Día 96.

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— ¡Sorpresa! — exclama Agata.

En sus manos tiene una caja envuelta en papel de regalo.

— No sé si a los hombres se les puede hacer esta clase de regalos — me entrega el regalo con una sonrisa de oreja a oreja.

Rompo el envoltorio para ver lo que estaba ocultando, son chocolates.

— Hay una pequeña nota al reverso — sonríe.

Doy vuelta la caja para ver su detalle, una nota escrita con su puño y letra.

«Y debo decir que confío plenamente en la casualidad de haberte conocido. Que nunca intentaré olvidarte, y que si lo hiciera, no lo conseguiría. Que me encanta mirarte y que te hago mío con solo verte de lejos. Que adoro tus lunares y que tu pecho me parece el paraíso. Que no fuiste el amor de mi vida, ni de mis días, ni de mi momento. Pero que te quise, y que te quiero, aunque estemos destinados a no ser.»

— ¿Y esto? — señalo su nota.

— No creas que la escribí, jamás llegaría a ese nivel de expresar mis sentimientos — comenta nerviosa — pero cuando la leí me recordó a ti, eres tan perfecto que pareces sacado de un libro. 

Cien días con Agata © | PA#1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora