Día 28.

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— Dime una cosa, Mati — desliza su lengua por el helado que le compré.

— ¿Qué cosa? — saboreo de mi helado.

— ¿Por qué no sales con Lily?

— Porque es mi amiga.

— Pareciera que ella no te ve como un amigo.

¿Por qué las mujeres pueden leer tan rápido las miradas de los demás? A mi me llevó tres años darme cuenta.

— Lo sé.

— Deberías corresponderle — dice con toda tranquilidad.

— ¿Por qué dices eso? — la miro extrañado.

— Porque yo no soy buena para ti, Mati — la observo, creo dice la verdad.

— ¿Por qué?

— Porque no te voy a querer como tú me quieres a mi.

Eso dolió. Agata vuelve con sus golpes bajos.

Cien días con Agata © | PA#1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora