Día 35.

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Está tendida en el césped, se encuentra tan consumida por la música que ni siquiera se ha percatado de mi presencia.

Me siento a su lado, la miro con una estúpida sonrisa en mi cara.

Agata tiene los ojos cerrados mientras tararea una canción.

Amo su sonrisa, amo la curva que se forma en sus labios cuando lo hace, amo el pequeño hoyuelo de su mejilla izquierda, amo sus pecas, amo su cabello, amo sus cejas, amo sus pestañas, amo su piel... ¡Mierda! Estoy tan estúpidamente enamorado de esta mujer.

Ella abre sus ojos de golpe, ellos me miran con ese brillo especial que solo en mis sueños había visto y anhelaba que algún día esa mirada fuera para mi, pero justamente hoy lo que tanto deseé se está cumpliendo y no sé que diablos hacer. En realidad sé que hacer.

La beso.

Y no me importó el resto del mundo.

Cien días con Agata © | PA#1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora