CORAZONADA

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Buenos días!!!

Espero les guste este capítulo... !

Gracias por leerme!

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POV MARIANO

Dejé a mis hijos en la casa de Juliana. Me sentía algo culpable porque apenas salieron del colegio los retuve conmigo toda la tarde. Sentía que crecían a pasos agigantados y no quería perderme nada dentro de los tiempos que me permitían las grabaciones. Milo se había quedado dormido en la camioneta con la cabeza hacia un lado haciendo que se vea más cachetón de lo que ya era. Oli iba mirando por la ventana aún con la remera de su uniforme.

-Te quiero, pa.- dijo con su vocecita cansada. La abracé fuerte antes de irme dejándole las mochilas a la mamá.

Cuando llegué a mi casa se me hizo raro ver un poco de luz. Estaba seguro que había apagado todo antes de irme esta mañana a Polka pero después recordé que capaz Oli dejó prendida alguna lámpara.

Abrí la puerta y fui juntando a mi paso las muñecas de mi princesa y algún que otro bloque de plástico de los juguetes de Milo.

Siempre fui un obsesivo del orden pero si ese caos era de ellos, era lo mejor.

De golpe, me di cuenta de había algo distinto.

Llegué al pasillo de la sala de estar, alumbrada por algunas velas chiquititas que parecían pertenecer a la decoración.

Al final del camino, estaba mi Lala, más hermosa que siempre.

Caminé despacio hasta donde estaba, de espaldas a mí con una camiseta holgada que reconocí como mía, descalza y con un rodete que la hacía verse como una nena.

Nena que me volvía loco.

Busqué su cuello sin anticipación mientras mis manos rodeaban su cintura estrechándola lo más que podía sin llegar a hacerle daño.

-NO TENÍAS QUE LLEGAR TODAVÍA.

Intentó safarse de mi abrazo a lo que le respondí pegándola más a mí. Verla así me causaba ternura, sumado a su altura real que la obligó a pararse sobre mis pies para estar más cerca.

-Tu hermano me mintió, me dijo que ibas a llegar más tarde, mi amor.

Esa voz de nena sumado a la frustración que veía en su frente me pudo demasiado.

-¿Mi hermano? –pregunté extrañado cuando alejó su rostro negándome un beso. -¿Rodrigo?

-Sí. Traidor. Me dijo que tenía media hora para dejar todo listo. Que te iba a distraer, pero NO.

Llevé mis manos a los costados de su cara haciendo que me regale esa trompita tan suya, acerqué mis labios a su boca hasta fundirnos en un beso que provocó que dejara caer sus brazos y bajar sus hombros.

Nos separé divertido de verla de puntitas de pie sobre los míos. Su tamaño era otra de mis debilidades. Mi Lala.

-Ahora entiendo por qué Rodri quería que pidamos otros helados...

-Y vos seguro dijiste que no por las caries de los nenes.

-¿Estás enojada, mi amor?

-No sé qué tanto te preocupas si tienen la misma sonrisa Colgate que vos tus hijos, mi amor. Sonrisas perfectas tienen.

-¿Querés que me vaya y espero hasta que me digas?

-No. –se cruzó de brazos mirándome con esos ojos enormes que tanto podían decir sin hablar.- Ya está ahora. –volvió a fruncir el ceño bajando la vista hasta que volvió a mirarme ahora como enojada consigo misma. -¡Qué tarada que soy! Mira lo hermoso que estás vos, y yo... -suspiró- hecha un trapo estoy. Mejor me cambio. Total ya llega el delivery. –río nerviosa. –No, mentira. –sonrió culpable. –Bueno sí, perdón pero es a quien voy a tener que llamar culpa de tu hermano y las caries, mi amor.

Tu tierra y tu cieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora