Las semanas seguían avanzando, y Nicolle, aunque aún no estaba completamente recuperada, comenzaba a sentirse más fuerte cada día. Los ejercicios suaves en casa empezaban a dar resultado, y poco a poco recuperaba algo de la energía que había perdido. Los médicos del FC Barcelona seguían de cerca su evolución, con visitas regulares y controles para asegurarse de que su progreso fuera adecuado y sin contratiempos.
Pedri y Fer, siempre a su lado, habían ajustado su vida a los nuevos tiempos de Nicolle. Fer había reducido un poco sus compromisos con sus estudios de cocina para estar más disponible en casa, mientras Pedri continuaba con su rutina de entrenamientos, pero sin dejar de ser protector con su hermana. El apoyo que ella recibía de ambos era inquebrantable.
Uno de esos días, Nicolle recibió una noticia que la llenó de esperanza: el médico del equipo le había dado luz verde para comenzar a entrenar en el gimnasio bajo supervisión. Aunque no podría participar en los entrenamientos en el campo, sería su primer paso para volver al ambiente competitivo. Esta noticia fue una explosión de felicidad para Nicolle, que llevaba meses fuera de la dinámica normal del equipo.
-Te lo dije, ya estás casi ahí -dijo Gavi cuando Nicolle le comentó la noticia por mensaje. Estaba entusiasmado por su regreso, y aunque quedaba camino por recorrer, este pequeño avance significaba mucho.
El día en que Nicolle iba a regresar al gimnasio, Pedri la acompañó. Aunque él ya tenía su propio entrenamiento, había decidido quedarse con ella un rato para asegurarse de que estuviera cómoda en esta nueva etapa. Fer, aunque no pudo ir por sus estudios, le mandó un mensaje motivador para desearle suerte.
Al llegar a la Ciudad Deportiva, Nicolle se sentía nerviosa. No era solo un regreso físico; era emocional. Volver a un espacio que había significado tanto para ella, después de todo lo que había pasado con la enfermedad y las secuelas del accidente, le provocaba una mezcla de sentimientos. Entrar en el gimnasio y ver a sus compañeros, algunos de los cuales no había visto en semanas, le hizo sentir el apoyo del equipo. Todos se acercaron a saludarla, con sonrisas, palabras de aliento, y bromas que la hicieron sentir que todo había vuelto a la normalidad.
-¿Lista para romperla en el gimnasio? -le dijo Ferran, dándole un ligero empujón en el brazo.
-Tanto como romperla, no creo -respondió Nicolle, sonriendo-, pero estar aquí ya es un buen comienzo.
Los primeros ejercicios que hizo fueron sencillos: bicicleta estática, caminata en la cinta, y algunos estiramientos suaves. Su fisioterapeuta estaba a su lado en todo momento, controlando cada movimiento, asegurándose de que no se forzara demasiado. Nicolle lo hacía con cautela, aún sintiendo cierta fragilidad en su cuerpo, pero estaba decidida a dar lo mejor de sí. El sudor en su frente no era solo un signo de esfuerzo físico, era una muestra de que su regreso estaba en marcha.
Después de una hora de ejercicios moderados, Nicolle terminó su sesión. Estaba cansada, pero contenta. Era la primera vez en mucho tiempo que sentía ese tipo de agotamiento, el que venía de trabajar duro, y no de estar enferma. Pedri, que había terminado su entrenamiento, pasó a buscarla.
-¿Cómo te sientes? -preguntó mientras la ayudaba a ponerse su chaqueta.
-Cansada, pero bien. Como si por fin estuviera haciendo algo útil para volver -respondió Nicolle, con una sonrisa satisfecha.
El viaje de regreso a casa fue tranquilo. Nicolle se sentó en el asiento del copiloto, mirando por la ventana mientras las calles de Barcelona pasaban frente a ella. Su mente estaba llena de pensamientos sobre el futuro. Sabía que aún quedaba mucho camino por recorrer antes de poder jugar de nuevo, pero este primer paso la llenaba de motivación.
Al llegar a casa, Fer ya los esperaba con una comida ligera preparada. Sabía que Nicolle necesitaría reponer fuerzas después de su sesión, y también quería escuchar cada detalle de cómo le había ido. Durante la comida, Pedri y Nicolle hablaron sobre el entrenamiento, sobre cómo había sido ver a sus compañeros y estar nuevamente en un ambiente deportivo.
-Es un paso grande, Nicolle. Pronto volverás al campo -dijo Fer con una sonrisa de orgullo.
-Sí, pero tengo que seguir con calma. No quiero arruinar todo por apresurarme -respondió ella con una mezcla de entusiasmo y cautela.
Después de la comida, Nicolle se tumbó en el sofá, sintiéndose más relajada. Era como si un peso enorme hubiera comenzado a levantarse de sus hombros. El simple hecho de haber vuelto al gimnasio y de estar un paso más cerca de su objetivo le daba un alivio mental que necesitaba con urgencia.
Durante los días siguientes, Nicolle continuó con su rutina de ejercicios en el gimnasio. Poco a poco, su cuerpo comenzaba a responder mejor. Los médicos estaban contentos con su evolución, aunque le seguían recordando que la paciencia era clave. Gavi, siempre atento, la visitaba con regularidad para animarla. Sabía lo difícil que era para Nicolle estar alejada del campo, pero también sabía que ella era una luchadora, y que no tardaría en volver a estar al 100%.
Un viernes por la tarde, Pedri llegó a casa con una noticia que dejó a Nicolle boquiabierta: el entrenador del Barcelona quería que asistiera a uno de los próximos partidos, aunque solo fuera para estar con el equipo en el banquillo y sentir la atmósfera del estadio nuevamente. Nicolle no podía creerlo. No jugaría, claro, pero el simple hecho de volver a estar en el entorno de un partido oficial la emocionaba.
El día del partido llegó, y Nicolle se preparó con cuidado. Aún no podía ponerse el uniforme del equipo, pero se vistió con la ropa oficial del club, y cuando entró al estadio con el resto de sus compañeros, una oleada de emoción la invadió. Las gradas, el olor a césped, las luces del estadio... todo le recordaba por qué amaba tanto el fútbol.
Aunque no jugó, estar en el banquillo fue una experiencia que le renovó el alma. Los nervios del partido, las charlas tácticas del entrenador, los gritos de los aficionados... todo le devolvía la sensación de pertenecer a algo grande.
Esa noche, mientras regresaban a casa, Nicolle se sentía más motivada que nunca. Sabía que no faltaba mucho para estar de vuelta en el campo, y aunque el camino había sido duro, estaba más cerca que nunca de su objetivo.
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"Silencio en la cancha" (Pablo Gavi)
RandomNicolle, una joven futbolista de 16 años, es una estrella en ascenso en el FC Barcelona, pero tras su éxito en el campo se esconde un oscuro secreto. Criada en un orfanato desde pequeña, Nicolle ha sido víctima de abuso físico y emocional por parte...