Día 32.

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Lo mejor del Blue Sky, es que la música al sonar tan fuerte impide que piense tanto en Agata. Me gusta este lugar por dos simples razones, a veces bebía gratis y hay chicas guapas por montones.

Tomo la cerveza que Jack me había servido y camino hacia la chica que hace un rato me esta mirando sin dejar de mover su cuerpo seductoramente al ritmo de la música. Al notar que me acerco a ella, me dedica una sonrisa que me provoca aun más. La tomo por la cintura, pego su cuerpo más al mío y bailamos. Ella ni siquiera esperó a que pasaran tres canciones para besarme; aunque nunca he tenido el privilegio de besar a Agata, esta chica hace que la extrañe un poco.

— Matías — alguien toca mi hombro.

Dejo de besar a la chica que ni siquiera sé su nombre y miro a quien me habla.

Agata.

— ¡Necesitamos hablar! — grita para que escuche su voz entre la música.

— ¡¿No ves que estoy ocupado?! — también grito. Aunque muero de ganas por irme con ella.

— ¡Luego encontraras a una igual o más zorra que está! — exclama aun más fuerte. Sonrío al darme cuenta que ésta celosa.

— ¡Lo siento, Agata! — Miro a la chica que me acompaña y luego miro de nuevo a Agata — ¡Ya sabes que hay cosas que no se pueden dejar a medias! — sonrío y beso a la chica otra vez.

— ¡Vete a la mierda, Matías! — grita.

Me alejo de mi nueva amiga y miro a Agata pero ella ya se esta perdiendo entre la gente. 

Cien días con Agata © | PA#1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora