Día 52.

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— Hola — me saluda con una gran sonrisa dibujada en su cara. Abre un poco más la puerta de su casa para que pueda entrar.

— Hola — beso sus labios.

— Tengo algo para ti.

— ¿De verdad? — Pregunto sorprendido — ¿De qué se trata? — Se encamina hacia la cocina, le sigo los pasos. La luz de la habitación está apagada pero las velas que están sobre la mesa iluminan toda la habitación.

— He preparado la cena — sonríe como una gran anfitriona. Me acerco a ella y le beso apasionadamente.

— Matías — se aparta de mí para mirarme fijamente a los ojos — Te quiero.

— ¿Estas segura?

— Nunca antes había estado tan segura como ahora.

Acaricio su larga cabellera.

— Eres hermosa — beso otra vez sus labios.

— ¿Te parece si empezamos por el postre? — pregunta coqueta.

Un escalofrío invade mi cuerpo.

— Tenerte es algo que he deseado hace mucho tiempo, Agata.

— Que no se diga más — toma mi mano y me lleva hasta su habitación.

Me lanza sobre su cama, me quedo recostado mirando como se desviste sensualmente, luego se acerca a mi pero antes de que ella se acueste sobre mí, me saca toda la ropa para que su cuerpo se roce con el mío.

Le acerco hasta mi cuerpo, beso cada rincón de su piel, puedo sentir como se estremece ante mi tacto y eso me provocaba más ganas de hacerla mía. Me siento y le tomo por la cintura para ayudarle a sentarse sobre mí y continuar besándole pero al mismo tiempo hacerle el amor por primera vez.

Cien días con Agata © | PA#1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora