Capítulo 63: Un Rayo de Luz

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Las semanas continuaban avanzando y, aunque el proceso de recuperación de Nicolle estaba siendo lento, finalmente comenzaron a aparecer señales más claras de mejora. Después de casi un mes de reposo, la fiebre había desaparecido por completo y sus niveles de energía, aunque aún bajos, empezaban a estabilizarse. Aún necesitaba ayuda para moverse por la casa, y sus hermanos, especialmente Pedri y Fer, seguían cuidándola de cerca. Sin embargo, todos sentían que, poco a poco, la tormenta estaba amainando.

Esa mañana, Pedri tenía un entrenamiento temprano con el Barcelona. Antes de irse, se aseguró de que todo estuviera en orden en la casa y dejó a Nicolle aún dormida, acurrucada bajo su manta favorita en el sofá del salón. Fer, como siempre, se quedó para cuidar de ella mientras preparaba el desayuno y organizaba las tareas del día. Los días de Pedri y Fer se habían convertido en una rutina casi militar: entrenamientos, cuidado de Nicolle, y apenas un rato para ellos mismos. Sin embargo, lo hacían con gusto, porque sabían lo mucho que significaba para Nicolle tenerlos cerca.

Cuando Nicolle se despertó esa mañana, sintió que algo era diferente. Su cuerpo no estaba tan pesado como de costumbre, y, aunque seguía sintiéndose débil, tenía un poco más de fuerza que en días anteriores. Se incorporó lentamente, notando que los mareos que solían acompañarla al levantarse habían disminuido. Fer, que estaba en la cocina, notó su movimiento y se acercó de inmediato con una sonrisa.

—¿Cómo te sientes hoy? —le preguntó, con una mezcla de optimismo y cautela.

—Mejor, creo. —Su voz aún sonaba suave, pero había algo de alivio en ella—. No siento la fiebre, y... bueno, al menos no estoy tan cansada.

Fer la observó detenidamente, como si quisiera asegurarse de que lo que decía fuera cierto. Sabía que Nicolle tendía a ser optimista en exceso, incluso cuando su cuerpo no respondía como ella quería, pero esta vez parecía sincera.

—Eso es un buen comienzo —dijo Fer con una sonrisa—. Vamos a desayunar, pero primero, ¿quieres que llame a Pedri?

—No, no lo molestes, él ya tiene bastante. Podemos sorprenderle cuando regrese —dijo Nicolle, intentando mostrar un poco de ese espíritu de siempre.

La mañana pasó tranquila. Nicolle seguía descansando en el sofá, pero con más energía que en días anteriores. Durante la tarde, incluso intentó dar unos pasos sola en la casa, lo que para Fer fue una mezcla de orgullo y preocupación. No quería que su hermana se forzara demasiado, pero también sabía que cada pequeño paso hacia la normalidad era importante para su recuperación.

Cuando Pedri regresó del entrenamiento, lo primero que hizo fue ir directo al salón a ver cómo estaba Nicolle. Para su sorpresa, ella estaba sentada con más vitalidad de lo habitual, con una ligera sonrisa en su rostro. Pedri no pudo evitar sonreír al verla, sintiendo un pequeño alivio en su pecho.

—Bueno, ¿y esto? —dijo, acercándose y sentándose a su lado—. ¿Quién es esta chica que parece más despierta hoy?

Nicolle rodó los ojos, pero su sonrisa no desapareció.

—Parece que finalmente estoy mejorando. Ya era hora, ¿no crees?

Pedri soltó una carcajada y le dio un suave golpe en el hombro, con una mezcla de cariño y broma.

—Por fin. Estaba empezando a pensar que ibas a quedarte dormida para siempre.

La tarde transcurrió entre conversaciones relajadas y planes para los próximos días. Nicolle todavía no estaba lista para regresar a los entrenamientos, y todos sabían que el proceso de volver al campo sería gradual. Pero ese día fue un rayo de luz en lo que había sido un mes difícil, y todos lo sentían.

Esa misma noche, Gavi pasó por la casa después del entrenamiento. Había estado en constante contacto con Nicolle, y aunque no siempre había podido visitarla por los partidos y las sesiones de entrenamiento, hoy tenía un rato libre y no iba a desaprovechar la oportunidad de verla. Llegó con una sonrisa y un regalo bajo el brazo: una camiseta personalizada del Barcelona, con el nombre de Nicolle y el número 10, algo que le provocó una sonrisa instantánea.

—Esto es para cuando estés de vuelta en el campo —dijo, entregándole la camiseta con una mirada cómplice.

—Gracias, pero no sé si me lo merezco todavía —bromeó Nicolle, mientras sostenía la camiseta con cuidado.

—Oh, créeme, lo harás. Solo tienes que ponerte bien primero —respondió Gavi con una sonrisa.

La reunión en casa fue tranquila y animada. Fer se encargó de preparar una cena ligera, mientras los chicos se sentaron alrededor de Nicolle para ponerse al día con las últimas novedades del equipo y las bromas de siempre. A pesar de que Nicolle aún no podía moverse con facilidad, su buen humor había regresado, y todos se contagiaron de su actitud positiva.

Después de cenar, Gavi, Pedri, y Fer insistieron en que Nicolle no se esforzara demasiado. Ya había dado pasos importantes hacia su recuperación, y nadie quería que recayera por apresurarse. Sabían que había sido difícil para ella estar lejos de los entrenamientos y del campo, pero también sabían que la salud de Nicolle era lo más importante en este momento.

Durante los siguientes días, el equipo médico del FC Barcelona volvió a visitar a Nicolle para hacer una nueva evaluación. Confirmaron que, aunque seguía necesitando descanso, las peores etapas de la enfermedad habían pasado. Nicolle podría comenzar a hacer ejercicios suaves en casa para recuperar poco a poco su resistencia, aunque el camino hacia su regreso completo aún era largo.

La noticia fue recibida con alegría, pero también con prudencia. Nicolle, aunque impaciente por volver al campo, sabía que tenía que tomarse las cosas con calma. Había aprendido de las semanas anteriores que su cuerpo tenía sus propios tiempos y que no podía forzarlo. Pedri, siempre protector, dejó claro que no permitiría que volviera a entrenar sin estar completamente recuperada, algo en lo que tanto Fer como el equipo médico estuvieron de acuerdo.

Con esta nueva perspectiva, el ánimo de Nicolle mejoró notablemente. Durante los siguientes días, comenzó a hacer pequeñas caminatas por la casa, subía y bajaba las escaleras con ayuda, e incluso empezó a practicar algunos estiramientos básicos en el salón. Era un avance lento, pero para Nicolle, cada pequeño paso la acercaba a su objetivo de regresar a los entrenamientos.

Finalmente, llegó un fin de semana en el que Pedri y Fer decidieron organizar una pequeña reunión en casa para levantar aún más el ánimo de Nicolle. Invitaron a algunos compañeros del equipo, incluido Gavi, que no dudó en pasar otro rato con ella. A medida que la recuperación de Nicolle avanzaba, todos sentían que, aunque aún faltaba tiempo, la energía positiva había regresado a la casa. Sabían que con paciencia y apoyo, Nicolle pronto estaría de vuelta en el campo, luchando junto a sus compañeros.

Nicolle cerró los ojos esa noche, soñando con su regreso al fútbol y sabiendo que, aunque el camino había sido duro, la luz al final del túnel estaba cada vez más cerca.

"Silencio en la cancha" (Pablo Gavi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora