Día 51.

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— ¿Cómo estuvo la fiesta? — pregunta Agata.

Me rasco la cabeza nervioso; no sé que decir.

— Estuvo bien.

— ¿Te pasa algo?

— Nada.

— Una amiga dijo que te fuiste del Blue Sky con Lily ¿es eso lo qué te pasa?

Trago saliva.

— ¿Pasó algo con ella?

No puedo hablar, siento la garganta seca.

— Dime algo, Matías.

— No puedo.

— ¿Por qué?

— Se supone que esas cosas no debo hablarlas contigo.

— Matías — me toma por los hombros — más que esta relación informal que tenemos, primero que todo somos amigos — sonríe —. Puedes confiar en mí, sé que algo te inquieta.

— No voy a decírtelo — digo tajante.

— No puede ser — abre un poco los ojos —. Te has acostado con ella — afirma.

¿Por qué todas las mujeres se dan cuenta de lo que pienso o lo qué hago? ¡Aquí hay magia negra!

— Después de todo, volviste a ser el de antes.

— Lily no es una aventura.

— ¿La quieres?

Me encojo de hombros.

— ¿Te has confundido?

— Tal vez — la miro a los ojos —. Pero aún sigo enamorado de ti.

Cien días con Agata © | PA#1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora