho nada.

El oficial García se mantuvo imperturbable.

—Por lo que me han informado los médicos, las heridas son consistentes con abusos físicos prolongados. Y eso nos lleva a otra pregunta importante: ¿dónde están los padres de Nicolle?

El silencio en la sala se volvió ensordecedor. Los jugadores se miraron entre sí, llenos de confusión. Nadie sabía dónde estaban los padres de Nicolle; nunca había mencionado nada sobre ellos, y no había señales de que alguien fuera a llegar para preocuparse por ella en el hospital. El oficial García, viendo la falta de respuestas, continuó.

—Voy a ser directo con ustedes —dijo el policía—. Nicolle no tiene padres. Vive en un orfanato, y según mis investigaciones, lleva allí desde que era muy pequeña.

El shock recorrió la sala como una ola. Gavi apretó los puños, tratando de asimilar lo que acababa de escuchar. ¿Nicolle... en un orfanato? ¿Cómo era posible que nunca lo supieran? Todos habían asumido que tenía una familia, como cualquiera de ellos.

—Eso no tiene sentido —murmuró Pedri, con la voz temblorosa—. Siempre hemos pensado que vivía con sus padres. Nunca dijo nada sobre un orfanato.

El entrenador frunció el ceño, uniendo las piezas en su cabeza. Ahora, todo comenzaba a cobrar sentido: la distancia que Nicolle mantenía, su misteriosa falta de participación en ciertas actividades del equipo, y cómo siempre evitaba cualquier conversación sobre su vida personal.

El oficial García aprovechó la pausa para seguir preguntando.

—Lo que quiero saber es si alguno de ustedes tenía sospechas sobre su bienestar. Sabemos que los futbolistas profesionales se someten a pruebas médicas regulares. ¿Cómo es posible que nadie notara su estado físico deteriorado antes de hoy?

El entrenador suspiró, pasándose una mano por el rostro, visiblemente afectado.

—Las pruebas médicas las realiza el club —explicó, con un tono lleno de frustración—. Pero en su caso, nos dijeron que sus "padres" preferían que las hiciera fuera del club, en un hospital privado. No nos pareció extraño en su momento, porque creíamos que sus padres estaban involucrados.

Gavi, que había estado escuchando en silencio, finalmente habló, la voz cargada de preocupación.

—Últimamente la hemos visto mal... más cansada, como si algo le pesara. Pero siempre dijo que estaba bien. No sabíamos que vivía en un orfanato, ni que estaba sufriendo tanto.

El oficial asintió, tomando nota de cada palabra. Se giró hacia el entrenador.

—El orfanato en cuestión tiene un historial de problemas. No es la primera vez que hemos recibido informes sobre maltratos en ese lugar, pero han sido muy buenos para encubrir las cosas.

—¿Está diciendo que Nicolle fue maltratada allí? —preguntó Ferran, con la voz ahogada.

—Es lo más probable —respondió el policía con franqueza—. Es por eso que estoy aquí. Si descubro que hubo negligencia o abusos, el orfanato tendrá que rendir cuentas.

Mientras el oficial hablaba, la gravedad de la situación se fue asentando en la sala. El equipo entero, junto con los jugadores de otros equipos, se sentían impotentes. Nicolle, su compañera, había estado sufriendo en silencio durante años, sin que nadie lo supiera. Y ahora, mientras luchaba por su vida en la sala de operaciones, su verdadero dolor salía a la luz.

El oficial García guardó su libreta, pero antes de irse, dirigió una última mirada a los presentes.

—Haré todo lo posible por llegar al fondo de esto. Pero ahora, debemos esperar a que Nicolle se recupere y pueda hablar.

El silencio que siguió fue devastador. Los jugadores permanecieron en sus asientos, con las mentes revoloteando en busca de respuestas. Las piezas del rompecabezas comenzaban a encajar, pero el sentimiento de culpa y preocupación se hacía más intenso. Nicolle no solo había estado lidiando con la presión de ser una futbolista profesional, sino también con los horrores de un maltrato oculto.

Las horas pasaron lentas y tortuosas. Finalmente, la puerta del quirófano se abrió, y un médico salió, con el rostro cansado, pero algo más tranquilo.

—La operación ha terminado —anunció—. Nicolle ha mostrado signos de mejoría, pero su estado sigue siendo delicado. Estaremos vigilando de cerca durante las próximas horas.

El alivio en la sala fue palpable, aunque sabían que la lucha de Nicolle aún no había terminado. Ahora, además de recuperarse físicamente, tendría que enfrentar la verdad de su vida y el peso de los secretos que había llevado tanto tiempo.

"Silencio en la cancha" (Pablo Gavi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora