Capítulo 23: Una Nueva Esperanza

86 4 0
                                    




Los días pasaban lentamente, pero Nicolle continuaba mostrando señales de mejora. Aún no podía hablar por completo debido a la operación en su garganta, pero el dolor disminuía cada día, y con esfuerzo podía emitir algunos sonidos cortos, aunque le resultaba difícil. Los médicos estaban satisfechos con su evolución, aunque dejaban claro que su recuperación total tomaría tiempo. Pero lo más importante era que Nicolle estaba mejorando, y pronto recibiría el alta hospitalaria.

Cada vez que los jugadores la visitaban, la llenaban de ánimos y cariño. Había dibujos, flores y peluches por toda la habitación, que seguía siendo un refugio cálido y reconfortante. Las parejas de los jugadores también venían con frecuencia, llenando el ambiente de apoyo femenino, y todos le contaban historias para mantenerla entretenida. La idea de que su vida fuera a cambiar para mejor se hacía más palpable con cada día que pasaba.

Una tarde, mientras el equipo había salido para entrenar, la familia de Pedri entró en la habitación de Nicolle. Fer, el hermano mayor de Pedri, había estado junto a ella en varias ocasiones, ayudando siempre en lo que pudiera. Esta vez, estaban también los padres de Pedri, que habían viajado desde Canarias para ver a Nicolle. Querían hablarle sobre una noticia importante, y aunque estaban algo nerviosos, sabían que era lo correcto.

Fer fue el primero en acercarse a la cama de Nicolle, con una sonrisa amable. Aunque no podía hablar del todo, él ya entendía que sus gestos y miradas decían mucho.

—Hola, Nicolle —dijo Fer con suavidad, sentándose en una silla al lado de ella—. Hoy hemos venido todos porque queremos hablar contigo de algo importante.

Los ojos de Nicolle brillaron con curiosidad. Estaba acostumbrada a las visitas, pero sabía que algo era diferente esta vez. El ambiente era serio, pero al mismo tiempo lleno de esperanza. Los padres de Pedri, que estaban de pie cerca de la cama, sonreían con nerviosismo.

—Nicolle —empezó el padre de Pedri, con una voz tranquila—, hemos estado pensando mucho en ti, en todo lo que has pasado... y lo que todavía te queda por superar. Sabemos que la recuperación será larga, pero también sabemos que no puedes volver al lugar de donde vienes. Queremos ofrecerte algo, algo que hemos hablado con Pedri y con Fer.

La madre de Pedri se adelantó suavemente, con una sonrisa cálida.

—Queremos adoptarte, Nicolle —dijo con ternura—. Queremos que formes parte de nuestra familia. Sabemos que es una decisión importante, y por eso queríamos preguntarte si estás de acuerdo.

Las palabras resonaron en el aire, llenando la habitación de una emoción palpable. Nicolle se quedó en silencio, mirándolos con ojos muy abiertos. El torrente de emociones la golpeó de inmediato. Los había escuchado, entendía perfectamente lo que le estaban ofreciendo, pero las palabras no le salían, y las lágrimas empezaron a brotar de sus ojos sin que pudiera controlarlas.

Con manos temblorosas, Nicolle se llevó las palmas a la cara, cubriendo sus ojos húmedos. Sollozos silenciosos se escaparon de su pecho, mientras las lágrimas de alivio y felicidad corrían por sus mejillas. No podía hablar, no podía decirles lo agradecida que se sentía, pero su reacción lo decía todo.

La madre de Pedri se acercó a la cama, con los ojos brillando también, y la abrazó con suavidad.

—Tranquila, cariño —susurró—. Todo está bien. No tienes que decir nada ahora. Solo queremos que sepas que no estás sola. Nunca más.

Fer también le sonrió, inclinándose para mirarla a los ojos.

—Queremos que te recuperes, y cuando salgas de aquí, tendrás un hogar con nosotros. No tienes que volver a ningún sitio que te haga daño, Nicolle.

Nicolle, incapaz de hablar, solo pudo asentir mientras seguía llorando. La emoción la había sobrepasado, pero era una emoción positiva, de alivio, de saber que tendría un futuro lejos del orfanato, lejos del dolor. Aunque sabía que la recuperación fuera del hospital sería larga y difícil, ahora tenía la certeza de que no la enfrentaría sola.

Después de un rato, los padres de Pedri y Fer la dejaron descansar un poco. Nicolle se quedó recostada en su cama, aún con las emociones a flor de piel. Cuando se calmaron sus lágrimas, se sentía más liviana, como si una carga inmensa se hubiera levantado de sus hombros.

Minutos después, algunos de sus compañeros del equipo volvieron al hospital después del entrenamiento. Gavi fue el primero en entrar en la habitación, seguido por Pedri y algunos otros. Cuando Gavi vio que Nicolle había estado llorando, corrió hacia ella, preocupado.

—¿Estás bien? —preguntó, inclinándose hacia ella con una mano en su hombro—. ¿Te pasó algo?

Nicolle sonrió a través de las lágrimas, pero no podía responderle. En cambio, miró a Pedri, que rápidamente entendió lo que había sucedido.

—Tranquilo, Gavi —dijo Pedri con una sonrisa suave—. Han sido lágrimas de felicidad.

—¿De felicidad? —repitió Gavi, confundido. Se giró hacia Pedri—. ¿Qué ha pasado?

Pedri se acercó a la cama de Nicolle y explicó la situación brevemente.

—Mis padres han hablado con Nicolle —dijo—. Van a adoptarla, si ella está de acuerdo, claro.

Gavi se quedó en silencio un momento, asimilando la noticia. Luego miró a Nicolle, que seguía sonriendo entre lágrimas, y finalmente una amplia sonrisa cruzó su rostro.

—Eso es... increíble —dijo, soltando un suspiro de alivio—. Nicolle, eso es increíble.

Nicolle asintió suavemente, todavía sin poder hablar, pero con una expresión que transmitía toda su gratitud. Sabía que el camino hacia su recuperación no sería fácil, pero con una familia como la de Pedri, y con el apoyo de sus compañeros de equipo, estaba más segura que nunca de que podía superar cualquier obstáculo.

Había sido un largo y doloroso viaje para Nicolle, pero finalmente estaba viendo una luz al final del túnel. Sabía que la salida del hospital marcaría el comienzo de una nueva vida, una vida llena de cariño y estabilidad, lejos del abuso y el sufrimiento. Aunque todavía no podía hablar del todo, sus ojos lo decían todo: estaba lista para comenzar de nuevo.

"Silencio en la cancha" (Pablo Gavi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora