Capítulo 9: Un encuentro inesperado

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La semana que se avecinaba en Barcelona estaba llena de emoción y actividad. Con el Mundial en Qatar a la vista, la ciudad se preparaba para recibir a jugadores y representantes de equipos de toda Europa. El FC Barcelona sería el anfitrión de un evento que reuniría a los miembros de la selección española y a otros jugadores destacados. Entre ellos se encontrarían figuras icónicas del Real Madrid y del Atlético de Madrid, quienes asistirían a un partido del Barça contra el Manchester City.

El ambiente en el vestuario estaba cargado de energía. Nicolle, aunque emocionada por la oportunidad de jugar en un escenario tan grande, no se sentía del todo bien. Una sensación de mareo la había acompañado durante los entrenamientos de la semana, y en el fondo sabía que algo no estaba bien. Sin embargo, se negaba a mostrar debilidad ante sus compañeros.

El día del partido, el Camp Nou estaba repleto de aficionados que vitoreaban a sus jugadores. La atmósfera vibrante se sentía en cada rincón del estadio. Nicolle intentó concentrarse, pero la sensación de desvanecerse la acosaba. Con cada minuto que pasaba en el campo, la presión aumentaba y su cuerpo parecía protestar.

A pesar de su malestar, Nicolle se esforzó al máximo durante el partido. Sus compañeros, entre risas y bromas, intentaron animarla, pero cada vez que le dirigían la palabra, ella apenas podía responder con una sonrisa forzada. El juego avanzó, y el Barça logró una victoria impresionante, pero Nicolle no pudo disfrutar del momento como lo había imaginado.

Cuando el árbitro pitó el final del partido, la euforia invadió el vestuario. Los jugadores celebraron, y Nicolle sintió una punzada de alegría al ver a sus compañeros felices. Sin embargo, el dolor en su estómago se hacía más intenso. Sabía que no podía quedarse en el vestuario por mucho tiempo.

Mientras los jugadores se preparaban para salir del estadio y unirse a la cena con los miembros de la selección, Nicolle decidió que era el momento de irse. Intentó ignorar su malestar y salió del vestuario con una sonrisa en la cara, despidiéndose de sus compañeros.

Al cruzar el campo y dirigirse hacia la salida, la multitud todavía vibraba con la energía del partido. A medida que avanzaba hacia la salida, Nicolle se sintió abrumada por el bullicio a su alrededor. Su cabeza daba vueltas, y cada paso se sentía más pesado. La emoción del partido se desvanecía lentamente, y en su mente solo había un pensamiento: necesitaba salir al aire fresco.

Justo cuando llegó a la calle y respiró hondo, un grito resonó en el aire. Antes de que pudiera reaccionar, un vehículo se acercó a gran velocidad. La última imagen que tuvo fue la de las luces de un coche acercándose rápidamente, y luego todo se volvió negro.

El caos se desató a su alrededor, y las sombras de las luces de la ciudad se desdibujaron en la oscuridad. Nicolle se encontró en un lugar sin dolor, sin miedo. No sabía cuánto tiempo había pasado, pero cuando volvió a abrir los ojos, todo era confuso y borroso.

Mientras tanto, sus compañeros, que estaban a punto de salir del estadio, escucharon el estruendo del accidente. Gavi, que había estado hablando con Pedri, se detuvo en seco al oírlo.

—¿Qué fue eso? —preguntó, su mirada inquieta.

Los jugadores se precipitaron hacia la salida, y al llegar, encontraron el caos de la escena. El coche estaba detenido, y algunos transeúntes se agolpaban alrededor de Nicolle, que yacía en el suelo.

—¡Nicolle! —gritó Gavi, su voz llena de preocupación mientras corría hacia ella, seguido por Pedri y Ferran.

La tensión se palpaba en el aire mientras los compañeros intentaban comprender lo que había sucedido. Nicolle estaba consciente, pero apenas podía moverse. La preocupación se reflejaba en sus rostros, mientras los miembros del equipo médico llegaban al lugar.

—¡No se muevan! —gritó uno de los paramédicos, mientras examinaban a Nicolle. Sus compañeros se apresuraron a rodearla, su preocupación evidente en cada palabra y mirada.

—Nicolle, ¿estás bien? —preguntó Pedri, con una mezcla de temor y ansiedad.

Ella intentó responder, pero las palabras se ahogaron en su garganta. La escena se volvió borrosa, y se sintió desvanecerse nuevamente. En su mente, las imágenes del partido, la celebración, y la energía del vestuario se mezclaban con la realidad del dolor.

Gavi se agachó a su lado, tomando su mano. —Te prometo que todo estará bien, Nicolle. Estaremos contigo, siempre —dijo, su voz temblando, pero llena de determinación.

Mientras los paramédicos comenzaban a atenderla, Nicolle sintió una sensación de calidez en su interior al escuchar las palabras de Gavi. En medio del caos, una chispa de esperanza encendió su corazón. Quizás esta vez, las cosas podrían cambiar.

"Silencio en la cancha" (Pablo Gavi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora