Capítulo 66: La Fuerza del Retorno

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Después de varias semanas de recuperación lenta pero constante, Nicolle empezaba a notar cómo su cuerpo respondía mejor. Los médicos habían dado luz verde para que comenzara a entrenar suavemente con el equipo, aunque aún tendría que llevar un monitoreo constante y cuidar los esfuerzos. Este era un gran paso, no solo para su físico, sino también para su moral. El día que volvió a pisar el campo con sus compañeros, la emoción la invadió.

Era una mañana fría en Barcelona, pero el aire fresco le daba una sensación renovadora. Pedri y Fer, como siempre, la acompañaron al centro de entrenamiento, alentándola y asegurándose de que no hiciera más de lo que debía.

-Hoy es un día importante, ¿lista? -le preguntó Pedri mientras caminaban juntos.

-Más que lista. No puedo esperar a tocar el balón con todos -respondió Nicolle, con una sonrisa que no había mostrado en mucho tiempo.

Cuando llegó al campo, los entrenadores ya la esperaban, junto con el resto del equipo. Xavi, su entrenador, le dio una bienvenida cálida y reconfortante.

-Sabemos lo duro que ha sido para ti, Nicolle. Solo ten paciencia, estamos todos aquí para apoyarte. Hoy haremos un entrenamiento ligero, pero lo importante es que vuelvas a sentirte parte de esto -le dijo Xavi mientras colocaba una mano en su hombro.

Nicolle asintió, sabiendo que tenía que seguir el consejo. Ella era consciente de que no podía acelerar su regreso y arriesgarse a una recaída, pero el simple hecho de estar allí, de nuevo en el césped, rodeada de sus compañeros, le hacía sentir que estaba volviendo poco a poco a su mundo.

El entrenamiento comenzó con ejercicios sencillos, calentamientos suaves y manejo del balón. Mientras los demás jugadores realizaban su rutina habitual, Nicolle fue guiada por un entrenador personal que vigilaba cada uno de sus movimientos. Aunque no podía correr a toda velocidad ni hacer movimientos bruscos, sentir el contacto del balón en sus pies era todo lo que necesitaba para motivarse.

-Esto es solo el comienzo -pensó para sí misma mientras daba unos toques suaves.

Gavi, que no la había dejado sola ni un día, la miraba desde la distancia mientras él seguía su propio entrenamiento. Se sentía orgulloso de ver a Nicolle de vuelta en el campo, incluso si solo era en una capacidad limitada.

-Vamos, ¡que poco a poco estás de vuelta! -le gritó desde el otro extremo del campo, animándola.

Durante el descanso, el equipo se reunió para beber agua y compartir algunas bromas. Ferran y Ansu Fati no tardaron en acercarse a Nicolle.

-Se siente bien verte aquí de nuevo -dijo Ferran, dándole un ligero golpe en el hombro.

-No te preocupes, pronto estarás corriendo más rápido que todos nosotros -añadió Ansu con una sonrisa.

Nicolle agradecía los gestos, aunque en el fondo sabía que todavía le quedaba un largo camino por recorrer. Su cuerpo aún no estaba al 100%, y las secuelas de la mononucleosis, junto con las secuelas del accidente, la habían debilitado. Pero estaba determinada a seguir adelante, paso a paso.

Después de los ejercicios, llegó la parte más esperada del día: la charla táctica con todo el equipo. Esta vez, Nicolle pudo participar completamente. Aunque aún no estaba lista para jugar, escuchar al entrenador y aportar sus ideas la hacía sentir parte integral del grupo.

La sesión terminó con aplausos para todos y un ambiente positivo. Nicolle se sentía más fuerte cada día, tanto física como mentalmente. Había estado lejos del campo durante mucho tiempo, pero su amor por el fútbol seguía siendo igual de poderoso. Lo que no esperaba era la pequeña sorpresa que sus compañeros le habían preparado.

Cuando regresó al vestuario para cambiarse, encontró una camiseta especial colgada en su taquilla. En la parte de atrás, junto a su número, estaban impresas las palabras: "Nunca te rendiste". El gesto la conmovió profundamente. No era solo una camiseta, era un recordatorio de su lucha, de su resistencia.

-Esto es obra tuya, ¿verdad? -le preguntó a Gavi con una sonrisa, mientras él se encogía de hombros fingiendo inocencia.

-Bueno, todos quisimos hacer algo para ti. Sabemos lo duro que ha sido, pero también sabemos que eres una luchadora -respondió Gavi con una sonrisa suave.

Esa tarde, después de un entrenamiento positivo y lleno de motivación, Nicolle volvió a casa junto a sus hermanos. Fer había preparado una cena especial, como solía hacer cuando había un motivo para celebrar. El ambiente en casa era cálido, lleno de risas y buenos momentos. Aunque aún quedaba mucho trabajo por delante, esa noche todos compartían una sensación de alivio y esperanza.

Durante la cena, Pedri se acercó a Nicolle, quien ya empezaba a notar el cansancio en su cuerpo.

-No te olvides de que mañana tenemos otra sesión, pero no te preocupes, yo me encargo de despertarte con un buen café -le dijo con un guiño, mientras ella sonreía cansada pero contenta.

-Solo asegúrate de que no sea demasiado pronto -respondió Nicolle, bromeando.

Esa noche, mientras se acostaba en su cama, Nicolle reflexionó sobre lo lejos que había llegado. Había días en los que sentía que no volvería a ser la misma, pero ahora, con el apoyo de su familia, sus amigos y sus compañeros de equipo, estaba más decidida que nunca a seguir adelante. Sabía que el camino no sería fácil, pero había aprendido a disfrutar de cada pequeño paso.

Al día siguiente, volvería al campo, y aunque fuera un entrenamiento ligero, cada día la acercaba un poco más a su objetivo: regresar completamente y, algún día, marcar el gol que demostraría que nunca se había rendido.

"Silencio en la cancha" (Pablo Gavi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora