Día 86.

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— Ella esta actuando muy rara últimamente.

— ¿Rara? Matías, ella siempre ha sido rara — bromea Lily.

— Es en serio — le fulmino con la mirada — le hablo de nuestro amor y ella solo dice cosas como por ejemplo — pongo la voz aguda; hago un intento fallido por imitar a Agata — nada es para siempre, eres bueno, no quiero hacerte daño y bla bla.

— Las mujeres somos raras, Matías — toca mi hombro —. A nosotras no hay que entendernos, hay que querernos.

— La amo demasiado y eso no me soluciona el lío que tengo en la cabeza.

— Quizás necesita su espacio — bebe de su batido de frutas — puede que estés igual que ella de sanguijuela chupandole la sangre.

— Hola — nos saluda Agata.

Siempre llega por sorpresa.

— Hola guapo — me saluda con un beso en la boca —. Solo paso a saludarte, hoy voy a salir con mis amigas.

— Entonces que te vaya bien.

Se acerca para besarme nuevamente e irse casi dando saltitos de alegría.

— No veo cual es su rareza — dice Lily, mientras mira a mi novia marcharse — Y como ella se va con sus amigas ¿Qué tal si hacemos una noche de cine?

— No, pondrás películas románticas solo para torturarme — arrugo el ceño —. Mejor vamos al Blue Sky, quizás un poco de alcohol y chicas por doquier me haga bien.

— ¿Quieres ser infiel? — mueve sus cejas repetidas veces.

— ¿Qué? No — sonrío — Ya te dije que seria infiel con una sola persona.

— ¡Supérame! — bromea.

Cien días con Agata © | PA#1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora