Capítulo 7: Más allá de las apariencias

108 7 0
                                    

Un año había pasado desde el debut de Nicolle, y el FC Barcelona había sido su hogar y su refugio. La temporada había comenzado de nuevo tras las vacaciones, y los entrenamientos estaban en pleno apogeo. La adrenalina del fútbol era su escape, pero también un recordatorio constante de lo que estaba en juego.

Las semanas desde las pruebas médicas habían sido intensas. Aunque los resultados habían indicado que estaba en perfectas condiciones, el equipo había comenzado a notar que Nicolle no estaba en su mejor momento. Las miradas preocupadas de sus compañeros no pasaban desapercibidas. La química en el vestuario era palpable, y la camaradería se reforzaba con cada sesión.

Durante uno de los entrenamientos, el mister Xavi Hernández organizó un juego de posesión. Los jugadores estaban divididos en equipos y el ambiente era divertido. Nicolle se movía por el campo, esforzándose por mantenerse al día con el ritmo de sus compañeros. Ferran y Pedri estaban en el mismo equipo, y entre risas, se lanzaban el balón.

—¡Vamos, Nicolle! ¡No te quedes atrás! —gritó Ferran, riéndose mientras hacía un regate.

—¡Aprovecha, Nicolle! ¡No te dejes intimidar! —agregó Pedri, animándola a seguir adelante.

Mientras se concentraba en el balón, Nicolle sintió una punzada de cansancio, pero la emoción del juego le dio fuerzas. En un momento, Gavi se unió a la jugada, corriendo junto a ella. —Si no te apuras, te voy a dejar atrás —bromeó, guiñándole un ojo. Nicolle se rió, disfrutando del buen ambiente.

A medida que avanzaba el entrenamiento, otros compañeros comenzaron a unirse a la dinámica. Ansu Fati, con su energía contagiosa, se acercó y comenzó a jugar con ellos. —¿Sabes que te estoy vigilando, Nicolle? Quiero ver si me puedes ganar en velocidad —dijo, desafiándola a una carrera improvisada.

En medio de las risas y los desafíos amistosos, Nicolle sentía que algo no estaba bien. Aunque estaba rodeada de amigos, su mente seguía atormentada por la realidad del orfanato. En su cabeza, la presión de ocultar su vida personal la estaba consumiendo. A pesar de las pruebas que decían que estaba bien, su cuerpo no siempre respondía como debería.

Al finalizar la sesión, mientras se estiraban, el mister se acercó a Nicolle. —Nicolle, he notado que te está costando un poco. Si hay algo que necesitas, por favor, no dudes en decírmelo —dijo con preocupación. Nicolle sonrió, pero en su interior sabía que no podía compartir su carga.

—Todo bien, mister. Solo estoy un poco cansada de las vacaciones —respondió, sintiendo que las palabras no hacían justicia a lo que realmente sentía.

Tras el entrenamiento, el equipo se reunió para hablar sobre el primer partido de la liga. La emoción era palpable, y todos estaban ansiosos por demostrar su valía en el campo. Alrededor de la mesa, los jugadores discutían estrategias y se intercambiaban bromas.

Nicolle se encontró entre Gavi, Pedri y Eric García, quienes compartían historias sobre sus primeros partidos. —Recuerdo mi debut, me temblaban las piernas y no podía dejar de pensar en si haría bien mi trabajo —dijo Eric, riendo al recordar el momento.

—Lo mismo me pasó a mí. Pero luego te das cuenta de que es solo fútbol —agregó Gavi, con una sonrisa animada.

—A veces creo que el nerviosismo es parte del juego —intervino Pedri, mirando a Nicolle con complicidad. —Tú también lo sabes, ¿verdad, Nicolle?

Nicolle asintió, pero su mente seguía divagando. Mientras los demás hablaban, se sintió un poco desconectada, como si estuviera observando desde una distancia segura. En el fondo, sabía que debía encontrar una manera de abrirse a ellos, de compartir lo que estaba pasando. Pero la idea de hacerlo la aterraba.

Esa noche, mientras regresaba a su habitación, las palabras de sus compañeros resonaban en su cabeza. Aunque el equipo la había acogido con los brazos abiertos, aún le costaba dejar caer la barrera que había construido a su alrededor. Sin embargo, había algo en el ambiente que le hacía sentir que pronto tendría que tomar una decisión.

A la mañana siguiente, el equipo se preparó para el primer partido de la liga. La energía era palpable, y el vestuario estaba lleno de risas y nerviosismo. Nicolle se unió a sus compañeros mientras se preparaban, y, por primera vez en semanas, sintió un atisbo de esperanza. Quizás en el campo, podría dejar atrás sus miedos y enfocarse en lo que realmente amaba: el fútbol.

Mientras salía al campo, las luces brillaban intensamente y el sonido del público retumbaba a su alrededor. Era su momento de brillar. En ese instante, decidió que no se dejaría vencer por el pasado. Estaba en el Barça, y iba a luchar por su lugar, sin importar los demonios que la acechaban.

"Silencio en la cancha" (Pablo Gavi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora