El día del debut de Pablo Gavi en el primer equipo fue uno de esos momentos que quedaría grabado en la historia del FC Barcelona. Nicolle no pudo evitar sentir una mezcla de orgullo y nostalgia mientras veía el partido por televisión. Gavi había trabajado incansablemente, y finalmente había llegado su momento. En su mente, sin embargo, había un pequeño rincón de tristeza. Ella aún estaba en las categorías inferiores, luchando por destacar y esperando su propia oportunidad.La emoción que rodeaba a Gavi y sus compañeros de equipo era palpable. Los comentaristas no dejaban de hablar sobre su talento y la promesa que representaba para el club. Nicolle sintió una punzada de envidia, pero rápidamente la ahogó con pensamientos de determinación. Sabía que su tiempo también llegaría, pero el camino se estaba volviendo más difícil.
Mientras tanto, el ambiente en el orfanato se había deteriorado. El maltrato físico y psicológico que ya había comenzado a gestarse se intensificó. Las burlas se volvieron más crueles, y los empujones más frecuentes. Algunas de las chicas más grandes parecían disfrutar atormentándola. Nicolle trataba de mantenerse fuerte, recordando las palabras de Gavi sobre la mentalidad. Sin embargo, cada día se hacía más complicado.
Finalmente, el momento que había estado esperando llegó. A los 15 años, Nicolle recibió la noticia de que sería convocada para debutar con el primer equipo masculino. El corazón le latía con fuerza y la emoción la invadía. No solo iba a cumplir su sueño, sino que también se convertiría en la primera mujer en jugar en un equipo masculino en la liga. Era un hito que le traería reconocimiento, pero también una carga de expectativas.
El día de su debut fue un torbellino de emociones. El vestuario estaba lleno de energía, y Nicolle sentía la presión de estar en el centro de atención. Cuando entró al campo, el estadio rugía, pero su mente estaba llena de dudas. Recordó todas las horas de entrenamiento, las burlas en el orfanato, y las inseguridades que siempre la habían acompañado.
La primera impresión con el equipo no fue tan sencilla. Algunos de los jugadores más veteranos parecían escépticos sobre su inclusión en el equipo. Las miradas de duda la seguían en el vestuario, y hubo murmullos que no le pasaron desapercibidos. La ansiedad comenzó a apoderarse de ella, recordándole la hostilidad que había experimentado en el orfanato. Pero, en medio de las miradas frías, también había rostros amigos que la animaban: Pedri y Ferran, quienes entendían lo que significaba ser nuevos y luchar por un lugar en el equipo.
—¡Vamos, Nicolle! —gritó Pedri, al notar su nerviosismo—. Tienes todo el talento que necesitas. Solo juega como siempre lo haces.
—Sí, no pienses en nada más —añadió Ferran, ofreciendo una sonrisa alentadora—. Estamos aquí para apoyarte.
Sus palabras fueron como un soplo de aire fresco. En ese momento, Nicolle recordó lo que realmente importaba: su amor por el juego. Cuando el árbitro pitó el inicio del partido, sus miedos comenzaron a desvanecerse. Cada pase, cada jugada, la conectaba más con el campo y con sus compañeros. A medida que avanzaba el juego, se sentía más segura, más parte del equipo.
Sin embargo, la presión estaba presente. En un momento del partido, tuvo la oportunidad de marcar un gol. Se armó de valor y se lanzó al ataque. El balón llegó a sus pies, y, con la confianza que había cultivado durante años, hizo un disparo que terminó en el fondo de la red. El estadio estalló en vítores, y la euforia la envolvió. Era un momento que jamás olvidaría.
A pesar del triunfo en el campo, las sombras del orfanato aún la perseguían. Las noches en el orfanato seguían siendo difíciles. El maltrato continuaba, y la inseguridad que había intentado dejar atrás a veces la invadía nuevamente. Pero ahora, había algo más en ella. Con cada entrenamiento y cada partido, Nicolle se dio cuenta de que no solo estaba jugando al fútbol, estaba rompiendo barreras y abriendo puertas para otras mujeres que también soñaban con jugar en un equipo masculino.
Después de su debut, el apoyo de sus compañeros del primer equipo fue fundamental. Comenzaron a verla como una igual, una jugadora más que merecía su lugar. Las risas en el vestuario reemplazaron las miradas frías, y lentamente comenzó a sentirse parte de la familia del FC Barcelona. Aunque el camino seguía siendo arduo, la determinación de Nicolle era más fuerte que nunca.
Con cada partido, Nicolle estaba un paso más cerca de convertirse en la futbolista que siempre había querido ser. Y aunque las sombras del pasado seguían presentes, la luz del fútbol brillaba con fuerza, guiándola hacia un futuro que prometía ser brillante. En el fondo, sabía que no estaba sola en esta lucha; tenía a sus amigos y a su pasión por el deporte a su lado.
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"Silencio en la cancha" (Pablo Gavi)
AléatoireNicolle, una joven futbolista de 16 años, es una estrella en ascenso en el FC Barcelona, pero tras su éxito en el campo se esconde un oscuro secreto. Criada en un orfanato desde pequeña, Nicolle ha sido víctima de abuso físico y emocional por parte...