Capítulo 35: El Regreso al Campo

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El ambiente en el Camp Nou estaba cargado de energía y emoción. Los aficionados gritaban, animando a su equipo con fervor, y el sonido de los cánticos retumbaba en las gradas. Nicolle estaba sentada en el banquillo, sintiendo cada latido de su corazón mientras el partido avanzaba. Había pasado mucho tiempo desde que había jugado un partido oficial, y la adrenalina la mantenía en vilo.

A medida que transcurrían los minutos, la tensión del juego aumentaba. El FC Barcelona estaba jugando un partido reñido, y aunque se sentía parte del equipo, la ansiedad por no poder contribuir la invadía. Miró a sus compañeros, quienes se movían en el campo con agilidad, y sintió un profundo deseo de unirse a ellos.

Diez minutos antes de que el árbitro pitara el final, la situación en el campo comenzó a cambiar. Xavi hizo una señal al banquillo, y el corazón de Nicolle se detuvo por un momento. Con una sonrisa de aliento, el entrenador gritó su nombre:

-¡Nicolle, es tu turno!

El Gran Momento

Nicolle se levantó de un salto, una mezcla de nervios y emoción recorriendo su cuerpo. Cuando el árbitro levantó la mano y anunció su entrada, el estadio estalló en aplausos y vítores. Los aficionados comenzaron a corear su nombre:

-¡Nicolle! ¡Nicolle! ¡Nicolle!

Ese momento fue mágico. Durante meses había soñado con este regreso, y finalmente estaba aquí. Con cada paso hacia el campo, la energía de los hinchas la envolvía, dándole fuerzas. Era como si cada grito de aliento la empujara a seguir adelante.

Al entrar al terreno de juego, Nicolle sintió un torrente de emociones: alegría, gratitud, y un toque de nerviosismo. Miró a su alrededor, reconociendo el mismo césped que había anhelado pisar de nuevo. Sus compañeros le sonrieron y le dieron la bienvenida con gestos de aliento. Gavi y Pedri, desde el borde del campo, la animaban con entusiasmo.

Volviendo a Jugar

Los primeros minutos fueron abrumadores. A pesar de que había estado entrenando, volver a un partido real era diferente. El ritmo del juego era frenético, y Nicolle luchó por mantenerse al día con la intensidad. Aunque sus piernas sentían la falta de ritmo, la adrenalina la mantenía alerta.

Recibió el balón por primera vez y, aunque su toque no fue perfecto, la ovación del público la hizo sentir como si hubiera marcado un gol. La conexión con sus compañeros era palpable, y poco a poco, se fue soltando. En los pocos minutos que estuvo en el campo, logró realizar un par de buenos pases y algunas jugadas simples, cada una con la convicción de que estaba en el lugar donde realmente pertenecía.

La Sensación de Regreso

A medida que los minutos avanzaban, Nicolle se sintió más cómoda. Cada segundo en el campo parecía alargarse, y esos diez minutos se convirtieron en horas llenas de emoción. El ambiente a su alrededor, las risas, los gritos y la energía del estadio, todo se unió para crear una experiencia que nunca olvidaría.

Cuando el árbitro finalmente pitó el final del partido, Nicolle sintió una mezcla de euforia y satisfacción. Aunque había sido solo una breve aparición, había recuperado parte de lo que había perdido. Mientras sus compañeros la rodeaban, celebrando la victoria, ella supo que había dado un gran paso en su camino de regreso.

Gavi y Pedri la abrazaron con fuerza, llenos de orgullo.

-Lo hiciste genial, Nicolle -dijo Pedri, sonriendo de oreja a oreja.

-¡Sí, lo lograste! -gritó Gavi, sin poder contener su emoción.

Nicolle sonrió, sintiéndose más viva que nunca. Había enfrentado sus miedos, superado obstáculos y, sobre todo, había vuelto a hacer lo que amaba: jugar al fútbol. Aunque el camino por delante aún tenía desafíos, ese regreso al campo había encendido una chispa dentro de ella, una determinación renovada para seguir adelante.

Mientras salía del campo, con la multitud aún coreando su nombre, Nicolle supo que este era solo el comienzo. Había mucho más por venir, y estaba lista para afrontarlo.

"Silencio en la cancha" (Pablo Gavi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora