Día 40.

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La llevo nuevamente a la cima del cerro, nos sentamos sobre el capot de mi auto y miramos las estrellas otra vez. Pero ahora se siente diferente ¡Esto es diferente!

Agata toma mi mano y entrelaza nuestros dedos.

— Dime algo que recuerde para siempre — me pide.

Miro las estrellas y luego la observo a ella. Se ve tan hermosa bajo la luz de las estrellas, que la haría mía en este preciso instante.

— Que lo nuestro será eterno.

Ella deja de mirar las estrellas para mirarme.

— ¿Eterno?

Afirmo.

— Porque a pesar de que tu corazón este queriendo a otra persona ahora, al que querrás eternamente será a mi — sonrío.

— Tienes esperanzas — también sonríe —. Me agrada la idea de que nunca te des por vencido.

— Soy un hombre que lucha por lo que quiere.

Ella besa mi mejilla.

— Espero que nunca te canses de luchar por mí, hay miles de fantasmas que siempre impiden que sea feliz completamente.

— Agata — tomo su cara con mis manos — Cuando estés conmigo no existirá nadie más que tú y yo, esos fantasmas quedaran en el pasado.

— ¿Lo prometes?

— Te lo prometo.

Se acerca a mí y me regala un pequeño beso en los labios.

Cien días con Agata © | PA#1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora