Día 10.

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Quise que nuestra primera cita fuese para el recuerdo, así que la he invitado a un lugar especial.

Ella sonríe como una niña pequeña en Navidad. Sus ojos brillaban tanto que puedo ver mi reflejo en ellos.

— Hace mucho tiempo que no tengo una cita — dice ella, mientras se sienta sobre la arena.

Me acomodo a su lado y saco de mi mochila dos tazas y una botella de vino tinto.

— ¿De verdad? ¿Qué hay de tu novio? — pregunto temeroso.

— Ya llevamos 2 años juntos — suspira — a veces la relaciones que duran tanto se vuelven un poco rutinarias.

— ¿Así que ya no tienes citas? — Sonrío casi victorioso —. Eso es un punto a favor para mí.

— Mati — se pone seria — no quiero que te hagas ilusiones — me mira fijamente a los ojos — amo a mi novio y solo quiero que nosotros seamos amigos — finge una sonrisa.

¡Bien Matías! Has entrado directo a la friendzone.

Pero para pasar el trago amargo de lo que Agata me ha dicho, vierto el líquido de la botella en ambas tazas, le entrego una a ella y otra para mí, me trago todo el vino de un sopetón.

Si pudiera terminar con esta cita ahora, lo haría.

Esta mujer sabe como hacerme subir en las nubes y bajarme de un tirón.

Cien días con Agata © | PA#1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora