Capítulo 42: El Arrastre al Entrenamiento

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Después de un largo día explorando los rincones más vibrantes de Doha, el equipo regresó al hotel completamente agotado. Nicolle, en particular, sentía que no le quedaban fuerzas para nada más. El calor sofocante del país, a pesar de ser invierno, la había dejado sin energía. Qatar tenía un clima extraño para ella; acostumbrada al frío europeo, ahora el sudor era parte de su día a día.

-No puedo más, hoy no -se quejaba Nicolle, dejándose caer en un sofá de la entrada del hotel mientras el resto del equipo se dirigía al entrenamiento vespertino.

Los demás jugadores la miraban entre risas. Pedri, su hermano, sabía que este era un momento en el que podría descansar de la responsabilidad de cuidar de ella. Se apartó un poco y les dio luz verde a los compañeros:

-Hoy es todo vuestro -dijo con una sonrisa-. ¡Suerte!

Gavi, Ferran, Eric García y otros que ya conocían bien a Nicolle desde el FC Barcelona, intercambiaron miradas cómplices. Ya sabían lo que tocaba. Aunque Nicolle había cambiado mucho en el último año, desde su integración a la familia de Pedri y Fer, su espíritu más libre y juguetón a veces también se traducía en momentos de resistencia.

-¡Vamos, Nicolle! No te hagas la remolona -dijo Gavi, tirando suavemente de su brazo para levantarla del sofá.

-No quiero, estoy cansada -protestó ella, mientras intentaba arrastrarse de nuevo al sillón como si se pegara al mueble.

-Como si eso fuera nuevo... -rió Ansu Fati, que se unió al grupo mientras ellos la arrastraban literalmente por los pasillos del hotel.

Entre risas y comentarios, el resto del equipo hacía fuerza para llevar a Nicolle hasta el lugar de entrenamiento. A algunos de los jugadores del Barça, que la habían visto antes en su versión más reservada y madura, este cambio les sorprendía. En el pasado, Nicolle era seria, casi impenetrable, siempre manteniendo su distancia y enfocada en su responsabilidad dentro del campo. Sin embargo, ahora parecía disfrutar de esos momentos en los que podía bajar la guardia y dejar que los demás la cargaran, tanto literal como emocionalmente.

-Nunca me imaginé ver a Nicolle así -comentó Busquets, observando la escena desde atrás-. Hace un año, jamás te hubiera dejado arrastrarla de esa manera.

-Es cierto -asintió Jordi Alba-. Antes, no la sacabas de su caparazón. Ahora parece... no sé, otra persona.

El equipo estaba feliz de verla así, de sentir que había encontrado una parte de sí misma que le permitía ser más relajada. Luis Enrique, el seleccionador, observaba desde la distancia con una sonrisa divertida. Nicolle era una jugadora talentosa y su salud había sido una preocupación para todos, pero era bueno ver que también había espacio para que se sintiera cómoda y feliz en un entorno tan exigente.

-No te preocupes, Nicolle -dijo el entrenador cuando la vio llegar-. Hoy no será un entrenamiento tan duro. Lo peor será mañana, así que guárdate las fuerzas.

Nicolle lo miró con los ojos entrecerrados, agotada, pero resignada.

-Está bien, pero me debéis una por esto -dijo, aunque con una sonrisa que denotaba que, en el fondo, estaba bien con ello.

La Cena Familiar

Al terminar el entrenamiento, los jugadores regresaron al hotel, donde les esperaban sus familias y seres queridos para la cena. Nicolle apenas podía mantenerse en pie. El cansancio y el calor del día la habían dejado al borde del colapso, pero lo más gracioso era que apenas tenía fuerzas para mantener los ojos abiertos durante la cena.

Cuando finalmente se sentaron a la mesa, Nicolle luchaba contra el sueño, dejando caer la cabeza en su plato en más de una ocasión. Cada vez que esto ocurría, Pedri, Gavi o Fer la ayudaban a comer, haciéndole bromas sobre cómo iba a acabar durmiendo sobre la mesa en cualquier momento. Los demás jugadores y sus familias no podían evitar reírse.

-No te duermas en la comida, Nicolle -bromeó Ferran Torres, dándole un ligero empujón en el hombro.

-Es que no puedo más... -murmuró Nicolle, con los ojos entrecerrados.

-Ya, ya, ya... pero antes de dormir, tendrás que comer algo, o si no mañana te arrastramos otra vez al entrenamiento -le dijo Pedri con una sonrisa.

Gavi, siempre atento a Nicolle, la miraba con ternura mientras intentaba mantenerla despierta. Aunque Nicolle había cambiado y se mostraba más abierta y juguetona, para él, seguía siendo la misma chica de la que se había enamorado desde el primer día. Su cercanía con ella era evidente para todo el equipo, y más de uno ya había lanzado indirectas sobre su relación.

-¿Y cuándo vas a hacer oficial lo vuestro, Gavi? -preguntó Eric García con una sonrisa burlona mientras los demás reían.

Gavi, incómodo pero divertido al mismo tiempo, miró a Nicolle, que estaba demasiado agotada como para prestarle atención.

-Dejadme en paz -respondió él, sonriendo mientras ayudaba a Nicolle a tomar otro bocado.

Un Dúo Imparable

A pesar de las bromas y el ambiente relajado, todos sabían que Nicolle y Gavi eran inseparables. Dentro del campo, formaban un dúo imparable, sus movimientos siempre coordinados y sus jugadas llenas de complicidad. Pero fuera del campo, la relación entre ambos era aún más especial. Gavi se aseguraba de cuidar de ella, y aunque ella había cambiado de personalidad, volviéndose más despreocupada y alegre, Gavi seguía viendo en ella la misma chica fuerte y valiente que conoció.

-Sabes que no tienes que preocuparte -le susurró Gavi mientras caminaban de vuelta a las habitaciones después de la cena-. Siempre estaré aquí, aunque ahora seas más traviesa que nunca.

Nicolle sonrió, aunque apenas podía mantenerse despierta.

-Lo sé, Gavi... -respondió en voz baja antes de dejar caer la cabeza en su hombro, apoyándose en él mientras caminaban por el pasillo-. Y yo también estaré aquí para ti, siempre.

La relación entre ambos era especial, una conexión que había crecido con el tiempo y que iba más allá de lo que otros podían ver. Era una mezcla de amistad, cariño y algo más, algo que todos en el equipo ya notaban, pero que ellos aún mantenían en su propio espacio.

Finalmente, Nicolle se dejó caer en su cama, extenuada después de un día largo y lleno de emociones. Mientras se acomodaba, ya con los ojos cerrados, escuchó a Gavi reír suavemente a su lado.

-Duerme bien, Nicolle -dijo él-. Mañana será otro día duro, pero lo superarás como siempre.

Y con eso, Nicolle se sumió en un sueño profundo, mientras Gavi cerraba la puerta con cuidado, dejando a su inseparable compañera descansar para el día siguiente.

"Silencio en la cancha" (Pablo Gavi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora