"Señora, compre Tomanza"

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POV LALI

La presentación había sido un éxito total. No podía estar más que orgullosa y agradecida infinitamente a esas personas que más que fans, son mis amigos porque sin ellos hoy esto no ocurriría. Sentí un alivio al ver que gustó el tema que había escrito. "Júrame" surgió de la nada en una de esas noches en las cuales no podía dormir y me puse a leer por adelantado uno de los guiones.

Era un amor prohibido pero, sin considerarme una Susanita obsesionada con el matrimonio, tenía la fuerte convicción de que si hay amor, no importa nada más.

Siendo sincera lo que más me atrapó cuando leí los guiones fue que, más allá de que Tomás sea sacerdote, en algún momento ese amor que siente por Esperanza, rompe todas sus estructuras, todos sus esquemas y se rinde ante esos sentimientos que lo consumen. Reconoce en eso que él cree ser su debilidad, su mayor fuerza. No hay ningún pecado en amar.

Todo eso se me vino a la mente cuando lo plasmé en la canción. Suar estaba más que conforme lo que en vez de tranquilizarme, hacía que me exija aún más a mí misma en lo profesional.

-Estaría buenísimo que te relajes un poco, Lali. –Mariano me sacó de mis pensamientos. No lo había escuchado llegar pero ahí estaba, sentado junto a mí mientras tenía uno de los libretos en mis manos. –Dale, soltá eso. ¡Pensá que mañana es el estreno!

-Mirá quién habla, justo el que está buscando conversación para olvidarse que en un ratito salimos en el programa de Mirtha Legrand, la uno.

Enarcó una de sus cejas haciéndome reír bastante. Guardé el guión. Sólo lo había llevado para que me diera buena suerte. Como un amuleto. Lo dejé en mi bolso en el camarín.

Lancé una mirada al espejo. La maquilladora había hecho un trabajo increíble. Amaba cómo me habían dejado mi cabello con una línea al medio. Mis ojos enmarcados por un fuerte delineado negro que hacía juego con un vestido de encaje.

-Estás muy linda.-me halagó Marian. Parecíamos dos muñecos de torta de casamiento. Él, de traje también negro, y camisa blanca. Nadie le cree que carga con treinta y seis años.

-Estamos muy lindos –le corregí y me di cuenta que uno de los técnicos nos estaba observando atentamente.

Abrazados, mostrando nuestra buena onda, posamos para una foto tras de cámara antes de salir al aire. En ese momento caí en la cuenta que nuestra verdadera cábala eran las selfies.

POV MARIANO

No podía dejar de mirar a Lali. Ese vestido me quitaba el aliento. Era una diosa en miniatura. No podía escaparme a sus ojos tan intensos. Sinceros. Tan prohibidos. Lejos de la frialdad que algunas veces cargaban los azules de Juliana. Estaba jugando contra mi autocontrol, pero no podía dejar de admirar su belleza. Era inconsciente a mi persona.

El almuerzo iba de lo mejor hasta que Mirtha comenzó con las preguntas inquisitoriales. ¿La mía? Si había vuelto con mi Juliana. Obviamente asentí con orgullo, y la culpa me la tuve que tragar en seco.

Una incomodidad se apoderó de mi cuando Lali no podía parar de hablar de su novio, Benjamín Amadeo. Mirtha la adoraba, y no es para menos, pero parece que aprobaba la relación con el rubio de ojos celestes.

-Así que mañana es el estreno de "Esperanza Mía" –continuó La Chiqui animadamente. No dejaba que nadie más participe de la charla. Creo que es una fan más, una Lalita. Como aprendí que así se dicen las seguidoras de mi compañera. -¿Me pueden contar algo sobre la historia? Algo chiquito al menos.

Primero pasaron el corte promocional de la novela en la cual se la veía a Lali corriendo, escapando de quienes la perseguían. Seguidamente, venía la escena que lo cambiaría todo. Cuando se cruza con Tomás en un viaje que coinciden y el sacerdote cae bajo las bromas de esa hermosa chica llamada Julia – na. Viéndolo desde afuera, era cierto que teníamos química. Recordé las palabras de Guido, días atrás en La Plata. Lali está compenetrada en su personaje. Pero ¿Y yo?

POV LALI

-Bueno, te cuento, Esperanza es una novicia... falsa. Muy falsa. No tiene nada de monja a decir verdad. Y por circunstancias de la vida tiene que escaparse de su pueblo y viaja a la Capital. Entonces es ahí donde conoce al Padre Tomás. Es una historia muy linda. Está hecha con mucho respeto y cuidado. –dije orgullosa de mi pitufa azul. Una vez que comenzaba a hablar de ella, no podía parar.

-Es cierto. Está muy bien hecha –agregó Marian mirándome. Sentí su mirada durante todo el almuerzo. Había una tensión palpable entre ambos que cualquiera podría venir y atravesarla con un cuchillo si así lo quisiese. – Y Tomás, pobre... está enamorado. No puede negarse a eso que siente. No sabe qué hacer.

-Las fans están como locas –enfatizó Mirtha luego de leer algunos mensajes que iban enviando al programa. Se me ocurrió un chiste para calmar mis nervios y los de Mariano.

-Además, no sabes. Es terrible. Escuchate esta. Las fans ya crearon un nombre. Nos bautizaron como Tomanza. –no se entendió nada y creo que fue mi culpa. – Tomanza –repetí. – Por los nombres de Tomás y Esperanza. Qué nombre más curioso. Es como un producto, una marca de salsa. Me imagino diciendo "Señora, compre Tomanza". –dije más relajada imitando como si estuviese haciendo una propaganda comercial.

-Sos muy graciosa –soltó Mariano desde lo más sincero de su alma. Lo supe porque los nervios hacían que se pase una de sus manos por su frente. Estaba inquieto. Y yo no entendía cómo llegamos a eso.

POV MARIANO

Sentía que me delataba solo. La culpable de todo esto era Lali. Lala. Ella. Quien sabía llevar cualquier situación y hacerle frente. Y yo ¿qué? No podía ser capaz de resistirme a no mirarla como mujer. Estaba casado. Tenía dos hijos. Le llevo varios años a Lali, pero sé que eso importaría poco y nada. ¿Y por qué me ponía a pensar todo esto durante un almuerzo? Encima en vivo. Ya me imaginaba después que eso saldría en algún comentario insinuando alguna otra cosa entre nosotros. Me concentré en escuchar solamente. Pero Lali era quien llevaba la charla, y no podía apartar mis ojos de ella. No me ayudaba.

-¿Nos sacás una foto? –me pidió con voz de nena situándose al lado de Mirtha. Era su preferida, lejos.

Como un títere, hice lo que me pedía.

-Perfecta. –dije tímidamente.

-Ahora ustedes –comentó otro de los invitados a la mesa. –Están hasta combinados.

Guardé silencio. Era preferible que no dijera nada. Lali cuando volvió a su lugar a mi lado, casi se tropieza. No sé cómo las mujeres podían caminar con semejantes tacos. Se apoyó instintivamente sobre mí. Otra vez esos ojos.

-Casi. –susurró.

Casi. Repetí para mis adentros. ¿Cuánto me faltaba para completar ese "casi"?

Se acercó peligrosamente a mí en un abrazo. Era cierto lo que me había dicho. Que parecíamos dos muñecos de esos que adornan la superficie de una torta de bodas. Dos rostros iluminados. Al menos tenía la excusa de que mis ojos siempre brillan por ser de un color claro. Excusa.

Mi piel reaccionaba a su presencia. Era una tensión que conocía bien. ¿Por qué no podía ocurrirme esto con Juli? ¿Por qué justo ahora que yo me había decidido recomponer mi vida?

En algunos momentos, creo que el discernimiento de Tomás era más simple que el mío, literalmente.




Hola!! Muchas gracias por leerme, de verdad!!! Espero les esté gustando la historia! Quiero saber qué piensan :D

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