Nicolle había despertado, aunque aún sentía los efectos del cansancio y la confusión. Los sonidos del hospital le resultaban extraños, pero la calidez de la presencia de sus compañeros a su alrededor le daba un poco de consuelo. Los médicos llegaron a la habitación con la rutina de revisiones diarias, llevando consigo un aire de seriedad, pero también de esperanza.
—Vamos a revisar todo, Nicolle —dijo uno de los médicos con una sonrisa amable—. Queremos asegurarnos de que estás bien.
Los jugadores, siempre pendientes, comenzaron a levantarse para dar espacio, pero Gavi no se movió. Sostenía la mano de Nicolle con firmeza, y a pesar de las miradas comprensivas de los demás, su determinación era inquebrantable.
—No, no voy a irme —replicó Gavi, su voz firme, pero con un matiz de preocupación—. Ella necesita saber que estoy aquí.
Los médicos intercambiaron miradas, comprendiendo su deseo de permanecer junto a su compañera, así que decidieron dejarlo. Mientras los demás salían de la habitación, el ambiente se cargó de una tensión silenciosa. Nicolle sintió una mezcla de alivio y nerviosismo al ver a Gavi a su lado, y aunque no podía hablar, su mirada comunicaba todo lo que necesitaba expresar.
El médico empezó a revisarla, checando los signos vitales y asegurándose de que todo funcionara correctamente. Gavi observaba atentamente, preocupado por cualquier cambio en el rostro de Nicolle. Notó que aún tenía problemas para respirar con normalidad, y el equipo médico lo confirmó al dejarla conectada a un respirador que la ayudaría a estabilizarse.
—Nicolle, estás en buenas manos. Te están cuidando —dijo Gavi suavemente, sin soltar su mano—. Tienes que confiar en ellos.
Mientras los médicos realizaban las pruebas, Nicolle cerró los ojos un momento, sintiendo el cansancio abrumador de su cuerpo. Sin embargo, al escuchar la voz de Gavi, su corazón se llenó de esperanza. Sabía que no estaba sola en este proceso. A pesar de las dificultades y del dolor que había enfrentado, él estaba allí, firme como siempre.
Finalmente, el médico terminó la revisión, asintiendo satisfecho con los resultados.
—Parece que te estás recuperando bien, Nicolle —dijo, sonriendo—. Vamos a seguir monitoreándote, pero creo que los chicos pueden volver a entrar ahora.
Gavi soltó un suspiro de alivio, una sonrisa de satisfacción iluminó su rostro. Al instante, los otros jugadores regresaron, llenando la habitación de una energía renovada. A medida que entraban, las risas y las historias comenzaron a fluir nuevamente, haciendo que el ambiente se sintiera más ligero.
—¡Te hemos traído sorpresas! —exclamó Ferran, sosteniendo un gran peluche en sus brazos—. ¡Es para ti!
—Tienes que conocerlo —dijo Pedri, acercándose con un dibujo que había hecho un niño del hospital, un colorido dibujo que decía "¡Ánimo, Nicolle!" en letras grandes y brillantes.
Nicolle sintió que su corazón se llenaba de gratitud y amor. Miró a cada uno de ellos, sintiendo su apoyo incondicional. Aunque su cuerpo seguía debilitado, el calor de su amistad le dio la fuerza que tanto necesitaba.
—Nicolle, estamos aquí para ti —dijo Gavi, acercándose de nuevo a la cama—. Cada uno de nosotros está contigo. Vas a salir de esto más fuerte que nunca.
Ella miró a su alrededor, a los rostros sonrientes de sus compañeros, y a pesar de las máquinas y la situación en la que se encontraba, una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios. Sabía que aún quedaba un largo camino por recorrer, pero con ellos a su lado, sentía que podría enfrentarlo.
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"Silencio en la cancha" (Pablo Gavi)
DiversosNicolle, una joven futbolista de 16 años, es una estrella en ascenso en el FC Barcelona, pero tras su éxito en el campo se esconde un oscuro secreto. Criada en un orfanato desde pequeña, Nicolle ha sido víctima de abuso físico y emocional por parte...