Tres deseos

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POV LALI

Escuché que alguien tocaba el timbre de mi departamento justo cuando había ido al comedor a buscar un par de vasos.

Seguramente era el delivery.

"Ya casi veinticuatro años Lali y todavía no podes ganarle a la cocina..." pensé.

¿24 años?

Hace días venía haciendo una especie de cuenta regresiva, sentía que este año era especial en todo sentido. Una cosa iba encadenada a la otra haciendo que todo fluya sin prisas. Todo se daba en el momento, el ahora.

Sobre todo el amor.

Negué con la cabeza intentando comprender cómo podía ser que pensara tantas cosas en apenas segundos. Sí, esto era cosa de la edad. Aunque diciéndolo así suena como si se tratara de una vieja. Pero no, como siempre creí, me siento un alma vieja.

-LALITAAAAAA –escuché gritar a mi hermana.

Salí rápido con los vasos en mano intentando no tirar nada en el camino. Frené de golpe encontrándome con cinco rostros que me cambiaron la vida.

La habitación estaba en completa oscuridad de no ser por las luces que desprendían las velas sobre una pequeña torta sobre la mesita del living.

Los ojos se me humedecieron sin pensarlo. Los miré uno a uno. Quería grabar ese instante, como un retrato.

Al primero que vi fue a la luz de mis ojos, mi Santino. Ahí bonito, con las manitos alzadas en el aire sosteniendo una estrellita de esas que se suelen prender en las fiestas a fin de año; su mirada llena de brillo y esa sonrisa pícara que te asegura que todo estará bien. A su lado, mi papá, el primer amor de mi vida, esa persona que se convierte en un héroe salvándote de todos los males. Tu apoyo. Ese hombre de mejillas rosadas y de ojos también llenos de luz tenía la mirada clavada en la mujer diminuta a su lado de quien heredé mi estatura. Mi mamá, de contextura baja y el calco de la sonrisa tanto de mi hermana como yo. Por último; mis hermanos, uno al lado del otro; como siempre sería. Los tres mosqueteros. Los Espósito. Pato con la mirada de papá y mi querida hermana quien me regaló la bendición de encontrar el amor en una persona que es todo mi mundo.

No podía hablar. Debía concentrarme en no llorar. ¿Desde cuándo sos tan sensible Lali? Me dije a mi misma.

De un momento a otro, olvidé todo. Ese instante era real. Quería vivirlo. Unas débiles lágrimas comenzaron a caer por mis mejillas, lágrimas de completa dicha.

-¡LAS DOOOOCE! –rompió el silencio mi bombón de ojos oscuros quitándonos a todos de ese hechizo. Casi de forma automática, comenzaron a cantar el típico "feliz cumpleaños".

Me acerqué a la mesa mirando cómo jugaban entre sí las llamitas de las velas.

-No te olvides de los tres deseos –agregó papá con la voz un poco temblorosa.

Cerré los ojos alzando mi mano derecha en el aire mientras que con la otra iba enterrando tres dedos en la masa de la torta a medida que iba pensando esos sueños.

Claramente no tenía más que pedirle a la vida pero me permití soñar.

"Uno..." dije mentalmente: celebrar a mi familia, seres incondicionales. Deseo que siempre estemos juntos.

"Dos..." No pude evitar sonreír pensando en todos los lugares en los que soñaba llegara mi música. Siempre creí que no hay mejor viaje que aquel que nos permite alguna canción. Quería seguir con eso toda la vida.

Tu tierra y tu cieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora