Toco la puerta de su casa.
La puerta se abre un poco, justo para que Agata saque su cabeza y ver quien la visita. Apenas me ve sus ojos brillaron.
— Mati — sonríe y abre la puerta para que entre.
— Te traje un chocolate — le entrego el paquete que tenía en mis manos.
— Gracias — me besa.
— Perdón por lo de ayer con mi familia.
Me siento tan mal por la actitud que tomo mi mamá con Agata.
Ella se encoje de hombros.
— Da igual — camina hacia las escaleras — Estoy acostumbra a que la gente se lleve malas impresiones de mi.
Antes de que subiera las escaleras la tomo del brazo para que me mire.
— ¿Lo que sientes por mi es real?
Me analiza con la mirada.
— Claro que si, tonto — sonríe —. Te amo — vuelve a besar mis labios — no quiero que te afecte lo que digan los demás.
— Es que estoy cansado de que me digan que me romperás el corazón.
— Me impresiona que piensen eso — acaricia mi pelo —. Si aquí entre nosotros, tú siempre has sido el rompecorazones.
— Sabes que eso era antes de enamorarme.
Ella asiente.
— Matías, de lo único que debes preocuparte es de nosotros, da igual lo que la gente diga — me quedo mirándole como un tonto —. Las relaciones son de a dos, y solo nosotros sabemos lo felices y enamorados que estamos del uno por el otro.
— Lo sé — sonrío —. Prometo no preocuparme por lo que digan.
— Así me gusta — comienza a subir las escaleras.
Le sigo hasta su habitación, camina hasta el medio y se queda detenida ahí.
— ¿Qué pasa? — pregunto.
Ella se dio la vuelta para mirarme, en su cara tiene dibujada una sonrisa traviesa.
— ¿Te gustaría comer chocolate? — Mueve el paquete — ¿En mi cuerpo? — sube y baja sus cejas repetidas veces.
No digo nada, con la última pregunta que acaba de formular. Mi cuerpo reaccionó de manera inmediata.
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Cien días con Agata © | PA#1
Short StoryMatías, aparentemente un mujeriego sin remedio y acostumbrado a tener todo lo que quiere... hasta que conoce a la chica de sus sueños. Gracias a Agata sabrá lo que es enamorarse por primera vez, pero también conocerá las desventajas que le tr...