Nicolle estaba mejorando lentamente. Cada día era un paso más hacia la recuperación, aunque el proceso seguía siendo agotador, tanto física como emocionalmente. Esa mañana, sin embargo, la despertó una sensación extraña. Cuando se movió para incorporarse, notó algo húmedo en su ropa de cama. Su corazón empezó a latir más rápido, el pánico la envolvió al ver que había sangre en las sábanas. No entendía qué había pasado. Se asustó, pensando que se trataba de otra complicación relacionada con su accidente.
Lentamente, intentó levantarse, pero aún estaba débil. Al ponerse de pie, tambaleante, perdió el equilibrio y cayó al suelo. El impacto no fue grave, pero el miedo la invadió por completo. En ese momento, algunos de los jugadores, junto a sus parejas, entraban en su habitación para visitarla, como hacían cada mañana. Al ver a Nicolle en el suelo, Gavi fue el primero en correr hacia ella, seguido por los demás.
—¡Nic! ¿Estás bien? —preguntó Gavi, con el rostro lleno de preocupación mientras la ayudaba a incorporarse.
Los chicos se dieron cuenta de que Nicolle estaba aterrorizada, con lágrimas en los ojos y sin entender qué estaba pasando. Mientras intentaban consolarla, las chicas que acompañaban a los jugadores también notaron lo que estaba ocurriendo. Miraron la cama y enseguida comprendieron la situación.
—Tranquila, Nicolle —dijo una de las chicas, con una sonrisa tranquilizadora—. No es nada malo, pero... vamos a tener que echar a estos chicos de aquí por un rato.
Gavi, que seguía aferrado a Nicolle, frunció el ceño, sin entender por qué lo estaban apartando. Pero las chicas insistieron, y finalmente, todos los chicos, incluyendo a Gavi, fueron empujados fuera de la habitación, algo confundidos pero preocupados por lo que pudiera estar pasando.
—Dejadnos esto a nosotras —dijo otra de las chicas mientras cerraba la puerta.
Nicolle, aún temblando, miraba a las mujeres con confusión. No entendía qué estaba pasando ni por qué la sangre. Las chicas se acercaron a ella con calma y cariño, sabiendo que lo que había sucedido no era algo fuera de lo común para ellas, pero para Nicolle sí lo era.
—Nicolle, tranquila. Lo que te ha pasado es completamente normal —dijo una de ellas, acercándose con una toalla—. Es solo tu menstruación, cariño. Es algo que todas pasamos.
Nicolle las miraba desconcertada. Nunca había tenido la regla antes. Nunca nadie le había explicado lo que eso significaba o qué debía hacer. Había vivido toda su vida bajo las estrictas normas del orfanato, donde ese tipo de temas nunca se discutían. El orfanato no se había preocupado de educarla sobre temas de desarrollo físico. Y ahora, frente a este cambio tan repentino, se sentía completamente perdida.
Las chicas se encargaron de tranquilizarla, ayudándola a cambiarse de ropa y explicándole, de la manera más sencilla posible, lo que le estaba sucediendo. Mientras una de ellas iba a buscar a un médico para informar de la situación, las demás le contaban cómo funcionaba su ciclo menstrual y qué medidas debía tomar para mantenerse cómoda.
—Es algo por lo que todas pasamos, Nic. Es una parte normal de crecer —le dijo una de las chicas con una sonrisa—. Es algo que tendrás cada mes. Pero no te preocupes, te vamos a ayudar a manejarlo.
Aunque Nicolle estaba avergonzada y algo asustada, el tono cariñoso y paciente de las chicas la calmó. Sentía que, una vez más, no estaba sola, y que aunque había tantas cosas que no sabía sobre su propio cuerpo, ellas estaban allí para guiarla.
Poco después, llegó el médico, que había sido informado de la situación. Al entrar a la habitación, revisó a Nicolle con preocupación.
—Nicolle, ¿cómo te sientes? —preguntó con suavidad mientras comenzaba a hacerle preguntas y tomar notas.
Tras revisarla, el médico parecía preocupado por un detalle en particular. Nicolle nunca había tenido la regla antes, y el hecho de que le llegara tan repentinamente, justo ahora, después de todo lo que había pasado, era inusual. El médico se volvió hacia las chicas que estaban con ella y explicó:
—Nos preocupa un poco que Nicolle no haya tenido su menstruación antes. Queremos realizar algunas pruebas para asegurarnos de que todo esté bien y descartar cualquier otro problema.
El rostro del médico se tensó cuando mencionó la posibilidad de abuso. Aunque no quería alarmar a Nicolle, era un tema que debían investigar para estar seguros. Nicolle miró al médico con ojos confusos y nerviosos, pero las chicas, intuyendo la situación, la tranquilizaron rápidamente.
—No te preocupes, Nicolle. Todo va a estar bien —dijo una de ellas—. Vamos a hacer algunas pruebas solo para asegurarnos de que no hay nada más detrás de esto.
Nicolle, aunque aún nerviosa, asintió lentamente. El miedo comenzó a desvanecerse poco a poco mientras las chicas le explicaban cada paso del proceso.
Después de las pruebas, el médico regresó con una expresión más relajada.
—Nicolle, no hemos encontrado signos de abuso, lo que es una gran noticia. Lo más probable es que el estrés y los problemas de salud que has tenido hayan afectado tu desarrollo y retrasado la llegada de tu menstruación. Es algo que ocurre en ocasiones. Pero todo indica que, a partir de ahora, tu cuerpo está comenzando a regularse.
Las chicas, junto a Nicolle, suspiraron aliviadas. El médico les explicó que, aunque Nicolle seguiría bajo observación, no había nada de qué preocuparse.
Cuando los chicos finalmente volvieron a la habitación, Gavi, Pedri y los demás entraron con caras de confusión, aún sin entender del todo lo que había sucedido. Gavi, especialmente, se sentía inquieto, como si lo hubieran mantenido al margen de algo importante.
—¿Todo bien? —preguntó Gavi mientras se acercaba a Nicolle, sentándose de nuevo junto a ella.
Nicolle asintió y sonrió levemente. Todavía no podía hablar mucho, pero con una pequeña nota escrita, intentó tranquilizarlo. Las chicas se encargaron de explicar a los chicos lo que había pasado, con un toque de humor para aliviar la situación.
—No os preocupéis, chicos. Solo ha sido su primera regla. Nada grave, pero... ¡nos necesitaba a nosotras esta vez!
Los chicos intercambiaron miradas entre sí, algunos riendo nerviosamente mientras otros se sonrojaban al darse cuenta de lo que había ocurrido. Gavi, que seguía junto a Nicolle, dejó escapar una risa suave, pero de alivio.
—Me alegra que estés bien, Nic —dijo, volviendo a tomar su mano.
A partir de ese día, Nicolle sabía que había pasado por otra experiencia completamente nueva, pero con el apoyo de su equipo y las chicas que la cuidaban, sentía que podía enfrentarse a cualquier cosa.
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"Silencio en la cancha" (Pablo Gavi)
RandomNicolle, una joven futbolista de 16 años, es una estrella en ascenso en el FC Barcelona, pero tras su éxito en el campo se esconde un oscuro secreto. Criada en un orfanato desde pequeña, Nicolle ha sido víctima de abuso físico y emocional por parte...