Tu tierra y tu cielo

¿Renunciar?

HOLA!! llegados a este punto no sé si todavía alguien lee esto, pero acá esto.

Esta historia de amor sigue.

Mariali no se separó, los separaron. Algo completamente distinto, y por eso duele más. A Tomás y Espi los tuvieron alejados mucho tiempo, y aún así pudieron terminar juntos como toda historia de amor. La de Mariali no es la excepción. Hay que creer.

Seguiré escribiendo.

Gracias por leerme.

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POV LALI

Miré distraídamente a la imagen que me devolvía el espejo. Una mujer de estatura baja pero mujer al fin. Así es cómo me siento con él: REAL.

La mujer detrás del vidrio un tanto empañado me sonreía tímidamente sin miedo a dejar ver esos dientes un tanto torcidos que combinaban con ese brillo tan intenso de sus ojos oscuros.

Tenía los cabellos un tanto despeinados; sin embargo, todo parecía favorecer esa figura sencilla maquillada tan sólo con el rubor natural de mis mejillas al pensar en todo lo que estaba viviendo con el amor de mi vida.

Porque eso es Mariano, el amor de mi vida; de las que viví y las que siguen.

Estaba dispuesta a todo por él y cada situación que vivimos me da la certeza de que arriesgarse vale más que la pena.

-¿Se puede? – escuché un voz débil que reconocí al instante.

-Pasa Anita, qué pregunta es esa.

Sonreí sacudiendo mis pensamientos acomodándome un poco el pelo para salir a grabar apenas me llamen.

-Estás tan radiante, Lalita. Estás tan... no sé, tenés un brillito especial... un no sé qué...

-¿Amor?

Ella asintió sabiamente cerrando los ojos mientras unía sus manos, en la cual en una de ellas se enredaba un rosario propio de Madre Superiora.

-Sí, amor es un buen título, creo.

Reímos cómplices hasta que me llamaron para una reunión sorpresa.

Miré extraña hacia donde estaba Adrián. Nunca lo había visto con ese humor tan desagradable.

-Mi amor... yo...

¿Mariano?

Me senté a su lado sin entender nada. Ninguno de los dos estaban del todo felices, y eso en cierta forma me ponía nerviosa. Jamás me gustó estar en un ambiente con energías negativas.

De manera automática mis manos se entrelazaron con la izquierda de Marian, en donde podía sentir el frío metálico del anillo de Arzobispo que llevaba en su dedo corazón.

-Tomás es arzobispo, hasta que llegue a Papa no para Betoldi ¿no? ¿Qué sigue? Que me la oficialices de monja a Lali. Claramente no soy escritor ni editor de novelas, pero... hace un tiempo ya tuvimos esta charla, y sigo sintiendo que la historia no está yendo hacia ningún lugar. Bueno, si. Al morbo. Chueco, el público compro la pareja, quieren eso: ver una relación de amor. Vos mismo nos dijiste desde el día uno que tenemos una química que hay que aprovechar. No se trata de un capricho, de corazón te lo digo.

-¿Lali?

Escuchar mi nombre me volvió a la realidad. Sin darme cuenta, había estado conteniendo la respiración hasta que sentí la débil roce de Marian sobre mi rodilla, como esperando una respuesta.

Volteé a mi derecha y me encontré con esos ojos que son el lugar en el que más adoro perderme. Sentí una opresión en el pecho al ver que no brillaban como solían hacerlo.